Luchar por alguien, necesitar
al otro, amar demasiado. Son expresiones que están en nuestra vida cotidiana y
que, ya sea por influencia de la literatura romántica, los clichés con los que
crecemos o las escenas tórridas de cine y series de televisión, hacemos
nuestras y las adquirimos como válidas. El problema surge cuando amar nos hace
daño y nos produce sufrimiento hasta el punto que perdemos las riendas de
nuestra vida y pasamos a depender emocionalmente de terceras personas. El diagnóstico
tiene nombre: dependencia emocional, y en nuestra sociedad está más extendido
de lo que creemos. Silvia Congost es psicóloga especializada en el
tratamiento de la dependencia emocional y acaba de publicar el manual Cuando amar demasiado es depender
(Oniro), donde da a conocer algunas de las claves que se pueden aplicar para
librarse de esta situación.
Congost reconoce en el libro
que ella fue prisionera de una relación dependiente, por lo que acabó
especializándose y recogiendo información sobre una adicción que puede tener
los mismos efectos devastadores para nuestra salud que otro tipo de
dependencias tóxicas más tipificadas. Para la psicóloga, la base de todo está
en entender la diferencia entre el amor y dependencia: “amar
es elegir al otro, y esto quiere decir ser libre y tener el poder. Dependencia
es necesitar, y esto implica ser esclavo en esta relación, tener miedo a perder
al otro y vivir en una decadencia absoluta”.
-El amor es una elección y, aún así,
es una de las principales causas de sufrimiento de la humanidad. ¿No sabemos
escoger bien?
-Es cierto que hay muchas
relaciones de pareja que no funcionan porque elegimos mal. Escogemos sin
conciencia, sin tener claro qué es lo que buscamos y cuáles son las
características que nos gustaría encontrar en la otra persona para que encajen
con las nuestras. Por otro lado, muchos de los casos en los que se acaba
sufriendo, se deben a que nos eligen a nosotros. Si partimos de una autoestima
baja y tenemos miedo a no encontrar a nadie que quiera estar con nosotros, cuando
alguien nos escoge nos aferramos a él o a ella con todas las fuerzas. El resultado
suele ser que te adaptas a esa persona y dejas de ser tú mismo.
-Interpreto entonces que el
sufrimiento no tendría que tener lugar en las relaciones de pareja…
-Nunca. La palabra sufrimiento
y la palabra amor jamás tendrían que ir juntas, lo que pasa es que no lo
tenemos entendido así. Creemos que una relación de pareja es una lucha, que hay
que sufrir, que hay momentos en los que, para que funcione, lo tienes que pasar
mal ¡No tiene nada que ver con todo esto!
-Sufrir por amor tiene cierto punto
heroico en nuestra sociedad…
-La lucha en una relación no
tendría que tener cabida jamás. Una relación de pareja tiene que ser fácil, debe fluir.
-Usted habla de dos elecciones a la
hora de iniciar una relación…
-Sí, una es la inicial, cuando
escogemos a la persona que nos gusta y nos enamoramos. Una vez hemos
superado esta fase, y si la persona
encaja con esta idea inicial que tenemos de pareja, es cuando escogemos para comprometernos de
verdad. Es ahí cuando empiezas a querer a esa persona y la eliges de
forma definitiva. Si esa persona no ha encajado contigo tienes dos opciones:
dejarla, que sería la correcta, o continuar, que es cuando nos enganchamos y
nos exponemos al sufrimiento.
-El peligro de la fase del
enamoramiento es que estás tan cegado que difícilmente descubres los defectos
del otro…
-Puede ser que veamos cosas,
pero solemos pensar que eso ya lo cambiará o que no tiene tanta importancia. Es
ahí donde, por desgracia, pasamos por alto todas estas características que
deberíamos tener en cuenta.
-¿Es posible cambiar a alguien durante
una relación?
-Uno no cambia si no quiere. Si
el cambio que esperamos es en la otra persona, obviamente ese cambio no lo
podemos controlar porque dependerá de ella. No podemos dar por supuesto que el
otro hará esta transformación. Esperar que otro cambie es absurdo.
-Aún así, lo seguimos esperando…
-Casi siempre. Muchas veces nos
quedamos con una persona, sea de la manera que sea, y empezamos a trabajar para que cambie
aquello que vemos que no acaba de encajar y se acabe ajustando así al molde que
nosotros buscamos. Esto no pasa nunca, y lo único que implica es un
desgaste, una destrucción personal que nos lleva cada vez por un camino peor.
