Tengo 55 años. Barcelonesa.
Estoy divorciada, vivo con mi pareja y sus tres hijos. Soy
psicóloga clínica, terapeuta y formadora en terapia Gestalt, terapia corporal y
constelaciones familiares. Creo en las pequeñas comunidades y en lo
social. Siento que hay algo más allá.
UN HOGAR
INTERIOR
En
Nacidas para el placer, instinto y sexualidad en la mujer (Rigden
Institut Gestalt), Darder afirma que en la actualidad las mujeres nos exigimos
ser las mejores en todos los ámbitos. Y para llegar a todos esos objetivos sólo hay una posibilidad
: desconectarse del cuerpo y, por tanto, del instinto. No hay tiempo para la
contemplación ni para saborear las vivencias, se pasa de una actividad a otra. Su solución es estar más en
el cuerpo, aprender a escucharlo, soltarlo. La mujer debe ir al contacto consigo misma, al cuerpo;
el hombre, a la emoción y la empatía. Sólo superando roles, prejuicios y
creencia podremos encontrarnos". Las mujeres necesitamos un
hogar interior.
A qué hay que atreverse?
A Atener un cuerpo distendido y relajado.
¿...?
Hay que dedicar tiempo a trabajarse corporalmente
para poder sentir qué es lo que queremos, porque estamos muy desconectados de lo que
sentimos, y no estoy hablando de sentimientos, que también los
confundimos, sino de sensaciones corporales.
¿No nos sentimos?
No. Y el cuerpo, si no lo tenemos tensado con lo
que hay que hacer, sabe estar relajado... Y si lo sentimos, sabemos qué es lo que necesitamos.
¿Está segura?
Sin ninguna duda. Y una parte de lo que
necesitamos es placer, pero con esos objetivos que nos marcamos, con esas ideas
sobre lo que debemos ser, nos perdemos y machacamos el cuerpo para que cumpla
en lugar de ir al ritmo que nos pide.
¿Y si tu ritmo es lentito lentito?
No hay cuerpos lentos, hay ritmos acelerados, vivimos en una
cultura de objetivos que mata lo natural, sólo tiene que mirar a su
alrededor: sometemos a nuestro cuerpo al mismo control y destrucción a la que
sometemos a la naturaleza.
¿Hay que bailar?
Bailar o realizar cualquier técnica que trabaje la
expresión corporal, que nos suelte. El cuerpo se autorregula, y si se lo
permites emerge la necesidad de placer y de sexualidad que hemos inhibido
totalmente.
¿Observación de psicóloga clínica?
Sí. El estrés es el enemigo más grande del cuerpo, y no
paramos de estar estrenados.
¿Por qué las mujeres se deprimen más, se reprimen
más y se medican más?
Porque el patriarcado no nos ha permitido la
expresión natural, sino que nos ha impuesto un modo de ser. Uno de sus mandatos
es que la buena mujer no es agresiva. ¿Cómo se define la depresión en
psiquiatría clásica?
¿Una agresión contra uno mismo?
Exacto, y si no hay permiso para expresar hacia
fuera, fácilmente se entra en depresión. Hasta principios del siglo XX las
buenas mujeres, según los científicos, no tenían deseo. Reprimir la capacidad
sexual también revierte contra uno mismo.
...Y confundir sexo con intimidad.
Dejamos
poco espacio al vínculo, al amor, a estar en contacto, y la sexualidad
es eso: intimidad, no un consumo más. El vínculo y el contacto físico es una
necesidad humana, necesitamos la intimidad, no somos panteras, somos seres
comunitarios.
¿Los roles de género aún nos atrapan?
Muchas mujeres sienten el dolor de no ser
realmente mujeres porque tienen pareja, hijos. Así que no importa lo que seamos
capaces de hacer ni de lograr si nuestra identidad sigue condicionada por esos
roles.
Hay mujeres a las que todo esto les parece
trasnochado.
A la mujer se la ha educado para que no accione en
el mundo, para que no sea curiosa, no investigue. Hacen falta tres generaciones para cambiar
comportamientos y creencias; aún hoy dejamos menos sueltas a las
adolescentes que a los adolescentes.
A menudo la autoestima de las mujeres está dañada.
;,por qué?
Tiene que ver con recuperar el instinto, es decir,
la capacidad de acción en el mundo y por tanto la agresividad.
Protestar, Protestamos.
Sí,
pero no creemos que tengamos derecho. El cambio viene por el cambio de
creencias. A las mujeres no se nos ocurre que tenemos derecho a estar
satisfechas sexualmente, sería todo muy distinto si lo creyéramos.
¿De qué se quejan las mujeres en la consulta?
De que no encuentran iguales, compañeros con los
que compartir, y de falta de deseo. Un ginecólogo señalaba: "Antes las
mujeres no sabían cómo tener orgasmos, ahora lo saben, pero están demasiado
cansadas". Buena madre, profesional, compañera..., esa perfección
tras la que vamos nos impide estar en contacto con nuestro cuerpo.
Hay manadas de mujeres solas.
Y también de hombres, pero ahí hay una gran
diferencia: el
hombre se construye para él y la mujer para el otro, nuestros deseos
están siempre en relación con el afuera. Los hombres no dicen: "Me falta
una mujer". Y esta es la creencia que hay que cambiar: la mujer
debe ser primero para ella, estar bien consigo misma.
¿Propone el egoísmo?
Luchamos como un hombre fuera de casa, sacamos la
ternura con los hijos y recurrimos a la seducción con la pareja. Dejamos de
estar presentes para poder llegar a todo.
¿Cómo escapar?
Hay que salir de la dicotomía masculino-femenino y
dejarnos ser lo que somos. Para ello debemos alejarnos de los roles y creencias
que caen sobre nosotras y recuperar una autoestima y un valor que a la mujer se
le han negado durante siglos.
¿Y la solución está en el cuerpo?
Cuando
conectamos con el cuerpo emerge la alegría de la vida. Tener conexión conmigo
es tenerla con la vida.
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