Ilustración Anna Parini |
El cerebro tiene muchas más
posibilidades y energía de lo que creemos
¿Por qué en vez de dedicarnos a
dormirlas, no ponemos empeño en potenciarlas?
La capacidad que tenemos en el
cerebro es probablemente muy superior a lo que creemos. Francisco J. Rubia
El cerebro no es un vaso por llenar,
sino una lámpara por encender. Plutarco
En nuestro cerebro dormitan capacidades
insospechadas. Allan
W. Snyder
Daniel habla con
fluidez 11 lenguas: inglés, francés, finlandés, alemán, español, lituano,
rumano, estonio, islandés, galés y esperanto. Pero lo más increíble no es la
cantidad, sino la velocidad en aprender idiomas. Channel Five le retó a
aprender islandés en una semana. Siete días después apareció en televisión
conversando en esta lengua. En cambio, la rapidez de Stephen no se encuentra en el aprendizaje de lenguas, sino en la
captación de todos los detalles de un paisaje. Puede dibujar uno con precisión
fotográfica después de haberlo visto solo un instante. En una ocasión dibujó la
totalidad del centro de Londres después de sobrevolar la ciudad en helicóptero.
¿Son los cerebros de Daniel Tammet y
Stephen Wilshire máquinas engrasadas
y perfectas? En realidad no: sus cerebros están defectuosos. La epilepsia y el
síndrome de Asperger acompañaron a Daniel en su infancia. Y Stephen también es
autista.
Quizá uno de los autistas más conocidos fue Kim Peek. El personaje que interpretó Dustin Hoffman en la película Rain Man está inspirado en él. Nació
con macrocefalia, un daño permanente del cerebelo, y con agenesia del cuerpo
calloso (carecía de la principal conexión entre los dos hemisferios del
cerebro). Peek recordaba el 98% de los 12.000 libros que había leído, leía dos
páginas en ocho segundos. Usaba cada ojo para leer una página distinta como si
se tratara de un superhéroe de un cómic. Era solo uno de sus “superpoderes”.
Resulta una gran paradoja que cerebros defectuosos
sean los asientos neuronales de prodigiosas habilidades. ¿Nos están diciendo
algo sobre cómo el resto de los mortales podríamos aumentar nuestras
capacidades?
Daniel, Stephen y Kim son lo que se denomina savant
–o antiguamente idiot savant–, ya que suelen poseer un coeficiente intelectual
muy bajo y, paralelamente, unas habilidades sobresalientes. Pero ¿de dónde
surgen las facultades extraordinarias de los savants?
Los estudios indican que los savants presentan alguna forma
de disfunción en el hemisferio cerebral izquierdo, lo cual facilita la
actividad del derecho. El izquierdo es el conceptual, el que pone etiquetas, el que
razona, el que filtra con la lógica, el lingüístico (el que nos habla
constantemente), el que va hacia el pasado y hacia el futuro. En cambio, el
derecho está
en el ahora, es creativo. Al funcionar sin lógica, tiene más
facilidad para captarlo todo tal cual es sin filtrar y para hacer conexiones no
racionales con toda la información. De alguna forma, el izquierdo-lógico está constantemente
coartando o limitando las capacidades del derecho-creativo. Por lo que si el
izquierdo deja de funcionar correctamente, el derecho se libera, y con él, el
genio.
Jill Bolte es una
neurocientífica que vivió con su hemisferio izquierdo desconectado a
consecuencia de un derrame sanguíneo. Al sufrir el ataque, Jill sintió un
terrible dolor detrás del ojo izquierdo, no podía hablar, coordinar, ni
siquiera podía pensar con claridad. Vivió un auténtico martirio si nos
limitamos a calificarlo “desde fuera”. Paradójicamente, su experiencia
vista desde dentro, tal como ella la describe, fue maravillosamente
extraordinaria. Sintió una paz no humana, ajena a cualquier asomo de
sufrimiento. Al desconectarse su hemisferio izquierdo, el que habla, sintió el silencio.
No había estrés, “nadie” le recordaba vivencias tristes o le anticipaba
situaciones preocupantes. Silencio, paz. Incluso se acalló esa voz que nos dice
“este soy
yo”. Al mirar su cuerpo, no veía los límites. “Miré mi brazo y me di cuenta de que no
podía delimitar los límites de mi cuerpo. No podía definir dónde empezaba y
dónde terminaba. De alguna forma, los átomos y moléculas de mi brazo se
mezclaban con los átomos y moléculas de la pared. Solo sentía esa energía”.
