Alba Payás nació en Manresa,
aunque vive actualmente en Barcelona. Lleva más de 20 años acompañando a las
personas que afrontan la muerte o el duelo. La psicoterapeuta Alba Payás ha
decidido compartir esta experiencia en Las
tareas del duelo. El manual aborda desde un modelo integrativo relacional
una temática que durante años ha sido relegada a un segundo plano en las
universidades de Psicología.
Alba Payás, de 54 años de edad,
es directora del Instituto Picoterapia Integrativa Relacional (IPIR) en
Barcelona. Su formación clínica tiene origen en Metanoia Institute, en Gran Bretaña.
También es miembro certificado de la Asociación Internacional de Psicoterapia Integrativa
de Nueva York (IIPA) y, además, ha dirigido durante 10 años el servicio de Apoyo
al Duelo de Girona. Es docente en varias universidades y creadora del modelo integrativo-relacional
en pérdidas, duelo y trauma.
El duelo es uno de los grandes
olvidados de la formación en Psicología.
Las facultades de Psicología no
han tratado nunca el tema del duelo en profundidad, también por la ausencia de
modelos. El modelo Integrativo relacional ofrece un marco teórico para la comprensión
de la experiencia de pérdida y es además una teoría de métodos que aclara cuando
una intervención es adecuada y cuando puede “hacer daño” o causar iatrogenia. Por
suerte, esta tendencia está cambiando.
Este tema ha despertado un
interés creciente desde hace diez años, sobre todo en el campo de la
psicología, la antropología, la filosofía y la espiritualidad. Cada vez hay más
profesionales que sienten la necesidad de especializarse en duelo.
¿Qué errores se cometen por falta de
especialización?
Muchos psicoterapeutas
consideran que el sufrimiento no tiene sentido y que el objetivo terapéutico es
simplemente reducir ese dolor a través de medicación y consejos, les dicen a los
pacientes “despídete”,
“rehaz tu vida”, “no pienses en ello….”. El modelo está basado en la
buena intención, pero hoy sabemos que estas recomendaciones, dadas de forma indiscriminada,
son mala praxis clínica.
Así pues, ¿cómo debe de proceder el
psicoterapeuta?
El psicoterapeuta debe de acompañar y ayudar a la persona a
vivir ese sufrimiento, utilizarlo como camino y darle sentido. No se puede
evitar el dolor. Pero, desafortunadamente, un gran número de profesionales de
la psicología sigue diciendo barbaridades a la gente en duelo. El modelo de la
buena intención es un mal modelo de intervención. Esta fue, precisamente, una
de las cosas que me motivó a escribir el libro.
¿Cuáles son las más gordas que ha
oído?
Terapeutas que recomiendan a
pacientes que se aten una goma a la muñeca y que la estiren cada vez que
piensen en la persona que han perdido. Otros que les sugieren que se deshagan de
las cenizas o coger la foto de la persona amada y decirle “adiós”, o distraerse
con actividades o recomendarles que no vayan al cementerio. La utilización de
frases hechas como “ya tendrás otros hijos”, o “mejor ahora que
más adelante” a padres que han perdido un bebe al nacer o un aborto
son lamentablemente aún es frecuente entre profesionales.
¿Y qué tipo de consecuencias acarrea
este mal modelo?
Mucha gente acaba rechazando la
ayuda, acaba revictimizada por el terapeuta. Un problema añadido es que la
persona que acompaña en el sufrimiento tiene que estar dispuesta a mirarse a
ella misma. En el mundo de la psicología y la psicoterapia en nuestro país aún
hay muchas formaciones que no incluyen la parte de trabajo personal. El psicólogo
primero debe conocerse a sí mismo. Es imposible acompañar a alguien
en el dolor cuando el tuyo no lo has atendido, no eres capaz de gestionar tus
propias emociones y acabas animando a la persona en duelo a que evite su
sufrimiento, es decir proyectando tus propias pérdidas no resueltas. La
formación en psicoterapia en duelo, final de vida y trauma requiere de una gran
exigencia personal de introspección.
La empatía es importante para ayudar
al prójimo.