-¿La dependencia emocional es ahora
mismo la dependencia que más se da en nuestra sociedad?
-No sé si es la más frecuente,
pero es con la que más se sufre, con diferencia. Se sufre muchísimo más que con
otras adicciones, como puede ser la adicción a ciertas sustancias. Está
comprobado que el sufrimiento emocional engancha y es más elevado. Hay una
parte obsesiva muy importante que te hace creer que no puedes continuar sin
aquella persona. Esto nos hunde muchísimo.
-¿Querer al otro debería ser un
autoaprendizaje o alguien nos debería enseñar a amar?
-Todos, más o menos, sabemos
amar a los demás. Lo que sí que nos tendrían que enseñar es a pensar en el
amor, en qué tendría que ser una relación de pareja sana, o en qué se entiende
por una relación tóxica. Por una parte, saber qué buscamos y, por otra, conocer
donde están nuestros límites para que no se diluyan cada vez más.
-No lo retrasemos. ¿Qué debemos
entender por una relación tóxica?
-Una relación que nos hace
sufrir, en
la que estamos más tiempo pasándolo mal, que no construyendo algo firme y mirando
hacia un futuro conjunto.
-¿Qué síntomas evidencian que nuestra
relación puede acabar convirtiéndose en algo tóxico?
-Cuando tenemos dudas sobre si
aquella es la persona adecuada o no, y no tomamos ninguna decisión, cuando
vemos que entramos en una dinámica basada en las quejas sobre tu relación o tu
pareja. A nivel físico empezamos a generar síntomas como la ansiedad, o algunos
más depresivos como la pérdida de la ilusión, que nos hacen dejar de ser
nosotros mismos y nos degradan cada vez más. Lo que pasa es que muchas veces no
relacionamos estos síntomas con la relación de pareja. Como para nosotros dejar
a esa persona no es una opción, creemos que nos pasa todo esto por otros
motivos. Acabamos
acudiendo al médico y nos medican, cuando esto no se soluciona así.
-¿Acude a su consulta mucha gente que
antes se ha medicado para solucionar este problema?
-El 90% de las personas acuden
con recetas de ansiolíticos o antidepresivos, cuando de toda esta gente sólo lo
necesitarían un 5% o un 10%. Ni el propio médico los deriva a un psicólogo,
sólo se fijan en los síntomas y les receta en consonancia. Ahí lo único que
estás haciendo es poner un parche al problema para que no moleste, pero no lo
estás tratando y el problema crece más.
-¿Cuándo tenemos que empezar a asumir
que hay que pedir ayuda psicológica ante un problema con nuestra pareja?
-Soy de las que pienso que
cuando se rompe una relación de pareja todos tendríamos que ir a un psicólogo para ver qué es
lo que ha fallado y qué aprendizaje debemos hacer para no volver a repetir
algunos errores. Si hablamos de antes de que la relación termine, es
a partir del momento en el que empezamos a encontrarnos mal. Si echamos la
vista a atrás nos daremos cuenta de que los problemas se van repitiendo y
estamos encallados. Cuando tenemos un problema en nuestra relación deberíamos
poder discutirlo y hablarlo, hasta el punto de que ya no debería surgir nunca
más. Si esto persiste, hay algo que está fallando y necesitas ayuda de una
tercera persona.
-¿Si supiéramos estar solos con
nosotros mismos, habrían muchas menos parejas de las que hay en este momento?
-Quizás habrían menos parejas,
pienso que sí, pero las que quedarían serían más sanas y satisfactorias.
-Es una de ellas, sobre todo de
cara a la otra persona porque solemos pensar, “¿y
si cambia cuando no esté conmigo?”. No ha cambiado en 15 años
pero tenemos este miedo irracional. También el miedo a dejar a alguien y pensar
que no encontrarás a nadie como él. No encontrar a nadie como esas personas,
con todo lo que estás sufriendo, debería ser un motivo de celebración. Nos enganchamos
a estas características que nos gustan y perder esta relación pasa a ser algo
dramático.
-Hay gente que sabe romper bien con
sus relaciones tóxicas y otras que las pueden arrastrar toda la vida. ¿Qué les
diferencia?
-La diferencia está en la autoestima de la
persona. Aquellos que tienen una autoestima fuerte y confían en sus
capacidades no tendrán inconveniente en pensar que ellos solos podrán salir de
todo aquello que les suceda, y no tendrán problemas en dejar una relación que
no funciona. Si
confías en ti no temes quedarte solo porque crees que ya tienes lo necesario
para salir de esa relación. Cuando tenemos una autoestima baja y nos
sentimos poco valorados es cuando nos aferramos a una relación que no queremos
perder por miedo a no poder continuar solos.
