La lista se amplía:
además de divertido, liberador y más bueno que el chocolate, el sexo suaviza la
piel, evita arrugas, mantiene el cerebro ágil, aleja el alzheimer y favorece la
red neuronal. No da la vida eterna (sólo faltaba eso), pero sí hace que nos sintamos
más jóvenes y enérgicos
Marisa cumplió 50 años el mes pasado
pero, a primera vista, parece que acaba de cumplir cuarenta y pocos. No ha
pasado por quirófano, ni lleva bótox, ni se gasta un dineral en cremas,
pastillas o mejunjes de belleza para mantenerse en forma. El gran secreto que le
hace rejuvenecer lo guarda en la cama. Su elixir de la juventud es el sexo, que
lo practica con su pareja regularmente unas tres veces por semana. Sin duda, es
la forma más económica y placentera para engañar al inevitable paso del tiempo.
Marisa es un personaje ficticio, pero
bien podría ser una mujer de carne y hueso. David Weeks, neuropsicólogo clínico del Royal Edinburgh Hospital,
da fe de ello. Tras diez años de estudio analizando a 3.500 individuos de
diferentes edades ha confirmado que las personas de entre 40 y 50 años que
mantienen de media tres relaciones sexuales a la semana se conservan más
jóvenes y pueden llegar a aparentar entre cinco y siete años menos. Además, los
resultados son similares tanto para mujeres como para hombres.
Es más, Weeks asegura que tener una vida
sexual activa (dos o más relaciones a la semana) reduce a la
mitad el riesgo de mortalidad por infarto. “El sexo es un excelente ejercicio
aeróbico, ya que aumenta los latidos del corazón y bombea oxígeno por todo el
cuerpo, lo cual mejora el sistema inmunológico, aumenta la circulación
sanguínea y te mantiene físicamente en forma”, explica el
neuropsicólogo. Según él, la genética es responsable en un 25% de la apariencia
juvenil de una persona madura, el 75% restante se debe a los hábitos de cada
uno, y ahí la actividad sexual juega un papel esencial.
El estudio detalla en qué se traducen
los beneficios de hacer regularmente el amor: suaviza la piel, evita arrugas y
manchas eliminando impurezas de la tez, mantiene el cerebro ágil y ayuda a
prevenir el alzheimer, aumenta la formación e interconexión de neuronas, mejora
el sistema cardiovascular, reduce el estrés y la ansiedad proporcionando un
bienestar físico y emocional generalizados.
Antoni
Bolinches,
psicólogo especializado en terapia sexual y autor de Sexo sabio (Random House Mondadori) suscribe “parcialmente” el estudio de
Weeks, y añade un matiz: “No se trata de que rejuvenezca, sino que hace sentir a
la persona más joven y activa ya que, además de ser un ejercicio físico tiene
una gran incidencia en el bienestar personal”. En la misma línea, Inmaculada
Fernández, presidenta de la Sociedad Andaluza de Neuropsicología,
señala que “es
complicado” aseverar que uno puede rejuvenecer exactamente siete
años. “Lo que
el estudio viene a indicar es que gracias al sexo regular las alteraciones que
conlleva el envejecimiento posiblemente van a retrasar su comienzo”.
Por ejemplo, el sexo es más efectivo que los sudokus para evitar el alzheimer,
según esta neuropsicóloga. “Una de las medicaciones básicas que se recetan hoy en
día para prevenir demencia es aumentar el riego sanguíneo en el cerebro,
oxigenarlo, efecto que se puede obtener con actividad sexual”. La
neuropsicología ha comprobado que una relación sexual activa varias áreas
cerebrales, desde que uno siente el deseo hasta que culmina el acto. Entre
ellas los ganglios basales y el hipocampo, relacionados con la memoria y las
emociones.
Fernández subraya la importancia de
mantener activo y saludable el cerebro, pues asegura que los últimos años han
aumentado los accidentes cerebrovasculares, cada vez en gente más joven. “Estamos
hablando ya de medias de 40 años. Algunos mueren y muchos quedan con secuelas
muy graves. Para prevenirlo es importante mantener una sexualidad activa y
positiva, además de practicar ejercicio, comer sano y tener hábitos de vida
saludables”. El estudio del Instituto de Neurociencia de la
Universidad de Princeton (EE.UU.) dirigido por la doctora Benedetta Leuner confirma este argumento, y ha descubierto que así
como el estrés disminuye la neurogénesis, el sexo produce lo contrario: el estrés hace
que la creación y mantenimiento de las conexiones entre neuronas se reduzca, y
hacer el amor los potencia, evitando el envejecimiento cerebral.
Pero más allá de las mejoras del
sistema neuronal,
vascular y hormonal, la doctora Francisca
Molero, vicepresidenta de la Societat
Catalana de Sexología, subraya que el sexo mejora tanto el bienestar físico
como el psicológico, ya que ambos aspectos están interrelacionados. “Todos sabemos
que cuando una persona está deprimida o estresada las defensas no están en las
mejores condiciones y puede haber un mayor número de resfriados, aparición de
herpes o enfermedades oportunistas —explica Molero—. En cambio, cuando alguien tiene una vida
sexual activa y placentera su sistema inmunitario se fortalece”.
Aun asumiendo y ratificando los
innumerables beneficios que aporta la vida sexual activa a la salud y al
mantenimiento de la juventud, el terapeuta sexual Antoni Bolinches insiste en la necesidad de cumplir la regla de oro
del sexo sabio: “Mantener relaciones porque quieres, con
quien quieres y haciendo lo que quieres”. Si tras leer este
artículo alguien se impone mantener relaciones sexuales tres veces por semana con
la finalidad de rejuvenecer su aspecto probablemente no consiga su meta. Según
la revista del corazón Star Magazine, Jennifer
López y Ben Affleck firmaron un contrato prematrimonial en el que ella le
obligaba a mantener relaciones sexuales al menos cuatro veces a la semana bajo
pena de multa. Bolinches asegura que sería contraproducente seguir el ejemplo
de estas estrellas de Hollywood. “Vivimos en una cultura en la que nos guiamos mucho por
lo científico, pero de manera acrítica. Los efectos deseados no se producirán
si una pareja practica el sexo desde el sentimiento de tarea. Es más, en tres
meses tendrán el deseo sexual inhibido, y producirá el efecto contrario al
anhelado”.
El gran debate se centra, sobre todo,
en la frecuencia. En España la mayoría practica sexo menos de dos veces por
semana. Sólo el 38% de la población lo practica entre dos o tres veces
semanales según la última encuesta elaborada por el Ministerio de Sanidad.
¿Esto quiere decir que la mayoría no se beneficia de los efectos rejuvenecedores
del sexo? Depende.
Bolinches recuerda que la frecuencia
no es la misma al inicio de una relación que tras una larga convivencia. El
terapeuta explica que hay dos variables: la energía sexual y el atractivo del sujeto amoroso.
Cuando se dan los dos factores la frecuencia es óptima, pero las parejas
estables con el tiempo entran en lo que se denomina la sexualidad homeostática. “Lo que marca la
pauta ya no es el plus del enamoramiento porque ya estás habituado a él, sino
la canalización de la energía sexual generada por el organismo”. Y
en esa fase, añade Bolinches, entra en juego el arte de buscar el equilibrio y
la confluencia del nivel de energía sexual de cada miembro de la pareja. De
hecho, alrededor del 60% de las parejas de más de diez años de convivencia
mantienen relaciones entre una y dos veces por semana. Si ese es su caso, no
pierda la esperanza, porque el terapeuta sexual subraya que el beneficio no
está tanto en la frecuencia sino en la calidad de la relación. “Te va a beneficiar más una relación placentera que dos
sin ganas”, sentencia.
Sin embargo, la neuropsicóloga Inmaculada Fernández, matiza: “El problema es
que en España no tenemos una frecuencia sexual tan alta como para que esto se
note como un factor preventivo o factor de salud a nivel cerebral”.
Es decir, para lograr los efectos rejuvenecedores que menciona Weeks hay que
practicar sexo tres veces a la semana. “Podríamos recomendar un incremento de la actividad
sexual para mejorar el funcionamiento cerebral”, asevera Fernández
que, sin embargo, indica que hay una serie de factores culturales que hacen que
aquí la actividad sexual sea bastante más baja que, por ejemplo, en el norte de
Europa. El motivo fundamental es que la revolución sexual llegó a España con
unos 20 años de retraso. “Las nórdicas que en los años sesenta y setenta venían a
nuestras playas en bikini eran mucho más abiertas. Fueron sexualmente más
activas en su edad adulta, y ahora que son ancianas siguen manteniendo viva su
sexualidad. Eso no se ve en nuestra población”. Pese a ello, las
nuevas generaciones ya están cambiando esta tendencia. “Nuestra sexualidad está siendo mucho más
positiva y posiblemente cuando lleguemos a ser ancianas seremos más divertidas
y sanas —comenta Fernández—. No olvidemos que la sexualidad que tenemos en la
edad adulta va a marcar la que tendremos en la tercera edad”.
El segundo factor por el que no
hacemos tan a menudo el amor respecto a otras regiones del globo también es
cultural. Cuando alguien está estresado tiende a no acostarse con su pareja,
cuando lo recomendable es justamente lo contrario. Por ejemplo la típica frase
de “me duele
la cabeza” no sería una excusa adecuada para no practicar sexo. “Los que
trabajamos en el mundo de la sexología precisamente hacemos con más ahínco el
amor cuando nos duele la cabeza”, desvela Fernández. Y así lo hacen,
porque saben que cuando estamos estresados, el riego sanguíneo disminuye y esto
nos provoca dolor de cabeza, y el sexo lo soluciona incrementando el riego
sanguíneo y generando neurotransmisores.
“Con los factores
emocionales pasa igual”, espeta Fernández, y suelta un dato
cuanto menos curioso. En el sur de Europa no es frecuente, pero en los países
anglosajones uno de los picos de relaciones sexuales más altos suele ser cuando
una pareja vuelve de un entierro. “Lo practican
como una respuesta emocional natural para compensar el dolor de la perdida. Es
una celebración de la vida”, explica. No en vano, la sexóloga Inmaculada Molero hace hincapié en el
gran poder que tiene la actividad sexual en el fortalecimiento emocional y en
la autoestima de la persona. Asegura que una vida sexual activa refuerza la confianza, aumenta la
sensación de “sentirse vivo” y el bienestar emocional. De hecho,
actualmente la mayoría de la población entiende la actividad sexual como un
indicador fundamental de calidad de vida y así lo recogen todos los estudios.
Uno de los datos más curiosos que se
desprende de la encuesta de salud sexual del Ministerio de Sanidad, y que Inmaculada Molero señala como “uno de los
grandes problemas que con los años se solucionará”, es la caída de
la actividad sexual entre los viudos y especialmente entre las viudas. La razón
más frecuente del cese de la actividad sexual entre las mujeres (el 34%) es la
viudedad. “Los
viudos se olvidan de que la sexualidad es una capacidad de uno mismo y que aun
practicándolo en soledad activa igualmente los sistemas cerebrales de
recompensa y mejora la salud”. De hecho, la doctora Molero cree que una sexualidad activa puede ayudar a llevar mejor la
ausencia de la otra persona”.
Las encuestas también muestran que
tras los 45 años el deseo sexual empieza a decaer y tras los 65 años se
convierte en el primer motivo (21,8%) de la ausencia de relaciones sexuales.
Esta tendencia debería cambiar y cambiará, según la neuropsicóloga Fernández.
Recuerda que los
humanos somos seres sexuales desde que nacemos hasta que morimos, y
que el hecho de no tener pareja no debería marcar la salud sexual. “Nos sentimos
mucho más vivos cuando tenemos deseo sexual y mantenemos una sexualidad activa.
Es algo tremendamente positivo para la salud física y emocional, y negárnoslo
es una forma de negar parte de nuestra identidad”. Sabiendo que el
sexo es tan bueno para la salud, la belleza y el rejuvenecimiento, no tenemos
más que dejarnos llevar. Y es que de la misma forma que comer y rascar todo es
empezar, el sexo también crea una cierta adicción en la mente. Un estudio
realizado por Gert Holstege, de la
Universidad de Groningen (Holanda), desvela que el sexo produce una sensación
parecida a la droga: al llegar al orgasmo se apaga la zona del cerebro que se
ubica tras el ojo izquierdo, la corteza orbitofrontal, encargada del
procesamiento de la razón y el control. Produce un placer tan grande que nos lleva a repetirlo la
mayor cantidad de veces posible. En principio el cerebro nos lleva a
la cama una y otra vez para asegurar la supervivencia de la especie. Ahora
también sabemos que nos ayuda a mantenernos más sanos y tener mejor aspecto.
LOS
BENEFICIOS DEL SEXO PARA LA BELLEZA Y LA JUVENTUD
Los siguientes beneficios que propicia
el sexo están basados en varios estudios. Entre ellos, las investigaciones
sobre el poder rejuvenecedor de la actividad sexual del neuropsicólogo escocés David Weeks, el estudio sobre los
beneficios del sexo matutino publicado en la revista londinense New Scientist
por la Queen’s University de Belfast, y las pesquisas de la sexóloga Gloria G. Bramer.
Una piel más juvenil
El sexo es un ejercicio aeróbico y
propicia la renovación de la piel. Bombea oxígeno por todo el cuerpo y gracias
a ello las células más jóvenes escondidas en la capa más profunda de la piel
salen a la superficie, aumentando la apariencia juvenil.
Una piel sin impurezas
Al hacer el amor y sudar se produce un
proceso de depuración de la piel, que elimina las toxinas.
Potencia el atractivo
La práctica sexual y el orgasmo aumentan
los niveles de estrógenos y hormonas que están directamente relacionadas con la
brillantez y suavidad del pelo y la piel.
Huesos más sanos
Un beneficio especialmente para los
hombres. Durante el sexo, ellos producen más testosterona de lo habitual, y
esto ayuda a fortalecer sus huesos y prevenir la osteoporosis.
Cuerpo en forma
El sexo no es la mejor forma de
adelgazar, pero ayuda a mantenernos en forma. Por cada hora de relación sexual
se queman entre 100 y 250 calorías, y se ejercitan los principales grupos
musculares. No obstante, las relaciones sexuales en España solo duran una media
de 20 minutos según Pfizer.
Mejora el sistema inmunológico
El orgasmo aumenta los linfocitos T3 y
T4. Son un tipo de glóbulos blancos que producen anticuerpos.
Menos estrés
Durante el orgasmo el organismo
segrega endorfinas, que actúa como un analgésico natural. Además, la relajación
tras el clímax reduce la tensión en todos los músculos, y especialmente en la
espalda y en el cuello.
Previene infartos
El sexo es beneficioso para prevenir
infartos de corazón especialmente entre los hombres de más de 40 años. El
riesgo de mortalidad por infarto se reduce un 50%, porque la actividad sexual
mejora el riego sanguíneo y aumenta la oxigenación.
Menos riesgos durante el embarazo
Según investigadores de la Universidad
de Ontario, las mujeres que más relaciones han tenido con sus parejas antes de
quedarse embarazadas tienen menos riesgo de padecer preeclampsia (gran subida
de tensión). Las parejas más activas tienen menos probabilidad de padecerla ya
que las mujeres toleran mejor el semen de la pareja y esta tolerancia ayuda a
reducir el riesgo.
EL
SEXO AUMENTA LA INTELIGENCIA
Quién diría que para aumentar la
inteligencia es tan importante hincar el codo como hacer el amor. La doctora Benedetta Launer llegó a esta
conclusión tras experimentar con ratones en la Universidad de Princeton.
Durante catorce días separó a los roedores en dos grupos y metió hembras en sus
jaulas. Un grupo practicó sexo diario y el otro una única vez. ¿Resultado?
Según el estudio, los ratones del grupo sexualmente más activo registraron un
aumento de creación neuronal y disminuyeron sus niveles de ansiedad,
convirtiéndose así en más inteligentes y relajados. Aunque la prueba se hizo
con ratones, Lauaner cree que los resultados son extrapolables a los humanos.
menys treballar mes sexe, que estem de pas i son dos dies!!!
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