Sí, lo que pasa es que este
concepto se tiene que definir mejor. La empatía no es sólo decir “te entiendo”
desde la comprensión intelectual. La verdadera empatía se ejerce desde la persona que
conoce sus propias emociones y es capaz de entrar desde dentro, en la experiencia
subjetiva del otro. Y la empatía es la herramienta que nos permite “conocer”
a la persona en duelo , que es más que “entenderla”. De hecho un buen terapeuta
raramente dice “te
entiendo” a sus pacientes porque es obvio por sus intervenciones que
está en sintonía con sus necesidades y atendiéndolas. Y para eso necesita tener
en cuenta todas las dimensiones de la experiencia, no solo lo que dicen
verbalmente sino también lo que no dicen y expresan con sus lágrimas, suspiros,
su cuerpo. Desde el modelo de psicoterapia integrativa–relacional emocional estamos más
interesados en conocer a la gente que en cambiar su manera de ser. Y
la relación es la herramienta principal de intervención, porque solo dentro de
una relación se puede sanar lo que la falta de relación ha causado.
¿Qué es el duelo complicado?
Es una patología de duelo que
padece un pequeño porcentaje de personas a las que les cuesta recuperarse
después de la pérdida de un ser querido, y que son incapaces de rehacer sus
vidas especialmente en lo que atañe a sus relaciones.
¿Qué ocurre en nuestro interior cuando
perdemos a alguien que queremos?
La muerte y la separación de
una persona a la que amamos despierta muchas reacciones emocionales y físicas
que están ligadas a diferentes tareas que hay que atender. Por un lado, está la
parte traumática, asociada a cómo fue la muerte –el sufrimiento de la
enfermedad, mi impotencia por salvarlo, cómo me dieron la noticia; hay otra
parte que tiene que ver con la pérdida de la relación, es decir, el echarlo a
faltar, no haberme podido despedir de él, tener algo pendiente que no le dije,
o tal vez puedo emocionarme por el futuro que ya no podremos compartir, porque
parte de mi identidad la construí a través de esa persona. Por lo tanto, vivir el
duelo no es sólo llorar por el difunto por lo que ha perdido el o ella, sino
también por la parte de mi que se ha ido y que tendré que volver a construir. También
ante la situación de separación, se ponen en marcha todas nuestras formas aprendidas
sobre cómo manejar el sufrimiento, y como responde el entorno a esta necesidad de
apoyo, y esta tarea también hay que explorarla.
¿En qué consiste esta parte?
Hay duelos complicados o
crónicos que tienen su origen no tanto en la pérdida de la relación por la
muerte del ser querido, sino en la manera como el entorno respondió después del
trauma. Recuerdo el testimonio de un adulto que expresaba como al morir varios
miembros de su familia en un mismo accidente de automóvil, la falta de apoyo y
reconocimiento tanto en el entorno familiar como en la escuela le marcó de por
vida: “si yo hubiera llegado a la escuela y me
hubieran escuchado, reconocido en mi dolor y permitido hablar de mis sentimientos,
seguramente mi vida hubiera sido diferente”. El fracaso de la
red social y familiar de dar apoyo es un duelo secundario que hay que tratar.
¿Hasta qué punto es importante para la
sociedad dar un buen tratamiento al duelo?
El duelo es un problema
sumergido porque no es detectado ni tratado de forma adecuada desde atención
primaria y salud mental. La falta de tratamiento adecuado hace que tenga un coste
económico, social, laboral y relacional muy alto. La persona con duelo tiene un
consumo elevado de recursos sanitarios, más bajas laborales, consumo de
medicación además de la afectación familiar. Este coste se podría prevenir con
una atención preventiva como, por ejemplo, apoyando la implementación de
unidades especializadas.
¿Cómo integrar estas unidades de duelo
en el sistema sanitario?
El modelo anglosajón es un gran
ejemplo sobre cómo con poco dinero puede crearse una red estatal de apoyo. Las
unidades de duelo podrían estar adscritas a la atención primaria, a paliativos,
centros de salud mental y fundaciones públicas y privadas. En España hay hoy
una red totalmente fragmentada de pequeñas iniciativas. Ni la red está
conectada ni inserida dentro de los recursos socio-sanitarios, ni cuenta con el
debido apoyo y reconocimiento institucional. En mucha parte del territorio las
familias no saben adónde acudir y acaban lamentablemente con sobre-medicación.