Según sus palabras, se sentía enorme y expansiva, fuera de los límites de su
cuerpo. Una auténtica experiencia mística vivida por una reputada científica
del cerebro humano. Después de ocho años de recuperación, actualmente se dedica
a impartir conferencias, escribir libros y realizar investigaciones sobre este
tema, por lo que la revista Time la nombró una de las cien personas más
influyentes del mundo en 2008.
Ilustración Anna Parini |
Para aumentar nuestras capacidades, nuestro rendimiento,
los humanos nos hemos dedicado a inventar herramientas tecnológicas. Es como
si, poco a poco, el ordenador, el teléfono o el GPS constituyeran una extensión
de nuestro cerebro. Si miramos al futuro, parece que cada vez seremos más
dependientes de toda esta tecnología. Utilizaremos menos nuestras propias
capacidades de orientación, cálculos matemáticos, memoria… La ampliación de
nuestras capacidades la buscamos “fuera”, cuando quizá se encuentre “dentro”.
Nuestro propio cerebro posee unas facultades inimaginables y, en lugar de
despertarlas, nos estamos dedicando a dormirlas.
Mientras los humanos nos hemos centrado en diseñar
radares cada vez más potentes, los delfines han evolucionado y en su cerebro
han creado un escáner más potente que cualquiera de nuestras invenciones. Nos
hemos concentrado en “tener” y hemos descuidado el “ser”.
Hemos mirado hacia “fuera”, en lugar de hacia “dentro”,
olvidando que nosotros
también tenemos radar interno. Las investigaciones de Beatrice de Gelder, neurocientífica de
la Universidad de Tilburg, muestran cómo personas con ceguera cortical son
capaces de sortear objetos al andar, aunque no los vean, porque nuestras
neuronas saben funcionar como un auténtico radar. Sin embargo, la mayoría de
nuestras inversiones económicas en investigación no se dirigen a aumentar esa
capacidad, sino a inventar ayudas externas. Igual que se dirigen a diseñar
medicamentos para eliminar enfermedades y se presta muy poca atención al ya
demostradísimo efecto placebo. Esto es, a la capacidad que poseen nuestras propias creencias para
curarnos a nosotros mismos.
No imaginamos el enorme potencial de nuestro
inconsciente. En la película Sin límites,
el protagonista, gracias a la ingestión de una droga, logra realizar auténticos
prodigios. La esencia de esa droga es que le permite acceder a toda la
información guardada en su inconsciente. Todo lo que hemos vivido, aunque no lo recordemos, está
allí. La prueba cotidiana es que al ver una película, podemos darnos
cuenta de que hace muchísimos años que la vimos, pero si nos hubieran
preguntado por ella, quizá nos hubiera sido imposible recordarla. Esto es,
podemos reconocer muchas cosas como vistas, leídas, vividas, oídas… que no
podemos recordar. Están allí, pero nos resulta imposible acceder. Es más, en
nuestro inconsciente existe información que quizá nunca hemos sido conscientes
de captar, ya que lo hemos hecho de forma subliminal. Nuestro inconsciente es nuestro sabio
interior. Sabe mucho más que nosotros. Si lográramos comunicarnos
con él, nos pasaría como al protagonista de la película: nuestras capacidades
se verían multiplicadas de forma asombrosa. Nos pasaría como a algunos savants:
con leer un libro una vez, ya lo tendríamos allí accesible para siempre.
Nos movemos en un océano de información. El
cerebro capta a cada instante volúmenes ingentes de datos a través de todos sus
sentidos. Esa información, para poder ser operativa y útil, debe ser ordenada y
esquematizada. Y a eso se dedica nuestra lógica. Y esa misma lógica que nos
ayuda, al mismo tiempo nos bloquea. Nos impide ir a los datos crudos del
inconsciente, nos impide mezclarlos de forma irracional y ser más creativos. De
alguna forma hemos de aprender a no apoyarnos tanto en nuestro hemisferio
izquierdo-lógico. Acallar ese parloteo constante de este hemisferio
lingüístico. Y como siempre, acabamos donde empezamos; esto es, en
los consejos de los sabios más antiguos: es esencial aprender a silenciar la mente. ¿Vamos a
permitir que nuestro sabio interior continúe dormido o vamos a despertarlo?
PARA SABER MÁS
PELÍCULAS
- ‘Lucy’. Luc Besson
- ‘Sin límites’. Neil Burger
- ‘Rain Man’. B. Levinson
- ‘Divergente’. Neil Burger
LIBROS
- ‘¿Qué sabes de tu cerebro?’ F. J. Rubia (Planeta, 2006)
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