política sin principios;
placer sin conciencia;
riqueza sin trabajo;
conocimiento sin
carácter;
negocios sin ética;
entrega sin compromiso.”
Mahatma
Gandhi
El futuro no es inevitable, es inventable. Lo que está por venir
será, en buena parte, lo que sembremos hoy. Luego, la
resignación es mala compañera para transitar por los caminos que nos esperan si
queremos que estos tengan las dosis necesarias de humanidad y de sentido para
hacer que la vida que nos ha sido dada merezca la pena.
Cada vez somos más los que nos
levantamos cada mañana y contemplamos con perplejidad que la realidad de este
mundo en el que vivimos muestra claros síntomas de enfermedad. La crisis que
se ha manifestado no es solo económica, también lo es institucional, política,
de confianza, de valores, de consciencia.
Tanto en lo social, como en lo
político y en lo económico, son demasiadas las cuestiones que requieren una
solución que no llega: desde una mejor redistribución de la riqueza hasta el
fin de los paraísos fiscales, desde un mayor cuidado de la salud ecológica del
planeta hasta una consciencia de sobriedad que evite la esclavitud consumista y
sus consecuencias, desde estadistas que piensen más en el futuro de los
ciudadanos que en las próximas elecciones hasta una justicia que actúe como tal
y que evite que en demasiadas ocasiones la legalidad ampare a la inmoralidad. Muchas cosas,
demasiadas, parecen no funcionar, o hacerlo completamente al revés de lo que
dicta el sentido común, la generosidad y la benignidad en el proceder.
Hace más de cincuenta años Erich Fromm se preguntaba “¿es necesario producir seres humanos enfermos para tener
una economía sana?”. Su cuestión era un aviso, pero por
desgracia hoy se queda corta. Hoy, habría que reformular aquella pregunta con
mucha más profundidad: “¿es necesario
producir seres humanos enfermos para tener una economía enferma?”.
¿Qué está pasando? ¿Las élites
financieras actúan impunemente en su propio beneficio, apoyadas por un
entramado político con altavoz y refuerzo mediático?¿Son sostenibles niveles de
desempleo juvenil cercanos al 50% en algunos países europeos? ¿La clase
política actúa como una corporación que no rinde cuentas ante unos votantes
descreídos, y un poder mediático con intereses propios? ¿El supuesto progreso
material y superficial avasalla aquello que da sentido a la persona y enturbia
el entorno social y medioambiental? ¿Por qué la amplia mayoría de los medios de
comunicación nos inundan cada día con mensajes que alimentan el miedo, la
angustia y la desesperación sin poner foco alguno en la buena gente que hace
que esta Tierra se mantenga en pie día a día?
La solución pasa por la cultura, la educación y en una
democracia más directa apoyada por la información objetiva y
la transparencia, lo que los ingleses llaman accountability, la “rendición de
cuentas” de los organismos públicos, exigida por una sociedad cada
vez más alerta y unos jóvenes tecnológicamente activos y combativos, que no se
van a conformar con el precario modo de vida que les ofrece el modelo actual
que, en realidad, hoy les está proponiendo que construyan su futuro sobre una
economía especulativa e insolidaria que alienta y premia la estafa, al
estafador y a la corrupción.
El reto no es menor, y el futuro que
seamos capaces de crear entre todos será la consecuencia inevitable de la
calidad humana que seamos capaces de construir en las próximas generaciones:
pedagogía, cultura, calidad, solidaridad, ecología, sostenibilidad, diálogo,
participación, interacción, consciencia, serán entre otros, conceptos
inevitables en los días que van a venir, si queremos sobrevivir como especie.
Valores para construir valor. Convocarlos no es solo un ejercicio estético, es un
imperativo moral para la Tierra que nos acoge y para nuestros hijos y las
futuras generaciones.
Tal y como planteó lúcidamente Gandhi
hace 150 años en la frase que abre este texto. Los ingredientes son los mismos,
siempre: principios,
consciencia, trabajo, ética, carácter y compromiso son la solución.
Porque hoy, la pregunta clave ya no es
¿qué mundo
dejaremos a nuestros hijos?, sino también, ¿qué hijos dejaremos a este mundo?
Os deseo una bella semana.
Álex
P.D.
Acompaño esta reflexión con un vídeo de mis amigos de www.whatonline.org en el
que encontraréis diferentes reflexiones sobre el futuro. Os aconsejo vivamente
las entrevistas que esta organización sin ánimo de lucro regala en su página
web http://whatonline.org/sobreelfuturo/ . Merece mucho la pena dedicar tiempo
a explorarla.
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