¿A cuántas personas podría afectar en
España el duelo complicado?
Se calcula, teniendo en cuenta
lo que llamamos el índice de duelo, que a unas 200.000 personas cada año, que
por supuesto se suman a las del año anterior. Es un coste extraordinario para
el sistema socio-sanitario.
¿Cuáles son los síntomas?
La persona sentirá un estado de
ansiedad que le dificultará poder trabajar, reincorporarse a la vida o acabará
con una depresión crónica asociada a sentimientos profundos de culpa, enojo o
añoranza. También existe un colectivo de personas muy funcionales que vuelven a
rehacer su vida –se casan, tienen hijos-, pero sus decisiones están
influenciadas por el trauma no resuelto que vivieron. De este colectivo se
habla poco pero les vemos en consulta.
Un ejemplo.
Alguien que consulta por que es
muy infeliz a nivel de relaciones de pareja. Al explorar se identifica un duelo
no resuelto de la primera pareja , o quizás de uno de los padres en la infancia.
De alguna manera aquella persona ha tomado la decisión, inconsciente por
supuesto, de que nunca más entregará su corazón a nadie. La decisión de no
tener hijos, entre otras, es otro ejemplo posible de decisión o guión de duelo
no resuelto
¿Cuál es el principal peligro del
duelo?
Aislarse, encerrar el dolor y no hablar de lo que a uno le pasa. Compartir con
los demás permite expresar las emociones y con ello se facilita una
construcción más adaptada de la historia de pérdida. El dolor no expresado hace
daño, incluso físicamente la persona se va doblando y consumiendo.
¿Las lágrimas son buenas?
Las lágrimas liberan hormonas
del estrés (la prolactina entre otras ) y ayudan a elaborar el duelo, no sólo
porque reducen el nivel de estrés, sino porque neurológicamente la expresión de
la tristeza activa la memoria y facilita el proceso narrativo de la experiencia
pérdida. Por supuesto hay que buscar un equilibrio entre encontrar el momento
para el dolor y su expresión y el momento de hacer el esfuerzo de salir de éste
y conectar con la vida y el futuro.
¿Durante cuánto tiempo tenemos que
guardar duelo a un ser querido?
No hay un calendario para el
duelo, no hay un tiempo mínimo. La pérdida de un hijo te emocionará para
siempre, aunque de otra manera. La frase de que “el tiempo lo cura todo no es cierta”.
Hay gente que dice que el primer año es peor, pero otras opinan que es el segundo,
porque durante los primeros meses estaban en un estado de negación profunda que
les protegía del dolor.
¿Cómo tratar a alguien que acaba de
tener una gran pérdida?
Compartiendo el
sufrimiento con él, poniendo palabras al dolor, ayudándole a expresar verbal y
emocionalmente lo que está sintiendo; no teniéndole miedo al sufrimiento ni
prisa por paliarlo. También es importante implicarse, no decir “si me
necesitas, llámame”, sino “si me necesitas, llámame, pero si no lo haces, permíteme
que te llame de vez en cuando o que venga a verte a tu casa”. La gente no
necesita “power points” sobre el amor, la gente en duelo necesita presencia
física e implicación
¿Podemos aprender algo a raíz de la
muerte de una persona cercana?
En medio de este proceso de
explorar el dolor, de penetrarlo, compartirlo, ponerle nombre,integrarlo y
darle sentido, emerge siempre un sentido de esperanza, de crecimiento y de transformación
de la identidad. Muchas personas expresan que a través del duelo se han vuelto
más tolerantes, tiernas, amorosas o que han tomado decisiones en su vida que
les llevan a la autenticidad.
El duelo es un aprendizaje más.
Nos llama a ser quien somos de verdad, liberarnos de las
defensas que hemos construido a lo largo de nuestra vida para protegernos del
dolor, pero que nos aíslan de la gente de nuestro entorno, y de nosotros
mismos. He
escuchado a muchas personas decir que, aunque preferirían que no les hubiera
pasado, el duelo les ha llevado a un camino de aprendizaje, y se han hecho más
fuertes y más dedicadas a los que aman. Aprender a conocerse mejor a uno mismo y a amar, vivir la
vida con más plenitud y en honor a nuestros seres queridos fallecidos, esta es
la esperanza al final del duelo.
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