Tengo 65 años. Parisino. Casado, tres hijos.
Licenciado en Filosofia y diplomado en Estudios Politicos. Durante el
gobierno de Jospin se me encargó redefinir los indicadores de la riqueza y sigo
trabajando en ello. Estoy muy implicado en la
política ciudadana, no de partidos. Este momento crucial nos da la
opción de elegir entre varios modos de desaparecer, desde la destrucción del
ecosistema hasta las armas de destrucción masivas.
SOBRIEDAD
FELIZ
Ex consejero del Tribunal de cuentas
de Francia, fue uno de los primeros en redefinir los indicadores de la riqueza,
misión que le fue otorgada durante el gobierno de Jospin. Pero más allá de la
necesaria filosofía política y económica, es un activista, un colibrí:
movimiento internacional que promueve y demuestra que la sobriedad feliz es
posible a través de todas las nuevas formas de producir y consumir. También fue
uno de los promotores del sol, moneda complementaria que nació en Norte y Paso
de Caíais y que se ha extendido por toda Francia. En su último ensayo, La causa humana (Icaria), explica cómo
hacer buen uso de este fin de un mundo que hemos engendrado.
Le veo optimista
Nos hace falta amarnos
como hermanos o prepararnos a vivir como imbéciles, decía Martín Luther King. Y estoy de acuerdo:
Nuestro
problema fundamental es que somos una especie que no se ama. Todas
las crisis en las que estamos inmersos (ecológica, económica, política o
cultural) vienen de nuestra relación de enfrentamiento con nosotros mismos y
con los demás.
Y también de que hay unos pocos machos
alfa y un ejército de hormigas.
Detrás de todo sistema de dominación lo que hay es miedo. Miedo
de los dominados y de los dominantes.
¿Qué hacemos?
Hay tres necesidades fundamentales en
todos los seres humanos por encima de la conquista y el poder: amor, felicidad
y sentido.
Primero habrá que comer.
Según informes de la ONU, sólo los
gastos de drogas y toxicomanía anuales son diez veces superiores a la suma que
permitiría erradicar el hambre, el acceso al agua potable, a los cuidados
básicos de salud y a una vivienda decente de todos los seres humanos.
Triste pero alentador.
Hay una economía mundial del mal vivir, un vinculo
entre las necesidades vitales y el despilfarro de la insatisfacción, por eso la
cuestión del buen vivir es un gran desafio.
Un cambio de chip.
La buena noticia es que hay una
sociedad civil mundial que se está haciendo cargo cada vez más de los intereses
generales de la humanidad y que le dice a sus gobiernos: "Haced vuestro trabajo de servicio
publico a la humanidad o marchaos".
Los poderosos juegan en otra división
espían, roban y matan con impunidad.
Por eso estamos al borde de grandes
regresiones. Pero si miramos las cosas del lado positivo, vemos una gran
creatividad en todo el mundo aplicada a cuestiones vitales, como la
alimentación y el agua. Uno de los desafíos es vincular todas esas iniciativas
desde la escala local hasta la mundial.
Usted fue el primero en redefinir los
indicadores de riqueza.
Más allá de un sueldo medio, no hay
correlación entre el nivel de ingresos y la felicidad.
¿En qué acciones basa su optimismo?
Los nuevos indicadores de riqueza se
aplican y multiplican en varias regiones del mundo y son retomados por
instituciones internacionales como la ONU. Y fíjese en las monedas sociales.
Tambien fue usted promotor.
Se trata de salir de sistemas que están
gangrenados por la economía especulativa. La ciudadanía debe saber que de 4
billones de dólares sólo el 2% corresponde a bienes y servicios reales, el
resto es puro casino.
Duele oírlo.
La moneda local permite tomar contacto
con la economía real: favorece los intercambios y la creación de riqueza Hay en
el mundo unas 5.000 iniciativas de monedas sociales que funcionan al margen de
los bancos, y el número va aumentando.
Pero siguen gobernando los mismos.
En todo movimiento social hay
elementos de decepción y regresiones, pero avanzamos. Y hay un tercer terreno
que también está cambiando.
¿De qué se trata?
De un incremento de búsqueda
espiritual que obliga a las grandes religiones a moverse apartándose de su base
tradicional.
Dios le oiga.
Hay alternativas al despotismo político, al fundamentalismo
religioso y a la captación de riqueza.
Volvemos al principio: hoy al
ciudadano se le controla a través del miedo.
Espinoza decía
que hay dos sentimientos fundamentales en el ser humano: el miedo y la alegría. La
energía de la alegría reduce el miedo. El desafio es crear redes que se ayuden
entre ellas para resistir el miedo y espabilar la alegría de vivir, de ser
conscientes de la felicidad que cada uno llevamos en nuestro interior y hacerla
salir. ¿No lo ve?
¿...?
La condición humana es apasionante:
esta posibilidad de vivir un breve momento de la historia del universo de forma
consciente es algo absolutamente excepcional. Y como de todas formas nos vamos
a morir...
Ya salió el filósofa
...La cuestión no es el miedo a la muerte, sino el despilfarro
de vida.
Acuñó el concepto de sobriedad feliz.
En Wall Street sólo se conocen dos
sentimientos: la
euforia y el pánico, que equivalen a la psicosis maníacodepresiva.
Del mismo modo que en un individuo hay un vínculo entre la desmesura y el
malestar, lo hay a nivel social.
¿Cuál sería el otro lado de la moneda?
Sobriedad y buen vivir. No es
suficiente salir de los excesos, también hay que atacar la causa del mal vivir.
Por fortuna cada vez hay más movimientos asociativos que lo promueven.
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