-¿Cómo se puede trabajar esta
autoestima baja para que cambie?
-Con muy pocas sesiones de
puede hacer un cambio importante para fortalecer tu autoestima. Todos partimos
del mismo punto, no nacemos con una autoestima buena o mala, son los factores
ambientales los que hacen que se construya de una manera o de otra: la falta de
reconocimiento, el cariño que recibimos de nuestros padres, experiencias duras
que hemos pasado… Para trabajar todo esto lo primero que hay que
hacer es tomar conciencia de por qué tenemos la autoestima como la tenemos, y a
partir de aquí se trata de aprender unas herramientas necesarias que nos
permitirán tomar conciencia del potencial que tenemos y demostrarnos a nosotros
mismos que no pasa nada por estar solos.
-¿Dar sin esperar nada a cambio
funciona en una relación de pareja?
-Nunca. Es una creencia irracional que
circula, y es falsa. Una relación de pareja tiene que ser un dar y
recibir a partes iguales. El que da y no recibe, acaba sufriendo. Aquello que
te dicen a veces de si amas a alguien tienes que demostrarlo ciegamente y hacer
lo que sea por el otro, no es así.
-Usted vivió una mala experiencia
personal con una relación y lo explica en su libro. ¿Cuál fue el punto de
inflexión que le llevó a hacer este cambio de mentalidad?
-Estaba cada vez más
desgastada, no entendía qué me pasaba y tenía la sensación de estar volviéndome
loca ya que veía que no estaba bien con esa persona. Hacía intentos para dejar la relación, pero
no podía y siempre volvía. Llegó un punto que no pude más, y por
cuestiones del destino acudí a un seminario que organizó el colegio de
psicólogos en el que estaba Walter Riso,
y por primera vez oí hablar de dependencia emocional. Allí se me abrió el
cielo y entendí qué es lo que me pasaba. Aprendí a pensar y a razonar, y decidí
utilizar las mismas herramientas que pueden ser útiles para salir de cualquier
adicción. Descubrí que había exactamente las mismas fases y las fui trabajando
una a una. Al ver que muchos de mis
clientes estaban pasando por una situación similar, acabé definiendo un proceso
de terapia con todos estos pasos y con el que, con menos de diez sesiones, se
pueden obtener resultados inmediatos con gente que lleva años arrastrando
relaciones tóxicas.
-Socialmente el amor es una adicción
bien vista…
-Es cierto. También es verdad
que romper con una relación de pareja muchas veces se ve como algo muy gordo,
que asocias con una sensación de fracaso. Nos cuesta romper con nuestras
relaciones por esta presión social existente y por el miedo al qué dirán. ¿Qué
quiere decir amar demasiado? O amas o no amas, pero si amas demasiado es que estás
sobrepasando unos límites.
-¿Decir que amas a alguien en exceso o
que lo necesitas para tu vida hay que dejarlo para la literatura romántica?
-Son frases muy tóxicas. Hay
muchas parejas que se dicen constantemente que se necesitan y esto ha hecho
mucho daño. Parece
que estás haciendo una demostración de amor extraordinaria, cuando en realidad
la interpretación es que si necesitas a alguien estás enfermo.
-¿Haber pasado por una dependencia
emocional fuerte te puede marcar para el resto de tu vida?
-Si se hace el proceso de
reconstrucción bien hecho nos producirá un aprendizaje que luego utilizaremos
en beneficio propio. Una persona que lo ha superado bien y ha aprendido, no
vuelve a repetir una relación de este tipo porque aprende cuáles son sus
valores y tiene mucho más claro lo que quiere. Esto hace que elija con
muchísimas más posibilidades de éxito.
-¿Tener claro lo que no quieres,
aunque no sepas lo que es, es positivo?
-Sí. De entrada, nos ayudará a
descartar. Aún así, pienso que sí que deberíamos tener cuatro o cinco
características básicas de lo que queremos. Tener claro qué es lo
que no estamos dispuestos a tolerar quiere decir que tenemos claro cuáles son
nuestros límites y esto es muy importante.
-Después de una dependencia y del
aprendizaje posterior, ¿qué hay que hacer con esa persona que nos ha causado
daño?
-Contacto cero es una de las premisas más
importantes. Ver a esa persona nos hace volver a entrar en una
dinámica de ilusiones y esperanzas que son muy destructivas.
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