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divendres, 7 de novembre del 2014

EL ENTORNO FAVORABLE A LA FELICIDAD. Miguel Benavent de B

Habitualmente vivimos nuestro día a día de prisa, sin prestar atención a lo que hay a nuestro alrededor. Hacemos cosas sin parar, nos movemos de un lado a otro, nos relacionamos con gentes de todo tipo en la esfera personal y profesional, pero no prestamos atención a lo que hay a nuestro lado… o, lo que es peor, a lo que tenemos en nuestro interior, en el corazón! Nos han enseñado así, en este mundo de locos en el que la cantidad es más importante que la calidad, en todos los sentidos!

Quizás por esto no somos felices. Pues la felicidad es algo que está en nuestro interior, esperando a que la descubramos cuando vivimos lo que llega desde el exterior, en nuestra vida ordinaria. Solo cuando estamos realmente atentos, se manifiesta la felicidad, esa emoción que nos invita a sentir y a compartir lo que sentimos. Posiblemente lo hace ante un lugar hermoso y mágico que nos conmueve por su luz, su aroma o su sonido. O lo hace una mirada sincera y que clama compartirse a cambio de una sonrisa. O un gesto silencioso que lo dice todo sin palabras. Eso es la felicidad, algo momentáneo y fugaz, pero que provoca una emoción que nos inunda el corazón…

Pero demasiadas veces nuestro entorno está formado por gentes, escenarios, actitudes, momentos en los que resulta difícil que se sienta y se exprese la felicidad. Son circunstancias pasajeras, pero que no favorecen las emociones intensas, en un mundo en que el miedo en sus diferentes manifestaciones como el odio, la desconfianza, el recelo y el temor, campea a sus anchas y sin pudor. Y eso, día a día, nos va haciendo insensibles y bloquea lo que sentimos en nuestro corazón. Y así, ya aceptamos sin cortapisas la violencia gratuita, el deterioro del medio natural o la competitividad extrema que nos hace ser desconfiados, huidizos e impermeables a lo que sucede alrededor nuestro, en este mundo loco en que predomina la injusticia, le desigualdad y el desequilibrio.


Tal vez por eso afirmo que deberíamos cuidar nuestro pequeño mundo, en el que hay personas, situaciones cotidianas y lugares que son sagrados para nosotros, pues estimulan las emociones y las intensas sensaciones, por tanto, favorecen la felicidad. Esas personas que intentan ser ellas mismas, sintiendo y luego comparten, sabiendo encontrar o crear momentos mágicos o que convierten en mágica cualquier situación que viven. O esos momentos de tranquilidad con uno mismo o con alguien especial, en que el silencio, una interesante conversación o una buena lectura estimulan nuestros sentidos y emociones, despertando el corazón. Cerca de cada uno de nosotros hay siempre escenarios posibles y
adecuados para la felicidad. Solo necesitas despertar tu corazón y dejarlo sentir y expresar lo que vive a cada instante, sin juzgarlo ni intentar evitarlo. Verás que en eso y nada más consiste la felicidad que siempre habías buscado en personas inexistentes e irreales, en lugares paradisíacos o en momentos señalados como únicos e irrepetibles… cuando la felicidad no necesita más que vivir lo que vivas a cada instante en el hoy, con amor!

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