“Uno sobrevive en los
demás: en la memoria y en los actos de los demás”, respondió
hace tiempo, siempre agudo, Galeano
en una entrevista para la BCC World. En los últimos años, luchó contra un
cáncer de pulmón que se lo llevó, a los 74 años, este pasado lunes. Con el
sentido del humor que quienes lo conocieron dicen que le caracterizaba, él
afirmaría que se ha ido a luchar, pero por las personas y como hizo toda la
vida, a otra parte. Desde luego, nuestra memoria siempre lo mantendrá anclado
aquí, a las tierras y a las gentes que
tanto defendió: a los más desfavorecidos.
Pese a que hemos leído estos días
mucho sobre la vida y obra de Eduardo
Galeano, quiero también rememorarlo en este post, pues sus palabras e ideas
son un referente indiscutible.
Eduardo
Germán María Hugues Galeano nació y falleció en la capital de
Uruguay, Montevideo, y fue un renombrado periodista y escritor con mucho peso y
voz política tanto en su país como en otros de Latinoamérica. Fue un excelente
caricaturista, buena muestra de su espíritu crítico que desarrolló
magistralmente en sus escritos, donde combina ficción, documental, periodismo,
historia y ensayo político. Sus obras más famosas son “Las venas abiertas de América Latina”
y “Memoria
del fuego”, en las que disecciona las desigualdades económicas y
sociales del continente americano. Citamos también grandes libros como “Los hijos de
los días” o “Nosotros decimos no”, entre muchos. Por su
labor, Galeano fue merecedor del premio Stig Dagerman y de numerosos doctorados
Honoris Causa.
Antes de convertirse en una figura
relevante de la izquierda intelectual, Eduardo Galeano estuvo siempre en
contacto con la calle, trabajando en oficios variados, desde obrero de fábrica
a empleado de banca. Como periodista, entrevistó a personajes polémicos y
trabajó en diarios, semanarios y revistas, como Época, Marcha y Crisis. Fue
encarcelado y exiliado por sus ideas, pero nunca se rindió.
De sus tres matrimonios, Galeano tuvo
tres hijos.
Descanse en paz el hombre, el pensador
y el instigador de buenos corazones y mentes abiertas:
A
diferencia de la solidaridad, que es horizontal y se ejerce de igual a igual,
la caridad se practica de arriba-abajo, humilla a quien la recibe y jamás
altera ni un poquito las relaciones de poder.
A
veces se confunde la ‘libertad de expresión’ con ‘la libertad de
presión’; o se le reduce a la voluntad de grupos de empresarios que
deciden qué noticias existen y qué noticias no existen. Entonces lo principal
para abrir un espacio nuevo que sea de veras una respuesta democrática a ese
totalitarismo que confunde la comunicación con un negocio (cuando la
comunicación es en realidad un derecho humano, no un negocio) lo más importante
es que esos espacios nuevos sean de veras abiertos, que no sean “Miedos de
comunicación” sino Medios de Comunicación, donde se escuchen voces diversas, donde haya plena libertad para que
la comunicación sea Comunicación DE VERDAD.
Al fin
y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos.
Culto
no es aquel que lee más libros. Culto es aquel que es capaz de escuchar al
otro.
El
código moral del fin del milenio no condena la injusticia, sino el fracaso.
En sus
10 mandamientos, Dios olvidó mencionar a la naturaleza. Entre las órdenes que
nos envió desde el monte Sinaí, el Señor hubiera podido agregar, pongamos por
caso: ‘Honrarás a la naturaleza de la que formas
parte’. Pero no se le ocurrió.
Hay
quienes creen que el destino descansa en las rodillas de los dioses, pero la
verdad es que trabaja, como un desafío candente, sobre las conciencias de los
hombres.
Hay un
único lugar donde ayer y hoy se encuentran y se reconocen y se abrazan. Ese
lugar es mañana.
Los
niños pobres son los que más sufren la contradicción entre una cultura que
manda a consumir y una realidad que lo prohíbe.
No
consigo dormir. Tengo una mujer atravesada entre los párpados. Si pudiera, le
diría que se vaya; pero tengo una mujer atravesada en la garganta.
Para
no ser mudos, hay que empezar por no ser sordos.
Si me
caí, es porque estaba caminando. Y caminar vale la pena, aunque te caigas.
Son
los árboles que dan frutos los que sufren las pedradas.
Feliz semana,
Álex Rovira
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