Hervé Le Tellier, matemático que escribe novela romántica. ¿No hablemos más de amor?
Tengo 53 años: ahora al empezar un amor temo que sea una botella que no podré acabar. Nací y vivo en París. Tengo una hija de 16 años: fabuloso amor físico no sexual. Escribo a diario en Le Monde. El 1% de la humanidad acumula el 97% de la riqueza mundial: yo no lo acepto.
LA PRUEBA DEL HÉROE
Hervé nos propone la ¿prueba del héroe?. Finja usted que se le cae la cartera en una esquina: es probable que nadie haga nada aparte de tratar de quedársela. Minutos después, en la misma esquina, pregunte a alguien por una dirección y, al darse la vuelta, deje caer, como por despiste, la cartera y... ¡quien le ha orientado antes también le avisará enseguida de que se le ha caído! Una acción bondadosa cambia la visión que tienes de ti mismo y, cuando has probado el goce de sentirte bueno, para aumentarlo serás capaz de actos cada vez más altruistas. Los grandes héroes concluye Hervé empiezan con pequeños gestos. (Espero que lo de la cartera también funcione aquí, pese a la que está cayendo.)
¿Por qué ya no se escriben novelas de amor?
Le diré, con Lacan, que el amor es algo que se da sin poseerlo.
¿Y...?
Nadie quiere hoy algo que no pueda poseer.
Querer explicarlo también es atrevido.
Por eso, el amor sólo se puede apreciar en micro y describir con técnica puntillista.
Instantes.
Fragmentos de sensaciones... Fugaces.
¿Y qué ve en ellos?
Una théorie des ensemble (en francés, conjuntos, pero también y sobre todo conjunciones). He querido estudiar qué hace que dos personas se encuentren y se atraigan.
¿Y...?
Por supuesto que no tengo una conclusión general, pero sí algunas observaciones y siempre sobre esos instantes y fragmentos...
La vida no da para grandes teorías.
...Y en ellos no observo un hilo entre quienes se aman, sino más bien una frotación.
Aquí dicen que el roce hace el cariño.
Si hay demasiado roce se destruye la atracción, pero, como en la física, si no hay roce es como acelerar sobre hielo: no se avanza.
Roce, el justo y necesario, pues.
El otro gran malentendido es creer que nos atrae lo mejor del otro, al que logramos atraer con lo mejor de nosotros mismos.
Es lugar común.
Falso. Por eso, tratar de corregir o disimular nuestros defectos es la peor estrategia para gustar a nadie. En realidad, lo que nos atrae del otro son sus defectos, porque son precisamente los que le hacen único.
¿Cada uno es virtuoso del mismo modo pero defectuoso a su manera?
Y por eso tratar de aparecer como el mejor es estrategia para ganar elecciones o un buen cargo, pero no para encontrar pareja.
¿Cuál sugiere usted?
Comparta sus defectos con el otro y verá que también pueden disfrutarlos juntos.
¿Es observación científica?
Está hecha desde la distancia analítica. He aprendido mucho sobre el amor al pensarlo desde fuera tras sufrirlo desde dentro.
¿Qué más ha aprendido?
La atracción entre personas es similar a la atracción gravitatoria entre dos masas. Como la Luna y la Tierra, el sujeto y el objeto de atracción siempre se dan la misma cara.
¿Por qué?
Seleccionamos la parte de nosotros que atrae al otro, y el otro, lo que nos atrae de la suya, de forma que se miren siempre.
¿De qué está hecha esa cara?
Tiene un fundamento primate, desde luego, porque la seducción pasa por el corazón pero la expresión suprema del corazón está en el culo. Ellas miran el nuestro –le explicarán en confianza– y nosotros el suyo.
¿Eso es todo?
Es parte esencial del todo. Además, está la palabra: ellas llegan al sexo para poder hablar y ellos hablan para poder llegar al sexo.
Me suena.
Ellas buscan un Rimbaud; no un Rambo.
No sabía que los poetas ligaran tanto.
La palabra es la fuerza de la tribu. ¿Cuál es la ventaja competitiva genética del poeta?
Pues iba a preguntárselo.
La palabra. Es el arma que hace la tribu; quien reinventa las palabras del grupo es tan o más importante que el cazador.
Caza letras.
Y emociones y relaciones. Para la mujer, el encuentro sexual es sólo un eslabón más en la relación, que es lo esencial; para el varón, la relación es sólo el producto inevitable del goce de una serie de encuentros.
¿Cómo se empieza?
En el amor no se encuentran dos personas.
¿No hay dos personas y un destino?
Las que se buscan son dos disponibilidades que necesitan del placer narcisista de reconocerse en la mirada del otro. En esa mirada buscamos la afirmación de que estamos presentes en el mundo; de que existimos.
¿Y después?
Del narcisismo a la entrega. Para seguir gozando de ese rozamiento del que le hablaba llegaremos al punto en que ya no pedimos nada al amado: ni siquiera que nos ame.
¿Y desde ahí sólo se puede empeorar?
Se acaba la atracción del mismo modo que empezó. Y es aburridísimo intentar recomponer, arreglar, mejorar, perdonar...
¿A veces no vale la pena intentarlo?
Las explicaciones de la ruptura de la relación no me interesan, porque no explican nada. Algo se ha roto del mismo modo mágico en que empezó y todo lo que pueda explicarse la pareja es irrelevante: ya no tienen razones, sino sólo excusas.
Pero da para terapias y películas.
Y así se crea uno de los grandes obstáculos para hablar del amor y decir algo: ¡tanto cliché!, ¡tanta palabra gastada! Esas conversaciones de crisis suelen ser circunloquios sin argumento, porque no lo hay. El que hubo se ha acabado y sólo queda justificarse.
¿En amor no hay héroes y canallas?
En la vida hay héroes y canallas, pero por motivos más fútiles de lo que creemos.
A saber...
Si usted pregunta una dirección a cualquiera, quien le ayude y goce en ese momento de la satisfacción de haber sido útil hará después, sin dudarlo, algo más difícil por usted para seguir gozando de su propia bondad.
¿El héroe empieza por lo pequeño?
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada