La Luna es la historia de tres generaciones. Tres generaciones en poco más de 6 minutos: el abuelo, el padre y el hijo, y de cómo éste aprende la profesión de los dos. Es todo un acto casi litúrgico: el niño ya ha llegado a la edad y se merece realizar por primera vez lo que han hecho durante tanto tiempo sus antepasados. Y se merece, en primer lugar, la gorra: como el símbolo de “ya estás en la familia al 100%”.
Pero -¡ay, los “peros”!- una profesión así necesita lo que parece que han perdido tanto el padre como el abuelo: ¡la inocencia! Sólo un niño es capaz de captar a la primera qué es lo que hay que hacer con algo tan grande como lo que acaba de caer. Sólo él es capaz de sorprenderse de verdad, para aprender y, mientras los padres -que también han sido hijos- discuten, él actúa. Como un pequeño Principito.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada