Todo el mundo
coincide en que jugar es una actividad fundamental para el desarrollo de los
niños, pero pocos son conscientes de la importancia de seguir jugando en la
edad adulta.
En nuestro
idioma, los adultos usan el término juego para apuestas, loterías y casinos, en
las antípodas de una actividad creativa. En inglés, sin embargo, play es un
verbo dinámico y proactivo, ya que reúne acciones como “jugar”, “actuar”,
“activar” o “tocar un instrumento”. En una traducción literal pero inadecuada
nos damos cuenta, por ejemplo, de qué bella es la expresión “jugar la
guitarra”, porque denota un proceso experimental, lúdico y creativo vinculado
al aprendizaje.
El psiquiatra
norteamericano Stuart Brown compara
el juego con el oxígeno: “Está a nuestro
alrededor, pero no lo apreciamos hasta que lo perdemos”. Según
una investigación de este autor, que ha fundado el National Institute for Play,
muchos convictos por delitos criminales en las cárceles de Texas reconocieron
la falta de juego en su infancia, lo cual limitó su tolerancia y sus recursos
en la edad adulta.
Jugar es mucho
más que una diversión para niños. Es la expresión de un ser humano que
despliega todas sus capacidades para adaptarse a un entorno siempre cambiante. El juego amplía
el ancho de banda de nuestras relaciones con los demás y nos ayuda a lidiar con
un amplio abanico de situaciones.
Todos estamos
invitados a respirar este oxígeno que nutre los pulmones del alma de ilusión
renovada y creatividad. Desde jugar con nuestros hijos a aprender a tocar un
instrumento, pasando por imaginar otras realidades o proyectar lo que aún no
existe, como hacíamos de pequeños.
Y quizás lo más importante es que a través del
juego podemos por un lado, librarnos del ego, o por otro (en el mal perder)
verlo con nitidez y poderlo trabajar. Un viejo amigo nos comentaba no hace
mucho que si quieres en verdad conocer a alguien fíjate en la relación que
tiene con el dinero (si es generoso o avaro, o si tiende a invitar o se hace el
despistado a la hora de pagar, por ejemplo), y también observa cómo vive el
hecho de jugar, el ganar y el perder, el sentirse acorralado. En los pequeños
gestos de la vida se muestran los grandes guiones de nuestras grandezas y
miserias.
No estaría de
más, de vez en cuando, detenernos a observar y darnos el permiso de ver la
maravilla que se produce cuando niños, adultos e incluso animales, juegan
libremente, se sueltan, se dejan ser, y la alegría brota a borbotones. Y tras
esa observación, darnos el gustazo de soltarnos a jugar.
Juguemos, pues, porque la vida es juego, y los juegos, juegos
son.
Álex Rovira y Francesc Miralles
P.D. En este
vídeo, ameno y fascinante, Sir Ken Robinson comparte una serie de reflexiones
lúcidas y divertidas sobre la creatividad, la educación, el juego como camino
de manifestación del talento natural y otras cuestiones que tienen que ver con
el crecer como personas. Merece mucho la pena dedicar tiempo a contemplarlo.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada