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dijous, 5 de juny del 2014

Falso amor. Untrue love. Isabel Larráburu.

No hace falta ser psicólogo para distinguir los amores verdaderos de los falsos. Con un poquito de intuición ya se aprecia. Lo vemos en nuestros congéneres. Pero el gran inconveniente es que lo vemos con diáfana claridad en las otras parejas, pero no en la nuestra. A veces nos empeñamos en que sobreviva un falso amor y luchamos por él hasta la extinción de nuestras energías, convencidos de que vale la pena.
Pero eso de que vale la pena solo es lo que creemos, una idea que creamos y creemos. Lo que es verdadero se desenvuelve solo, sin demasiado empeño, lo mismo que las mareas se sincronizan, las flores brotan sin esfuerzo y el agua se evapora. No parece que estén batallando en su desempeño. Estamos tan inmersos en falsos amores que no es de extrañar que la estadística de divorcios ya llegue a 1 por cada dos matrimonios. Si a esto le añadimos las separaciones y las incidencias de las parejas de hecho, se podrían plantear preguntas desde todos los ámbitos de estudio.
Por suerte o por desgracia, ya damos por hecho que los amores no duran y nadie se escandaliza al ver pasar novios/as sucesivos/as por casa del vecino. Las relaciones se suceden, intento tras intento, con el fin de hallar alguna que pueda funcionar, entendiendo como funcionamiento la cualidad de satisfacer por igual a las dos partes y además la capacidad de crecer en el tiempo. Una de las protagonistas de la serie “Sexo en Nueva York”, Charlotte, la que más cree en el amor de pareja, en algún episodio llega a decir: “Llevo saliendo desde los 15 años con hombres, tengo 35 años y aún no he encontrado uno bueno para mí”. Y no será porque se estén quietecitas en casa, la verdad es que pasan muchos hombres por sus vidas, por lo que no se trata meramente de una cuestión de estadística. La pregunta es obvia, ¿esa adicción a ir besando sapos/as, tendrá que normalizarse como estilo de vida en nuestra sociedad? Parece como que hubiera que conformarse con una vida afectiva consistente en ir de relación en relación para asistir sin más cómo se van abortando los sucesivos intentos de amar. No debe de ser algo de usar y tirar hasta que aparezca algo bueno. Seguro que estamos haciendo algo mal. Y es que resulta que eso de amar tiene su qué. No es tan fácil como se cree. Es más, la mayoría de las parejas que se forman no saben amar. Eso es, por lo menos lo que dicen los maestros espirituales.

El apego no es amor.
Es muy fácil confundirse. Lo que entendemos por amor con frecuencia tiene más  elementos de no-amor que de lo que compone el amor verdadero. Es sorprendente la paradoja: películas, canciones, culebrones, prensa del corazón y nuestro mismo entorno utilizan hasta el desgaste la palabra amor para denominar todo aquello que es incompatible con el amor. Por ejemplo, se cree que es amor proteger a la pareja, cuidar de sus intereses o supervisar sus deseos, cuando esto podría ser dominación. En el amor auténtico se da la tolerancia, la aceptación y falta de resistencia.
El apego es una falsa apariencia del amor y la gran responsable del fin de muchas historias románticas. Se trata de un concepto capital en la filosofía budista y puede estar asociado a cosas, situaciones o personas. Para el budismo, el apego constituye la causa más importante del sufrimiento humano. En el ámbito de la pareja, el apego es muy dañino porque el mismo ímpetu que aglutina es el responsable de provocar el mayor sufrimiento y el final de la relación. Es fácil dejarse engañar por el apego porque en muchos aspectos superficiales se asemeja al amor de verdad. El sentirse apegado a las personas, objetos o situaciones es parte del condicionamiento de  todo ser humano hasta que este empieza a ser consciente de sus necesidades y temores. En el momento que se da cuenta de que lo que creía amor tenía que ver más con su necesidad es posible que esté preparado para pasar del apego al amor.

PASAR DEL APEGO AL AMOR.
Estar completamente libre de apego es prácticamente imposible en una pareja. A lo largo de la vida hemos aprendido a tener miedos y hemos llegado a pensar que algo externo a nosotros nos llegaría a proporcionar una seguridad. Así, todos albergamos necesidades que creemos que el amor nos va a cubrir. Pero es importante saber que no existe ninguna sensación de seguridad perdurable si esta depende de factores externos, ya que nunca podremos controlar los cambios imprevisibles de la realidad. Amar sin temor es algo que forma parte del crecimiento personal y de la certeza de que ya lo tenemos todo dentro de nosotros. Tenemos lo suficiente para ser felices.  
El apego surge cuando nos identificamos con esa persona o situación y llegamos a convencernos de que la necesitamos para ser felices. El ego humano llega a planear cualquier cosa con tal de mantener a su objeto de apego dentro de su esfera de influencia y control. La adicción a una persona u objeto conduce a conductas de manipulación, abuso y hasta violencia. En su forma más leve, el apego se manifiesta como atadura, ya que trae consigo la idea de que el objeto de deseo nos aporta algo que no poseemos: felicidad, seguridad, el sentirse amado, cuidado, importante, validado…  La pérdida del objeto produce dolor, rabia o depresión.
La diferencia primordial entre apego y amor es el factor libertad. El amor jamás restringe el libre albedrío del otro. Estar apegado crea la falsa creencia de que el amado refuerza nuestra identidad. Miedo y necesidad son las emociones que subyacen al apego. Miedo a estar en el presente, a enfrentar lo desconocido o a perder el objeto del amor.
Se dice que si una relación fuera una cámara, el amor haría que cada uno estuviera bien enfocado mientras que si hay apego, las partes se verían borrosas. Es un problema de excesiva  proximidad.

DESPIECE. ¿MI AMOR ES APEGO?
Para saber si estamos amando de forma apegada habría  que hacerse las siguientes preguntas:
“¿Existe alguna situación o persona de la cual me siento dependiente o estrechamente ligado?”
“¿Necesito algo de esa persona o situación?”
“¿Qué haría o sentiría si esta persona quisiera dejarme o si esta situación particular se terminara?”
“¿Sería capaz de aceptar dejar ir a esa persona o que la situación finalizara? En el caso de la persona, ¿sería capaz de seguir sintiendo amor por la persona que me ha dejado?”

DESPIECE. EL FALSO AMOR. APEGO.
Creencia en que el compañero puede lograr que seamos felices.
Pérdida de la propia identidad en el contexto del compañero. Este nos suministra identidad.
Deseo de adueñarse del otro.
Necesidad de control.
Celos.
Sentir urgencia y ansiedad si las cosas no son como queremos que sean.
Reactividad y defensa ante cualquier expresión del otro que despierte temor.
Utilización de la venganza, abuso y manipulación al sentir malestar o angustia.
Ansia de halagos, confirmación del propio valor, sexo, y seguridad.
Certeza de que el otro “nos hace felices o desgraciados”.

DESPIECE. TRANSFORMAR EL APEGO EN AMOR.
Observarnos a nosotros mismos para darnos cuenta de las ataduras que nos unen a la pareja. La clave para darnos cuenta de eso es la presencia de dolor. Por ejemplo podemos observar cómo reaccionamos, si tenemos expectativas demasiado altas, si ya no tratamos  a nuestra pareja como a un amigo respetado. Podemos percibir nuestras motivaciones para decir lo que decimos y advertir si es el miedo el que nos impulsa.
Intentar aprender a soltar la ligazón. A veces esto puede producir soledad y tristeza dentro de la relación. Implica sentir el dolor de modo individual, sin adjudicar la culpa al otro ni hacerlo responsable de nuestra pena. Volverse hacia el interior para calmarnos e identificar nuestro sentir (ser conscientes). No exigirle al otro que remedie nuestro malestar. Lo mismo se aplica para el otro, habría que dejarlo que sienta su rabia y su dolor sin intentar salvarlo por no sentirnos mal.
No reaccionar. Esto se lleva a cabo ignorando las voces de nuestra mente que nos taladran alimentando el miedo y lo que percibimos como amenazas. Responsabilizarnos de nuestras decisiones en lugar de sentirnos víctimas. Sentirnos dueños de nuestra propia felicidad. Sentirnos menos “importantes” al focalizar con humildad en nuestro interior en lugar de hacer al compañero objeto de atención y crítica constantes.
Saber estar presentes ante nosotros mismos, atentos a nuestra rabia, miedo, dolor, expectativas y exigencias. Con esto podemos llegar a sentirnos libres, vitales y espontáneos en nuestra relación apreciando al compañero sin imágenes, ilusiones y expectativas. Con esto las relaciones no serán fuente de sufrimiento.

DESPIECE. LOS CUATRO ASPECTOS DEL AMOR SEGÚN EL BUDISMO. (“El verdadero amor”.Thich Nhat Hanh, 2004)
Bondad incondicional o benevolencia. Capacidad de dar alegría y felicidad a la persona que amas. Aprender  a observar a quién amamos porque si no la comprendemos no la podremos amar. La comprensión es la esencia del amor. Dedicar tiempo a estar presente y atento y observar profundamente. A eso se le llama comprensión.
Compasión. Deseo y capacidad de aliviar el sufrimiento de otra persona. Para conocer la naturaleza de su sufrimiento y ayudarla a cambiar, también hay que observarla profundamente. Para eso es necesaria la meditación. Meditar es observar a fondo la esencia de las cosas.
Alegría. Si en el amor no hay alegría, no se trata de verdadero amor. Si estamos sufriendo y llorando todo el tiempo o si se hace llorar a la persona que amamos, eso significa que no se trata de un verdadero amor, incluso puede llegar a ser lo opuesto a él. Si en la relación de pareja no hay alegría, seguro que no es un verdadero amor.



Ecuanimidad y libertad.  El verdadero amor hace alcanzar la libertad. Cuando se ama de verdad se le da a l otro una absoluta libertad. Si no es así, no se trata de un verdadero amor. El otro debe sentirse libre, no solo por fuera, no también por dentro.



1 comentari:

  1. Excelente ...!!! Me encantó! Un saludo!!! :-)

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