Existe una profunda relación entre la
felicidad y el sufrimiento, según el maestro Thich Nhat Hanh, divulgador de la práctica de la plena consciencia
(“mindfulness”) y que visita estos días nuestro país. Uno de los aspectos que
menos me gustan de algunos textos del mundo de la autoayuda es negar el dolor.
La vida no se somete a hojas de Excel cuadriculadas. La vida la vamos descubriendo y en el
camino nos topamos con personas o con acontecimientos que difieren
completamente de lo que esperamos o necesitamos. Ahí surge el dolor
o el sufrimiento y es cuando entramos en desiertos emocionales, como hemos
hablado alguna vez. Pero no se puede avanzar si no lo reconocemos, si lo
negamos o nos peleamos con él. Nuestra alternativa es integrar lo que nos
duele: aceptarlo
y abrazarlo sin necesidad de entender su origen. Al igual que una
madre abraza al bebé que llora para calmarlo sin comprender el motivo, Thich
sugiere que contemplemos con cariño nuestras energías más oscuras como la
rabia, el miedo o la tristeza. Pero para lograr todo lo anterior y poder
desarrollar una mirada más amable ante lo que nos rodea, necesitamos trabajar
la energía de plena conciencia, según el maestro zen.
El ejercicio de plena conciencia es el
modo de estar
en el momento presente sin perdernos en el pasado o en las incertidumbres del
futuro. La trampa de la felicidad está en presuponer que cuando
alcance ciertos objetivos seré feliz: más poder, más dinero, más éxito, más
amor… Cada
persona tiene su propia fantasía de felicidad. Sin embargo, es un error.
“Podemos ser felices en el aquí y en
ahora. Si escribiéramos todas las cosas que tenemos ya mismo por las que
alegrarnos no tendríamos suficiente con diez páginas”. Thich Nhat Hanh
Tenemos agua corriente, no vivimos en
medio de un conflicto, la mayor parte de nosotros no sufrimos enfermedades
terminales, podemos caminar y sonreír… En definitiva, tenemos un listado de
posibilidades por las que alegrarnos y, sin embargo, seguimos atrapados en lo
que deberíamos conseguir en el futuro. Ya lo decía el filósofo Erich Fromm, “vivimos
en la dualidad del tener o ser”. Si la felicidad la ubicamos en
el tener, sabemos que estamos apostando a un número perdedor. Sin embargo, si
nos centramos en lo que somos, tenemos muchas probabilidades de abrazar la
felicidad (por supuesto, eso no significa que no sigamos avanzando o tener
sueños). Para ello, un buen ejercicio es entrenar la capacidad de estar en el
aquí y en el ahora; y como punto de partida, debemos regresar a nuestro cuerpo,
a nuestra respiración.
Cuando prestamos atención a nuestra espiración e inspiración,
silenciamos un poco nuestra mente. Digo un poco, porque aunque
los pensamientos surgirán, no los elaboraremos con tanta intensidad. Aquí es
donde quizá los occidentales nos veamos un poco más atascados. No nos han
enseñado a prestar atención a nuestra respiración y, curiosamente, es el ejercicio
más saludable para reducir los nervios. Saber respirar es un arte, que ayuda a
mejorar la oxigenación de nuestras células y, al mismo tiempo, a calmarnos y a
estar en el momento presente.
Abrazar nuestro dolor, desarrollar una mirada más amable hacia
lo que tenemos y vivir el momento presente nos ayuda
también a mejorar la comprensión hacia el otro. La comprensión es la base para
querer a la otra persona y reducir el enfado o la decepción hacia sus
comportamientos. Como dice Thich Nhat
Hanh: “La comprensión nos hace libres de la rabia
y del miedo”. No es de extrañar que esta sea un ingrediente
básico para la felicidad.
En definitiva, me gustó mucho el
seminario que impartió Thich Nhat Hanh el pasado domingo en Madrid y en este
artículo he intentado recoger algunas de sus enseñanzas. La técnica que ofrece
para sentirnos más felices (que está apoyada en una filosofía de vida) ha sido
corroborada por la ciencia occidental, siempre más necesitada de datos. En
alguna ocasión hemos hablado de los beneficios de la meditación que han
constatado universidades prestigiosas estadounidenses y no es de extrañar que
en empresas punteras de Silicon Valley se promueva este modo de entender
nuestro cuerpo y nuestra felicidad.
Para saber más: www.vivirdespierto.com
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