Leí en este periódico que Raquel Hollis había recibido 400.000
"me gusta" a su foto en bikini. Una foto en la que se mostraba tal y
como ella es físicamente. Una mujer normal con sus estrías y su flacidez fruto
de su maternidad. Decía además que animaba a todas las mujeres a aceptarse y
disfrutar, y agradecía de forma sincera el estado de su cuerpo porque era fruto
de sus tres hijos. Y que la única opinión que le importaba era la de su marido,
que la seguía encontrando tremendamente sexi.
Lo mejor de la foto es la sonrisa
sincera y honesta, relajada y serena con la que aparece Raquel. No es una
sonrisa de quien intenta convencerse a sí misma, ni de quedar bien, ni la de
alguien que finge un optimismo como tapadera de su frustración.
Y aquí es donde radica la felicidad: en la
aceptación de lo que uno es, por dentro y por fuera. Y no
confundamos aceptación con resignación, con no crecer y con falta de esfuerzo.
Dice Raquel que parte de su flacidez se debe al esfuerzo enorme que ha hecho
para perder el peso de los tres embarazos.
La palabra aceptar, dentro de este
mundo competitivo, tiene connotaciones negativas. La confundimos con dejadez,
con no salir
de la zona confortable y con la falta de implicación y de esfuerzo. Y en
parte pudiera significar eso, pero solo en los contextos en los que las
personas desean avanzar, se quejan, reprochan y se comportan como víctimas con
lo que sí depende de ellos y no actúan.
Pero realmente el concepto de
aceptación forma parte de nuestro estado de bienestar. Se trata de esforzarnos con
aquello que elegimos y depende de nosotros, y aceptar lo que no.
5
cosas que deberías aceptar para ser feliz:
1. El paso del tiempo. Buscar la
eterna juventud, una cara sin arrugas, un cuerpo firme y prieto como cuando
tenías 20 años, parecer sexualmente atractivo para los que son veinte años más
jóvenes que tú, no solo es una esclavitud, sino que parece hasta ridículo. Esto
no significa que tengas que dejarte en relación a tus hábitos de vida
saludables y seguir siendo atractivo para ti y para los demás. Hacer ejercicio
para estar sano y para disfrutarlo, cuidar tu piel, limpiar tus dientes, arreglarte
y controlar el peso en los límites de lo que es sano.
2. No puedes cambiar a la gente para que se
ajuste a lo que tú deseas. Hay personas que no te convienen y que
son tóxicas para ti. Acepta que igual no desean ser de otra manera para que tú
seas feliz, y toma decisiones. Las personas no cambian por genial que tú seas.
No necesitas convertirte en la persona perfecta para que te quieran como tú
deseas. Igual es demasiado esfuerzo. Hay alguien ahí fuera que seguro que
valoraría todo lo que ofreces o que encaja con la idea que tienes de amor.
3. La parte injusta de la vida. Una
separación que no esperabas, el desengaño de una amistad, un compañero de
trabajo que te hace la vida complicada, un accidente o una enfermedad. Hay
muchas situaciones que van a ocurrir ajenas a tu intervención y fuera de
responsabilidad. Pasa página, acepta que la vida tiene sabores y sinsabores, y
que estos no están relacionados con tu calidad como persona. Las mejores
personas no son las que tienen la mejor vida. Porque a todos, tarde o temprano,
nos llega un infortunio. Aceptar que eso forma parte de las reglas del juego de
la vida te permitirá avanzar en lugar de quedarte pillado en el "¿y por
qué a mí?".
4. Aceptar que alguien a quien amas no te
corresponda. Lo siento, es así. Estar detrás de esa persona,
mandarle mensajes, mostrarte cómo eres y como no eres con tal de llamar su
atención, es invertir energía en quien no te va a hacer caso, aunque seas la
mejor persona del mundo. Cuando alguien te ama o está interesado en ti, te lo hace
saber y lo notas. No hace falta siquiera que te esfuerces de más.
Porque cuando coincide que tú le atraes y él o ella a ti, no hay que meter nada
con calzador, todo fluye. El "ya se dará cuenta de lo maravilloso que soy"
es engañarte. O compararte con otras parejas que haya tenido pensando que tú
las superas. Todo esto le da igual. Si está para ti no hace falta que seas
alguien diez, hace falta que seas tú mismo y que tú mismo le atraigas. Deja de
machacarte la autoestima buscando cuál es el defecto por el que no te presta
atención. No lo hay. Simplemente, no le interesas lo suficiente.
5. Aceptar las emociones. Deja de
huir de tus miedos y de tus sensaciones y de todo lo que te incomoda. La
mayoría de las veces, emociones como la ansiedad, la tristeza y la frustración,
son señales de algo, y te dan información. No trates de enmascararlas saliendo
de compras para sentirte mejor. Trata de saber qué te pasa y por qué, y dale
solución. En esta sociedad en la que solo se quiere ser feliz a toda costa, se
ha terminado confundiendo el estado de serenidad y bienestar con la ausencia de
problemas y momentos duros. Y es un error. Porque parte de la felicidad pasa por los pasos y
los aprendizajes que tenemos en momentos difíciles de superación personal.
No huyas de ellos, no consumas alcohol para sentirte mejor, no compres, no los
evites. Solo escucha, reflexiona, y haz cosas, que no significa comprar cosas,
que te ayuden a estar mejor.
Aceptar no es resignación. Es una decisión
inteligente que implica estar a gusto con aquello que no podemos cambiar, que
no depende de nosotros o que nos supone una esclavitud que limita nuestro
bienestar y serenidad.
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