Tal vez te sorprenda saber que en
Japón, cuando una persona sufre estrés o estados de ansiedad, los médicos
nipones suelen prescribir una receta infalible: el “shinrin-yoku“. ¿De qué se trata? De algo tan sencillo como pasear
por el bosque; pero cuidado, porque no se trata de un paseo normal y ordinario,
hay que
hacerlo en soledad.
Japón es uno de esos países donde las
tasas de suicidio siempre han sido muy elevadas. Una sociedad altamente
avanzada que ha invertido mucho en su industria y en su tecnología pero que,
sin embargo, no ha sabido desplegar estrategias para mejorar la calidad de vida
de sus personas.
Las presiones laborales y el escaso
tiempo para el desarrollo personal hacen caer a sus habitantes en un vacío
emocional donde, de pronto, todo carece de sentido. Quizá por ello, y para
encontrar nuevamente esa unión con uno mismo, se está practicando una especie
de terapia
ambiental.
La vuelta a los paisajes naturales no
es solo una necesidad, sino una estrategia donde poder armonizarse con lo que es
esencial, lo
que tiene auténtico sentido. El silencio de un bosque, el aliento
verde y reconfortante abrazo natural, invita a ese recogimiento interior, donde
la soledad, nos permite reencontrarnos.
La
psicología ambiental y la vuelta a las esencias
Somos los lugares que habitamos, los escenarios nos definen y,
en ocasiones, hasta nos ahogan. Vivir en un séptimo piso, en un
bloque de edificios donde apenas nos llega la luz, e ir todos los días a un
trabajo de características similares, poco a poco, convierte también nuestros
pensamientos y nuestro corazón en ese mismo frío hormigón donde nos falta el
aire, donde se oxidan nuestros pensamientos y emociones.
Tal vez te sorprenda, pero a día de
hoy muchos psicólogos nos hablan de nuevos e interesantes problemas que casi
podrían encuadrarse en un especie de “trastorno por déficit de naturaleza”. ¿A qué
nos referimos con este término? Básicamente a ese tipo de patologías como la
obesidad, los problemas cardíacos, el déficit de vitamina D, el estrés…
Es posible que nos resulte cómodo
vivir en una gran ciudad, todo queda cerca, hay tiendas, cines, centros
comerciales pero de pronto, un día, todo se vuelve rutinario y deja ya de tener
ese sabor interesante. Nos falta algo.
Posiblemente, nuestro cerebro y nuestros
sentidos más primitivos anhelan esos estímulos que nos ofrecía el contexto
natural, aunque casi nunca tenemos tiempo de darnos cuenta de ello. Las
preocupaciones, las responsabilidades diarias y la presión, nos impiden incluso
tener esas importantes “charlas interiores”.
Sufrimos una especie de “analfabetismo
natural”. Ya no identificamos esos estímulos que un refugio verde
podría aportarnos: el murmullo del viento rompiendo silencio, el olor húmedo de
los árboles, el suave balanceo de sus ramas, el roce de los arbustos, el
murmullo de los pájaros, de los insectos, el calor del sol en nuestra piel…
Cosas esenciales que nos hacen sentirnos bien con nosotros mismos, que nos
curan y que nos unen a ese tejido esencial que es la naturaleza.
Busca
tu refugio verde
No hace falta que un médico japonés te
recete “shinrin-yoku”,
posiblemente nuestra sanidad pública jamás se plantee algo así como tratamiento
ante el estrés. Por ello, es necesario que busques tu propia terapia, tu propio
refugio verde.
No se trata de organizar un “picnic”
familiar con mesas, sillas y barbacoa. Nada más lejos de la realidad. Debes
entrar en esa montaña, en ese bosque o en ese parque del modo más humilde posible,
sin enturbiar, sin alterar su equilibrio, al contrario, debes formar parte de él.
Avanza en silencio y en soledad y
aspira muy hondo, reteniendo ese aire en tu interior para dejarlo ir muy poco a
poco después. Acaricia la corteza de los árboles, anda despacio sintiendo la
tierra, y todas las raíces que se esconden bajo ella…. abajo, muy abajo. No hay nada más
firme, no hay nada más esencial que eso que sientes.
En tu refugio verde solo estás tú, no
hay preocupaciones, y la brisa, sin que te des cuenta, te arrullará para que
inicies esa conversación interior en la cual podrás establecer las prioridades
en tu vida. Te dirá seguramente, que lo más importante en este mundo eres tú y tu bienestar.
En ocasiones nos llenamos de demasiados artificios, así que no lo dudes, busca, habita,
disfruta de tu refugio verde.
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