Nací el año 1955 en Suecia, me crié en
Zimbabue. Soy investigador honorario en la
Universidad de Ciudad del Cabo (Sudáfrica), donde vivo. Casado, tengo
tres hijos. Me dedico a la salud pública, y sé que
la salud queda muy determinada en los primeros días de vida. Soy
cristiano
EL
SUECO AFRICANO
Se siente más africano que sueco. Se
ha pasado media vida de médico en misiones; es hijo, nieto y bisnieto de
misioneros. Todos en África. Lleva en los genes el instinto de cuidar. Su
dedicación al desarrollo de la neurociencia perinatal y la neonatología, sus
investigaciones en el cuidado canguro, piel con piel, le han hecho
internacionalmente conocido. Especialista en salud pública y optimización de
sistemas sanitarios, ha sido supervisor médico del hospital maternal Mowbray en Ciudad del Cabo. Ha dado un seminario
en el Colegio de Médicos de Madrid y en el de Barcelona sobre neurociencia
perinatal organizado por el Centro de Atención a la Familia Raíces.
Los canguros resumen mis años de
investigaciones.
Ahora entiendo lo de su corbata llena
de canguritos.
Los mil primeros minutos de vida determinan la salud y el
desarrollo para toda la existencia.
¿Así de tajaste?
La separación madre-bebé después del
parto y durante el primer periodo crítico (incluso con grandes prematuros) crea
un estrés tóxico que provoca cambios hormonales, metabólicos y cognitivos que
afectan a la salud y la duración de la vida.
¿Y qué tienen que ver los canguros?
Las madres canguros meten a sus bebés
prematuros en un saco de piel donde están los pezones, un método con 200
millones de años de antigüedad; se trata del ADN de los mamíferos, pero lo
hemos olvidado.
¿Quiere que las mujeres seamos como
los canguros?
Metemos a nuestros bebés prematuros en máquinas cuando en
realidad el contacto piel con piel y la lactancia materna es lo que nuestro ADN
espera,
y si el bebé no lo recibe, el ADN se adapta a ese lugar inhóspito.
Nuestra historia es pura adaptación.
En la incubadora al feto le cambia el
metabolismo. Que
madre e hijo permanezcan piel con piel durante esos mil primeros minutos hace
que los circuitos neuronales de la inteligencia emocional se conecten:
la amígdala (el
cerebro emocional) se conecta con el lóbulo prefrontal (el
cerebro social).
¿Y?
Si el cerebro del bebé percibe que
este mundo es un lugar difícil, en lugar del circuito de la oxitocina conecta
el del cortisol.
La hormona de la agresividad.
Sí. El neonato en las dos primeras horas tras
el nacimiento escoge entre las dos opciones según si se siente seguro o
inseguro. Durante cien años hemos separado a los neonatos de sus
madres, provocando que estos percibieran que ese es un lugar dificil en el que
vivir.
Por nuestro cerebro corre el cortisol.
Sí. Por tanto, yo creo que podemos cambiar el mundo
atendiendo a esas conexiones que ocurren cuando nacemos.
Eso es sorprendente.
Hay un sitio en concreto en el cerebro
que dice a la amígdala en qué dirección tiene que empezar a hacer las
conexiones, y la decisión responde a la cuestión "¿estoy seguro?". Es una decisión
binaria: sí o no. El circuito del cortisol acelera otros circuitos,
eleva el estrés, la presión, y el cerebro y el cuerpo experimentan un desgaste
que afecta a la duración de la vida.
¿También suceden cambios hormonales
irreversibles en la madre?
Sí. La conexión entre la amígdala y el lóbulo prefrontal del
bebé también provoca que se conecten los de la madre, pero para eso deben estar
juntos: separación cero.
¿Qué garantiza esa separación cero?
La madre tiene la oportunidad de ser
más inteligente, sensible y fuerte. Se ha medido en los mamíferos. Al estar piel
con piel, la temperatura, el olor corporal, el movimiento, el sonido, todo eso
le dice al bebé que está seguro y su cerebro escoge el circuito de la oxitocina.
Cuando el bebé mama, abre los ojos y se encuentra con los ojos de la madre,
empiezan a formarse las nuevas conexiones neuronales en la madre.
Parece mágico.
Después de la primera hora hay un
ciclo de sueño, y durante el sueño los circuitos se consolidan. Pero el bebé
sólo dormirá tranquilo si puede oler a su madre: la oxitocina.
¿Hay pruebas científicas?
En mi web encontrará una tabla y bibliografía
con unas mil referencias que prueban que la conexión bebé-mamá es mejor que la
incubadora para mantener el ritmo cardiaco, la temperatura, el sueño, las
hormonas, el desarrollo y la supervivencia del bebé; así como en el desarrollo
emocional y social, y el cognitivo e intelectual.
¿Cada cuánto tiempo debe ser
amamantado un bebé?
Nuestra cuttura y la rutina
hospitalaria, que no está basada en ninguna evidencia científica, dicen que
cada tres o cuatro horas, pero eso no encaja con nuestra biología: el estómago
de un niño de 3 kilos está diseñado para que entren 20 mililitros. Tendrían que
alimentarse cada hora, que es el tiempo que tarda el estómago en vaciarse, y
que coincide con la duración del ciclo del sueño.
¿El cerebro y el estómago van a la
par?
Claro. Cuando alimentas al bebé cada
hora, que es cuando se despierta, la toma sólo dura dos minutos.
¿Qué le llevó a interesarse por la
neurociencia perinatal?
Trabajando como médico en la misión de
Zimbabue, donde no tenía incubadoras, ponía a los prematuros directamente sobre el cuerpo de su
madre y observé que sobrevivían más y mejor que en incubadoras.
Y le dedicó la vida.
En sanidad las intervenciones más costosas
no son necesariamente las más eficaces. El cuerpo de la madre es la mejor máquina jamás
inventada: aporta nutrición, temperatura, glucosa, desarrollo cerebral,
optimismo y salud con el mínimo coste.
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