La llamada "Ley de control" nos dice que nos sentiremos positivos en la medida en que percibamos que controlamos nuestra propia vida, mientras que nos invadirá una sensación negativa cuando notemos que no ejercemos control o experimentemos que nos hallamos influidos, de manera notoria, por una persona o fuerza externa.
Comúnmente se admite que la mayoría de los estados de estrés, ansiedad, tensión y enfermedad psicosomática, aparecen como consecuencia de que una persona se siente bien controlada o bien que no controla alguna esfera importante de su vida. Es decir, te puedes sentir responsable de tu propia vida, feliz, positivo y confiado o, por el contrario, puedes sentirte controlado por otros, impotente, atrapado y víctima.
En cualquier caso, hacernos con las riendas de nuestra vida comienza por el control de los pensamientos, que es en lo único sobre lo que podemos ejercer un completo dominio. Lo que pensamos acerca de cualquier situación determina nuestro sentir sobre ella y este sentimiento es lo que establece nuestra conducta.
La autodisciplina, el autodominio y el autocontrol se consiguen desde el momento en que podemos dirigir nuestro pensamiento. Ninguna persona o situación puede hacernos sentir algo; solo la forma de pensar sobre una determinada persona o situación, es lo que nos hace sentir eso que sentimos.
Básicamente, hay dos formas de controlar cualquier circunstancia que nos esté causando estrés o malestar psíquico.
- La primera es pasar a la acción, enfrentarnos a ella y hacer algo para cambiarla; en otras palabras, imponernos a la situación y convertirla en algo diferente.
- La segunda consiste en desaparecer, quitarnos de en medio. Porque sí, hay veces que podemos recobrar el control apartándonos de la persona o de la situación y dedicándonos a hacer cualquier otra cosa.
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