Giorgio Nardone, psicólogo y psicoterapeuta, padre de la terapia breve estratégica
Tengo 52 años. Nací y vivo en Arezzo, Italia. Estoy divorciado y tengo pareja. No creo en la política de Estado, sino en la responsabilidad de cada individuo con relación al colectivo. Soy escéptico; para mí no existe nada más que lo que construimos a diario.
Sin bemoles
La besadora de sapos cree poder transformar con el amor a cualquier hombre. A la depredadora le urge construirse una seguridad sentimental. La timonel se convierte en la entrenadora personal de su pareja. Nardone ha clasificado 17 tipologías femeninas y su manera de abordar las relaciones de pareja (Los errores de las mujeres en el amor, Paidós). Pero también es cierto que las mujeres están algo decepcionadas del género masculino: "El hombre occidental ha ido perdiendo su masculinidad, cada vez menos capaz de hacer sentir a la mujer protegida y eróticamente seducida. Sin embargo, la mujer es cómplice: un hombre débil es cómodo. Lo que al principio los une los acaba separando".
Las mujeres sufren más por amor que los hombres?
La mujer es más compleja psicológica y biológicamente, siente más y, por tanto, tiene más espacio para sufrir.
Pues deme pautas para sufrir menos.
Cada nuevo amor se transforma y acaba; esto siempre es una pérdida, un luto. Pero también podemos aprender a cometer menos errores.
¿Cuáles son esos errores?
Gestionamos nuestras relaciones amorosas a través de lo que nos ha funcionado en el pasado; así establecemos unos guiones de relación que se convierten en inconscientes.
Y repetimos una y otra vez...
Exacto. Para huir del fracaso es esencial que sepamos que estamos representando un papel, cada vez más rígido, y que cambiemos de personaje.
¿Por ejemplo?
La lamedora de heridas escoge siempre hombres heridos y despechados por amor. Cuando ellos consiguen superar su trauma, la dejan. He estructurado 17 tipologías con las que las mujeres suelen abordar las relaciones amorosas.
¿Cuáles son las más comunes?
La desbordante: guapa, capaz, exitosa, que puede con todo y lo hace todo. Suele emparejarse con hombres complementarios.
¿Y cuál es su complemento?
El débil y sumiso, que le permite brillar y que acaba desilusionándola porque no está a su altura. Si escoge a un hombre más fuerte, lo asfixia con sus continuas críticas e intimidaciones. Debería flexibilizar su guión y aprender a utilizar otros guiones.
Pero si es bella, capaz y exitosa, ¿por qué debe cambiar?
Si quiere tener pareja, debe dejar más espacio al hombre. Otro papel típico de nuestros días es la mujer ejecutiva, la que le organiza todo a su pareja y se convierte en una segunda madre; por lo tanto, deja de ser interesante como compañera. La ejecutiva debería asumir rasgos de la amazona.
¿La amazona va por libre?
Tiene al hombre bajo su poder, maltratándolo si es necesario. Al principio tiene éxito, es segura y capaz, pero acaba siempre sola porque su ideal es imposible: un hombre que sea a la vez dominado y dominador.
¿Qué le sorprende tras tumbar en el diván a más de 15.000 pacientes?
Una paradoja: las mujeres son mucho más capaces que los hombres en casi todo, pero también se complican la vida sentimental mucho más que ellos.
Hay muchas mujeres solas.
Sí, pero no es una elección. Han repetido tantas veces su guión que están desilusionadas. No existe la soltera o el soltero feliz.
Pero los casados tampoco brincan de alegría.
El amor sabio tiene tres componentes que hay que cultivar: el primero es que la pareja no deje nunca de seducirse y cortejarse, tal como hacen los animales monógamos.
¿?
Los albatros o los lobos árticos repiten el ritual de cortejo en cada estación del amor. La segunda regla es la complicidad; es fácil detectarla observando cómo se miran.
Qué bonito.
Tercera: la exclusividad; lo que ocurre entre las dos personas es único e irrepetible con otra. El amor sabio no acepta el engaño, y es muy difícil de mantener: son como dos funambulistas caminando en paralelo en la cuerda floja y compartiendo la barra estabilizadora. Si uno se endurece, el otro se ablanda; si uno tropieza, el otro lo sostiene.
Y los hombres, ¿no tienen guiones?
Somos mucho más primitivos, menos complicados, tenemos cinco guiones: el macho, el intelectual-radical-chic-snob (insoportable), el calzonazos, el pigmalión y el capitán de aventura (fascinante, el que enamora a las mujeres y luego escapa).
¿Qué tipo es usted?
Capitán de aventura y algo pigmalión.
Ya.
Los guiones suelen estar mezclados. La mujer hada, por ejemplo, suele tener algo de seductora.
Lo de hada suena insuperable.
No se equivoca: es buena, capaz, guapa, elegante, inteligente, dulce y atenta con todos, y le mueven las mejores intenciones.
Entonces, ¿cuál es su error?
Quiere conservar la serenidad en su relación hasta el punto de que pasa por alto cualquier agravio. Su complementario es su opuesto: un maleducado, agresivo e infiel.
Te casas con tu mayor defecto, decía mi madre.
La complementariedad suele basarse en los elementos disfuncionales de la pareja. Todos los guiones son buenos, son el fruto del éxito, pero como las medicinas, demasiado se convierte en veneno. Hay que ser flexible. Y aceptar previamente las fases del cambio que el tiempo acabará presentando en la relación.
¿Qué deben saber las mujeres de los hombres?
El hombre desea que la mujer sea su amante, ellas deben saber provocar el erotismo en el hombre y mimarlo cuando se siente frágil.
¿... y los hombres de las mujeres?
pfff... demasiado complicado, agotador y poco natural... supongo por eso y por mucho más demasiados estamos como estamos... :-)
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