Cuando sobrevaloras las necesidades de los demás e
infravaloras las tuyas. Aprende a decir
que NO. Aprende a dar valor a tus hobbies y a tu tiempo, al fin y al cabo, ¿no
es el rato en el que mejor te sientes?
Cuando no te
pones en el lugar que te corresponde y dejas que los demás abusen de ti y
de tu tiempo. Ponerte en tu sitio no tiene nada que ver con el orgullo y la
soberbia. Ponerte en tu sitio significa informar a los demás que hay
comentarios y situaciones que te sientan mal. Los otros deben conocerlos, por
el simple hecho de que estar informados puede evitarlos la próxima vez. Si no
dices a la gente qué te molesta o qué puede ser humillante o ridículo para ti,
los demás tampoco tienen por qué adivinarlo. Piensa que cada uno funciona y se
comporta atendiendo a su escala de valores y no siempre tiene que coincidir con
la tuya. Aunque tú la tengas muy clara. Recuerda, que los demás te traten mal, no es una
opción.
Cuando eres infiel a tu escala de valores. La
vida a veces te pone a prueba, desde esa cartera que te encuentras y que no es
tuya, al cambio de más que te han dado en la cafetería. Te sentirás muy mal
contigo mismo y te arrepentirás, si no te comportas fiel a tu escala de
valores. Si llevas toda la vida diciendo que no te quedarías con nada que no
fuera tuyo, devuelve esa cartera y ese cambio. Ejemplos como este hay muchos.
Hay muchas cosas accesibles y momentos en la vida en los que si traspasamos el
límite, igual otros no se enterarían nunca, pero ni un así es un motivo que lo
justifique. Porque los que te valoran no son los demás, sino tú a ti mismo,
y te lo aseguro, te dará remordimiento. Y si cuando cruzas tu escala de valores
no te sientes mal, igual es que nunca la tuviste.
Cuando
justificas el maltrato de los demás. No existe una sola excusa para
aquellos que faltan el respeto a otros, mucho menos para los que ridiculizan.
Ni el estrés que tengan en el trabajo, ni el que estén atravesando un momento
duro en sus vidas, ni su personalidad descontrolada. He oído muchas veces
decir… "es
que tiene un pronto muy feo, pero en el fondo es buena persona". El
que es buena persona lo es en el fondo y en la superficie, y se piensa muy
mucho lo que va a decir antes de hacer daño a otros.
Cuando crees
que las personas que están por encima de ti jerárquicamente, tienen el
derecho de permitirse ese lujo. Ni tu jefe, ni tu padre, ni alguien que tú
creas que está por encima, tiene derecho a tratarte mal. No es la jerarquía lo
que les otorga poder faltar al respeto, sino la poca calidad como personas.
En el caso en el que te estés faltando el respeto
a ti mismo sin que intervengan terceros, ¡PÁRATE! Piensa en qué te estás equivocando,
con qué no te sientes a gusto, qué te gustaría que fuera de otra manera. No te
sigas sintiendo mal por lo ocurrido hasta ahora, simplemente invierte tiempo
en planificar lo que deseas cambiar de ti… ¿Es la gestión de tu
familia, de tu trabajo, de ti mismo? Sea lo que sea, seguro que es susceptible
de cambio, y cuanto antes empieces, mejor. No te lamentes por lo que has
perdido o lo que has hecho de una forma que te avergüenza. Tú tienes valor a
pesar de los errores y las "torpezas", y te hace grande rectificar y
volver al camino… al tuyo, porque cada uno tenemos el nuestro y nadie puede juzgar si es
mejor o peor que el de los demás.
En el caso de que el motivo de "faltarte
el respeto a ti mismo" sea el trato que recibes de otro y el
que tú lo toleres… ¡PÁRATE TAMBIÉN! A pesar de que los
procedentes son difíciles de modificar, nunca es tarde. Sigue estas reglas sencillas:
Decide si la persona que te está haciendo daño en
tu vida merece seguir teniendo tu aprecio, tiempo o dedicación. Si es alguien
de quien puedes prescindir… ya estás tardando. No le debes ninguna explicación,
simplemente sácalo
de tu vida e ignóralo.
Si es alguien muy importante para ti, alguien que
merece otra oportunidad, aplica las siguientes reglas de comunicación.
Dile
claramente lo que te está haciendo daño, haciendo referencia a lo que dice o
hace contigo. Y añade, por favor, cómo te hace sentir y cómo desearías que te
tratase. Y para finalizar, comenta cuáles serán las consecuencias si no cambia
contigo. Mira el ejemplo: "No me gusta que me levantes la voz, haces que me
sienta ridícula y menospreciada. Me encantaría que pudiéramos hablar de lo que
no estamos de acuerdo en un tono de voz conversacional. Así podría expresarme
con naturalidad y sin miedo. Si no dejas de darme voces, tendré que cortar
nuestra comunicación y eso nos separará en nuestra relación".
Acompaña lo que dices con el contacto ocular, con seguridad en
tus palabras, pero con un tono y volumen de voz que no sean
acusatorios. Estás informando, no regañando. No ganas nada si te pones a su
altura. Piensa que además estás actuando como ejemplo de lo que necesitas del
otro. No se le puede pedir a alguien que deje de gritarte si tú le estás dando
voces.
Sé
coherente con lo que le has dicho. Si ves que te sigue gritando, sal de
la habitación, o dile que vas a colgar el teléfono y que no retomarás la
conversación hasta que no cambie en lo que le has pedido. No sigas repitiendo
tu crítica y amenazando con que te vas si no lo haces, porque perderás todo el
valor si no lo haces.
Hacerse respetar es parte del camino para valorarte y ser feliz.
No pierdas la oportunidad.
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