Es la hora de la vida en común, de no dejar a
nadie en la cuneta, de mirar al otro para encontrarnos a nosotros mismos.
Nuestra capacidad
altruista aflora en los tiempos difíciles. En las crisis, sobre todo
económicas, se necesita ayudar y crear una red de confianza que permita seguir
creyendo.
Somos hijos de las necesidades desde
que nacemos. Es nuestro mayor nutriente, la red invisible de seguridad y
compasión.
A
estas alturas de la vida se puede afirmar que los planteamientos físicos que que desvelaron mentes como las
de Isaac Newton, René Descartes y Charles Darwin tenían un punto erróneo al
considerar las leyes de la naturaleza desde una perspectiva mecanicista. Quedaban
reducidas a una fórmula matemática, separable de sus partes y, para colmo,
destinadas a luchar por una existencia en la que solo ganarán los más fuertes.
Y cómo los humanos formamos parte de esa naturaleza, pues las leyes sirven lo
mismo para la ameba que para usted.
Tal y como expresa Lynne
McTaggart, gran divulgadora científica americana residente en Londres, "los
últimos descubrimientos que se han hecho en toda una diversidad de disciplinas
-desde la neurociencia y la biología hasta la física cuántica- ponen de
manifiesto que el impulso más básico de la
naturaleza no es la competencia, como sostenía la teoría evolutiva clásica,
sino la integración de la totalidad". Dicho de otro modo y en sus propias palabras: "Los seres vivos, incluidos los seres humanos,
tenemos la necesidad instintiva de conectarnos, prácticamente por encima de
cualquier otro impulso e incluso arriesgando la vida por ello".
Así es la vida, y no como nos la habían contado.
Hablar entonces de una conducta altruista es como apelar a nuestra propia esencia. No se
trata de que a algunos les toque el gen altruista y a otros el gen egoísta,
sino del alma que nos une a todos. Eso sí, hay quien alimenta sus actos de ese
amor y quien se empeña en darle la razón a Mr. Darwin y convertirse en un depredador
de almas ajenas. Si todos hubiéramos hecho lo mismo, ¿quedaría alguien en este mundo?
ACABAR CON LA DUDA
"La
naturaleza humana es buena y la maldad es esencialmente antinatural". (Confucio)
No todo el mundo estaría de acuerdo con la frase de Confucio. Por ejemplo,
Simone de Beauvoir creía que la naturaleza del hombre es malvada,
convirtiéndose a la bondad a través de la cultura. Durante siglos y aún hoy
existe un inagotable debate sobre nuestras esencias malignas o bondadosas.
Aunque estaríamos de acuerdo en que hay de todo en la viña del Señor, mi
interés reside en la diferencia entre una mente que cree en una cosa o en la
otra. ¿En
qué cree usted? ¿Experimenta lo mismo el que cree que la naturaleza del
hombre es malvada que el que cree en su bondad?
No hay que tener demasiadas
dudas al respecto. Somos hijos de las necesidades desde que nacemos, y en
la relación que se establece con los que nos cuidan nace primero el apego y
después eso que llamamos vínculos afectivos. Es nuestro mayor
nutriente, la red invisible de seguridad y también de compasión. Si existen conductas
malignas es por ausencia de ese amor, por desconexión con el alma humana.
Planteo
este tema a raíz de la publicación en EL PAÍS del domingo 25 de marzo de un
interesante informe sobre el altruismo. En él se cita que unos cuatro millones
de españoles participan en algún tipo de voluntariado, cifra que sin duda
aumenta cada día ante los acontecimientos que estamos viviendo, por no decir
sufriendo. Comparados con Europa, estamos en la zona baja, aunque está calando
imparablemente, convencidos de que el mundo que hemos conocido hasta ahora
necesita más que nunca de la generosidad de todos.
VALORES INVERTIDOS
"El hombre es un milagro sin interés" (Jean Jacques Rousseau)
Existe un acuerdo común en etiquetar la crisis que
padecemos como una "crisis de consciencia".
Llevamos años confundiendo la vida material, la cultura del tener, como la
mayor fuente de felicidad. Una vida satisfactoria ha quedado asociada al éxito,
a la competencia, a la abundancia, a la eterna juventud, a la belleza estética
y, por supuesto, a una acaudalada cuenta corriente. Se invirtieron los valores y a muchos les
dio por acariciar la codicia. Todo lo contrario que mueve al altruista. Todo lo
contrario de lo que significa una cultura del ser.
Lo que pone de manifiesto la situación actual es algo impensable hace un tiempo:
para muchas personas, el altruismo es una forma de estar en el mundo, una
actitud vital, una elección que describe una nueva conciencia. El derrumbe de
la visión materialista de la existencia viene equilibrado por la emergencia de
iniciativas que proponen una manera diferente de vivir, más basada en nuestra
capacidad de unir y no de dividir. De colaborar y no de solo competir. De vivir desde el
corazón y no desde el bolsillo.
Imaginemos solo por un instante que, una vez de vuelta a la normalidad del
bienestar, volviéramos a los mismos pecados capitales que la causaron. ¿Qué lección
no habríamos aprendido? El ejemplo que nos dan las más de 30.000 organizaciones
sin ánimo de lucro, de las cuales un 70% funcionan a base de voluntarios, es
impagable. Pero no lo vean solo como un acto de mera sensibilidad social. Les
sugiero, por experiencia, que lo contemplen como actos de amor.
MÁS GENEROSIDAD
"Nunca dudes que un
pequeño grupo de ciudadanos pensantes y comprometidos pueden cambiar el
mundo" (Margaret Mead)
Estamos ante la gran prueba de la generosidad. Solo saldremos adelante si cada uno, a su
modo, con sus medios y sus influencias, alcanza a ir un poco más allá de sus
expectativas. Y eso vale también para los que gobiernan, para los
que inciden de un modo u otro en crear condiciones para que las personas
puedan tener la mejor vida posible. Esas condiciones pasan hoy por atender al bienestar
subjetivo, eso es, a la vida interior de las personas, a sus afectos, a su
autoconocimiento, a su sentido existencial.
Es la hora de plantearse una vida que valga la pena
ser vivida
por sus valores, por su grandeza, por hacernos bien al espíritu. Es la hora de
la vida en común, de no dejar a nadie en la cuneta, de mirar al otro para
encontrarnos a nosotros mismos. Para ello no hace falta ir muy
lejos; no hace falta buscar causas allende los mares. Seguro que al lado de casa,
o dentro de ella, encontrará causas que despierten a su alma y la pongan en
acción. Les aseguro que pocas experiencias dan más sentido que hacer mejor la
vida de los demás. Todos los estudios psicológicos que se han realizado al
respecto admiten el efecto sanador que tiene tanto para el que da como para el
que recibe.
La práctica altruista, el voluntariado es hoy transversal. No se limita a
algunas actuaciones solidarias, sino que se aprende a vivir solidariamente.
Es la gran transformación individual y social que puede esperanzar a aquellos
que en la actualidad no ven más que tinieblas. Como le gusta cantar a Macaco, 'love
is the only way" (el amor es el único camino). •
CONECTAR
Y AYUDAR
PELÍCULAS
- Cadena de favores; de
Mimi Leder. Warner Bross.
- Patch Adams; de Tom Shadyach. Universal Pictures (1998).
- La lista de Schindler; de Steven Spielberg. Universal
Pictures (1993).
-'El vínculo; de Lynne McTaggart. Editorial Sirio (2011). Un tratado riguroso sobre la conexión entre nosotros.
Aquest article es de lo millor que he llegit, estic totalment d'acord amb aquest plantejament. Moltes gràcies per compartir-lo.
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