Tengo
52 años y querría recuperar el cuerpo de los 25. ¡Pero no el cerebro! Nací en Nueva York: infinitas posibilidades.
Progreso es multiplicar las opciones de cada uno de buscar la felicidad a su
modo; las dictaduras imponen el suyo. Publico 'El
demonio de la depresión'
VIVOS
ERGO ENFERMOS
Si
alguien es normal es que está muerto, porque todos los vivos tenemos problemas
mentales en algún grado. Somos enfermos que cuidamos a otros enfermos:
familiares, amigos... Nos ayudamos, y lo que no nos mata nos une y hace más
fuertes. Si usted se cree normal, es que aún no se conoce lo suficiente, pero se
conocerá en la vejez, poco antes de alcanzar la perfección eterna. La
naturaleza no nos quiere iguales en la normalidad sino diversos para ensayar múltiples
formas de adaptación al medio: se llama evolución. Si todos fuéramos normaLes,
la humanidad desaparecería. Lo explica Solomon con una sinceridad lúcida que
revela nuestras claves mentales.
Usted
es gay, depresivo y disléxico. Y...
También
estoy felizmente casado con otro hombre, John, y soy padre de 4 hijos.
Y
es autor de dos libros monumentales sobre enfermedad e identidad.
Puede
definirme a mi y definir cualquier rasgo de una persona o como enfermedad o
como valiosa parte de su identidad.
¿Ser
homosexual qué es?
Cuando
iba al cole sufrí bullyíng por serlo y tuvieron que poner a un adulto para
protegerme. La homosexualidad se consideraba depravación, y nuestro profesor
nos decía que los gais sufrían "incontinencia fecal".
Pues
yo le veo a usted muy sano.
Sufrí
una terrible depresión con el cáncer de mi madre y su intento de suicidio...
Pero, hoy me siento más seguro incluso que antes de sufrir lo que he sufrido,
porque ahora, además, sé que puedo superar esas adversidades e incluso otras
mayores.
¿Y
qué nos puede enseñar a los demás?
Que
nuestra mente es resiliente: sabe curarse a sí misma. Y lo que era terrible enfermedad o
desgraciado defecto puedes convertirlo, si no te das por vencido y sabes darle
un sentido, en parte de lo mejor de ti mismo.
¿Usted
hubiera elegido ser homosexual o depresivo o disléxico?
No
tuve esa elección, pero estoy orgulloso de la que hice: asumí mi homosexualidad
como parte de mi identidad. Y fue revelador.
¿En
qué?
Lo que no
te mata te hace más fuerte y también te permite ayudar a los demás. Yo pensé que, si ser
gay dejaba de ser mi enfermedad para convertirse en mi identidad, también
habría otras enfermedades de los demás que podrían reinterpretarse al menos en
parte como identidades y no desgracias.
Autista,
enano, sordo, depresivo, esquizofrénico, down... ¿Sólo formas de ser?
Son
sufrimiento... Suponen dolencias terribles para los enfermos y sus familiares y
amigos. Yo no digo que haya nada divertido en ellas. Pero sí que sostengo que,
si se asumen, no todo en ellas es necesariamente negativo. "La luz -dijo el poeta Rumí- penetra
en nosotros a través de nuestras heridas".
Pero
a nadie le gusta sufrir.
Durante
las trescientas entrevistas que mantuve con enfermos y sus parientes conocí a
los padres de dos autistas graves: dos niños que jamás han hablado y no saben
vestirse.
Duro.
Alguien
les dijo que, pese a todo, eran un regalo. Le respondieron: "Nadie nos los envió como regalo. Son un don, porque
nosotros hemos elegido que no sean una carga".
Esos
padres valen mucho.
A
eso me refiero cuando hablo de enfermedad e identidad. Ellos no hubieran
elegido que sus hijos fueran así o de otro modo, pero nacieron así y han
decidido vivir esa identidad de la mejor manera posible.
Esa
actitud asume el rechazo social
También
la homosexualidad incluye facetas que la sociedad rechaza, pero yo debo asumirlas
y no avergonzarme, porque forman parte de lo que soy. Y no voy a pedir perdón
por haber nacido... A nadie.
¿Cree
que hoy somos más tolerantes?
Soy
profesor en Yale y fui un alumno también que sufrió discriminación, pero otro
exalunmo, Larry Kramer, nos explicó
lo que sufrió allí por ser homosexual en los 50: tuvo valor para no suicidarse.
Y mis alumnos gais cuando enseñen tendrán alumnos gais aún más integrados.
Progresamos: sí.
¿Ese
progreso es para todos?
Son
batallas libradas por feministas, homosexuales o militantes de derechos civiles
y ahora por activistas por la integración de los enfermos mentales. Nos hacen
iguales en derechos y obligaciones, aunque diversos en identidad: la manera de
ejercerlos.
¿En
qué sentido?
La
naturaleza, para poder evolucionar, necesita la diversidad mental humana. Si los nazis hubieran
aplicado su eugenesia y todos fuéramos heteros, guapos, altos y rubios, según
su estrecho canon estético v mental, sería un cataclismo evolutivo.
¿Por
eso defiende la escuela que integre a los niños discapacitados?
La
defiendo no sólo por esos niños diferentes, sino también por los niños que
consideramos normales, para que aprendan a convivir en la diversidad: eso les
enriquece y, literalmente, les hace más inteligentes.
¿Quién
es enfermo y quién normal?
Cada
día le pueden dar una respuesta diferente, porque el canon de psiquiatría, The Diagnostic and Statistícal Manual of
Mental Disorders (DSM) en cada edición, y vamos ya por la quinta, redefine
los límites y diagnósticos de cada enfermedad.
Vaya
lío.
No
debemos segregar a los enfermos y a los sanos sino, dentro de una enfermedad,
lo que es doloroso de lo que puede vivirse como parte de tu identidad y que esa
parte tuya sea aceptada y disfrutada por todos.
Es
curioso que cada vez quieran casarse más gais, pero menos heterosexuales.
Los
heteros envidian la libertad gay e ignoran su soledad, y los gais envidian la
integración y la respetabilidad hetera. Y en el futuro acabaremos convergiendo.
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