A menudo afirmo que en esta vida solo tenemos dos opciones,
llamémosle esenciales: El miedo o el amor! Sin duda todos eligiríamos el
amor, aunque no es siempre fácil. Porque el amor nos expande, ayuda a
establecer relaciones positivas con los demás y con lo que nos rodea y nos
ayuda a ser más nosotros mismos… El miedo, en cambio, nos contrae y bloquea
ante lo que sucede a nuestro alrededor, establece relaciones negativas -e
incluso tóxicas- con los demás y el entorno y nos priva de dejar fluir lo que
en realidad somos cada uno de nosotros, impidiéndonos la felicidad!
No obstante, el miedo también tiene sus ventajas en
nuestra vida. Ante la mera supervivencia es crucial, pues nos ayuda a estar
permanentemente alertas a lo que sucede y, llegado el caso, a reaccionar,
escapando de lo hostil que pudiera llegar a nuestra vida! Quizás solo
deberíamos cuestionarnos a qué denominamos “hostil”, pues nuestra mente muchas
veces se sirve del miedo y lo cronifica para que evitemos lo nuevo y
desconocido que sin duda llega a nuestra vida…
Pero, la verdad es que en
nuestro mundo y tal como están las cosas, muchas veces el miedo -en el sentido
más mundano- es lo que nos permite seguir vivos y/o nos impone la necesidad
imperiosa de cambiar las cosas. Por ejemplo, en un mundo insano como el
nuestro, el miedo nos exige estar alertas a lo que llega a nuestra vida, día a
día. Lo que nos rodea, los alimentos, el aire que respiramos, entre otras cosas
más, se vuelven tóxicos y muchas veces atentan contra nuestra salud física,
mental o emocional…
A este tipo de miedo le llamo miedo concreto, muy diferente a
ese otro ficticio creado en nuestra mente. Ese otro miedo muchas veces
se alimenta de recuerdos del pasado, de malas experiencias, de expectativas
incumplidas y heridas! Y que casi nunca existen ya en nuestra vida! El miedo
concreto, sin embargo, es real y lo despiertan todos aquellos tóxicos que hay a
nuestro alrededor, desde ciertas personas sin escrúpulos, a los alimentos, al
aire o a los miles de riesgos que existen cada día en nuestras vidas! Y es entonces
cuando el miedo nos invita a la prevención, a cuidarnos ante todo aquello que
nos impide a ser tal cual somos y sentimos, privándonos de vivir en paz y
sanos.
El ser humano tiene una enorme
capacidad de adaptación, incluso ante lo que le es nocivo! Y eso, obviamente,
incluye el vivir atemorizado, permanentemente…lo que configura una actitud
vital y dañina. Una cosa es tener miedo ante una situación de incertidumbre…y
otra muy distinta es incorporarlo como un hábito perenne en nuestra manera de
vivr. Y lamentablemente conozco muchas personas que viven con él…como yo mismo
hice durante demasiados años de mi vida. Vivir con miedo les impide recibir lo bueno de la vida y
el amor que hay alrededor! Ven amenazas, allí donde hay
oportunidades y, sobre todo, dejan de vivir todo aquello que llega a su vida y
merecen, por miedo a lo nuevo y/o al cambio!
Así el miedo -como el estrés
que provoca- es saludable, siempre y cuando no sea una actitud en la vida! El
miedo nos protege, es verdad, ante situaciones y circunstancias adversas
concretas, pero no hay que dejar que la mente fabrique miedos de ficción e
irreales, allí donde hay oportunidades para ser felices y/o aprender a serlo! Al fin y al
cabo, el miedo en el fondo es una actitud en la vida, que solo exige amor (es
decir, confianza), libertad y valentía para que no se convierta en un mal
hábito y nos impida experimentar y compartir el amor que siempre hay a nuestro
alrededor!
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