Ana arrastra consigo, desde hace muchos años, una gran bolsa
llena de miedos. A veces, durante la noche, cuando no puede dormir, todos sus
miedos salen de la gran bolsa, se hinchan, crecen y llenan su mente.
Hay miedos
absurdos que la angustian profundamente. El miedo a que los demás oigan los
pensamientos que fabrica. El miedo a que no se vuelva a hacer de día. El miedo
a que una de sus arrugas divida su cara. El miedo a que su llave deje de abrir
la puerta de su casa…
El miedo a que
se pueda traicionar y decir todo aquello a lo que tiene miedo y la tomen por
loca… Y el miedo a no poder decir nada, porque todo lo siente frágil e
inestable. Ana teme que sus miedos la asfixien y la maten las palabras.
En su bolsa
hay también miedos verdaderos: el miedo a no saber quién es y el temor a
saberlo; el miedo a su soledad y el temor a tener compañía; el miedo a las
otras miradas y el temor a que la dejen de mirar; el miedo a soñar y el temor
al vacío si deja morir sus sueños; el miedo a arriesgarse y el temor a dejarlo
de intentar; el miedo a amar y el pánico a dejarse amar; el miedo a vivir y el
terror a morir.
Cuando salen sus miedos de la bolsa, Ana no sabe que hacer y
se agarra a sus miedos más absurdos para no enfrentarse a los miedos
verdaderos…
La Vida viene a cuento.
Jordi Soler y Mª Mercè Conangla.
Integral
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