Muchas personas pasan gran parte de su
vida soñando. Soñando en todo aquello que no se ven capaces de vivir. Pero un sueño
sin intentar convertirlo en realidad, es la mejor forma de sufrir…
Siempre he sido un soñador, de lo cual
no me arrepiento, quizás es uno de mis talentos. Desde niño tenía una alta
estima de lo que debía de ser mi vida y nunca me resigné a dejar de soñar. Eso
me ayudaba a salir adelante. Aún hoy hay personas que consideran que soy una
persona especial por ello. Y no, no soy más especial que cualquiera de ellos,
la única diferencia es que me niego a solo soñar…
Soñar te ayuda a levantar la vista por
encima de la realidad. Es una buena manera de escaparse de ella, sobre todo
cuando la realidad no es tal y como la habíamos soñado. No obstante, uno no puede
vivir solo soñando, sin intentar hacer de sus sueños una realidad cotidiana…
También es verdad que yo a veces aún sueño, escribiendo. Escribo todo aquello
que siento y todo aquello que aún me queda por vivir. Es una buena manera de no
olvidar los sueños y convertirlos en propósitos para poderlos llegar a vivir…
Sin embargo, muchas veces miro a mi
alrededor muchas personas que apenas sueñan, que se resignan a vivir y
adaptarse a la realidad, aunque les sea ajena y como pueden. También las hay
que sueñan con los ojos cerrados, como intentando escapar de su realidad, pero
sin mirarla de cara. Y, por útimo, las hay que sueñan, pero se sienten
incapaces de convertir sus sueños en realidad. Son personas éstas últimas a las
que les gusta compartir sus sueños con los demás, utilizando frases,
pensamientos y proverbios ajenos, que les recuerdan lo que desearían vivir.
Facebook es un buen ejemplo de todo ello. Pero miles de frases compartidas y comentadas, no las
convierten necesariamente en una realidad…
Hacer realidad un sueño es un paso
más. No basta con compartirlo sin vivirlo o simplemente lamentarse
colectivamente de su presunta imposibilidad de hacer de los sueños una
realidad. Para ello uno debe ser valiente y aprender a soñar con los ojos bien
abiertos, aceptando la realidad, pero haciendo por cambiarla y mejorarla cada
día. La realidad no es más que nuestra visión de la vida proyectada,
aunque también es verdad que la vida por sí misma a ratos impone su propia
realidad para que aprendamos a vivirla, para cuando nuestro sueño se haga
realidad.
Soñar y vivir y aceptar la realidad son condimentos necesarios
en nuestra vida! Los que solo sueñan se les llama
locos. Los que solo viven y aceptan la realidad, se les llama adaptados o
personas de éxito en esta macabra sociedad. Los que ni sueñan ni aceptan su
realidad, se les llama muertos vivientes. Pero la vida es equilibrio y pide de nosotros
que aprendamos a soñar -como cuando éramos niños-, que persigamos
nuestros sueños y que tengamos el valor de hacerlos realidad. Aunque
para ello tenemos toda nuestra vida por delante… aunque, cuanto antes se
empiece, ante llegará la felicidad de irlo logrando día a día…
Al fin y al cabo la vida plena no es más que esa capacidad
que todos tenemos de soñar y convertir esos sueños en realidad. Eso
es lo único que da sentido a nuestra vida, en la que la realidad se impone,
rompe nuestros esquemas limitados y nos obliga a confiar en que nuestros sueños
se hagan realidad. Y la felicidad es el compañero de ese viaje vital, en el
que no hay que llegar a parte alguna, más que aprender a vivir de verdad!
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