Es la recta final para todo y
para todos. Equipos que buscan la permanencia, equipos que buscan meterse en
Europa, los que luchan por ascender a otra categoría, deportistas que después
de la una larga temporada se enfrentan a europeos, mundiales y otras
competiciones, estudiantes con sus parciales, finales y sus meses infernales de
junio, fechas límite para entregar o finalizar proyectos.
Los meses de mayo y junio
desquician a más de uno. Y más de uno intenta tocar todas las teclas, a ver si
alguna suena. Se apela a todo: echar cojones, tener ambición, competir con
coraje, sacar la garra, usar de forma inteligente la cabeza... y por encima de
todo, saber hacer las cosas.
Muchas veces he dicho en mis
charlas que la psicología del deporte no tiene cabida si previamente no existe
un talento determinante, un entrenador que dé sentido y orden al juego y un
preparador físico que entrene de forma que los jugadores aguanten todo el
partido. ¿Por qué me pongo la última de la fila? Porque tirar de actitud, ambición y otras
variables psicológicas cuando el jugador o el estudiante no saben qué tiene que
hacer y no son capaces de aguantar físicamente, es pedirle peras al olmo. No
nos engañemos.
La actitud es determinante
cuando competimos en igualdad o en condiciones similares. La actitud te hace
madurar, ser responsable, sentirte a gusto con tus resultados porque sabes que
lo has dado todo. Pero la actitud, sólo la actitud, no es suficiente.
Está clarísimo: ¿Se imaginan a once jugadores, muy concentrados, con mucha
actitud, con más cojones que el caballo de Espartero... pero sin tener una idea
clara de lo que tienen que hacer en el campo? Sería como correr como pollos sin
cabeza.
Así que si eres de los que en
estos meses tienes la oportunidad de conseguir todavía algo, sigue estos
consejos.
PRIMERO...
Y PRIMERÍSIMO.
Ten claro lo
que tienes que hacer. Tener las ideas claras te aporta seguridad y
confianza. Si tu juego, tu deporte, tu examen... dependen de alguien que dirige
el cotarro... pregunta lo que no tengas claro. Tienes derecho a saber qué
tienes que hacer. Resuelve tus dudas y no tengas miedo al "qué pensarán de mí si pregunto".
Que piensen lo que quieran, tú a lo tuyo y resuelve lo que no tengas claro.
No siempre tendrás la suerte de estar dirigido por alguien
competente.
Así que si tu líder no es capaz de decirte de forma clara qué espera de ti, qué
tienes que entregar o sencillamente lo que tienes que hacer, busca ayuda en el
grupo o en cualquier otra fuente de información. Porque será muy difícil que
entregues ese trabajo si no sabes lo que se espera de ti, o que hagas algo que
no sabes lo que es. PREGUNTA HASTA QUE TE QUEDE CLARO.
Si por el contario tú eres el
LÍDER del grupo del que esperas unos resultados, por favor cerciórate de que lo han entendido.
Expresa tus ideas de forma clara y COHERENTE.
Aunque tú tengas las ideas muy definidas en tu cabeza puede ser que las
personas a las que diriges no las tengan tan claras como tú. PREGÚNTALES. Pero pregunta con respeto,
interesándote, no para comprobar con ironía el nivel de inteligencia de tu
grupo.
Si por algún motivo estás
bloqueado como director de orquesta, déjate aconsejar. El grupo está para ayudar,
para aportar ideas, pide ayuda a los que te rodean. Seguro que se sentirán
importantes si les haces partícipes de tus decisiones y propuestas.
SEGUNDO. Ahora que ya
sabes lo que tienes que hacer busca cómo motivarte, aquello que te enchufe
hasta conseguir tu objetivo. Se trata de sacar esa fuerza interior que te lleve
a ser capaz de luchar por todo. Las personas tenemos una reserva, un depósito
EMOCIONAL del que podemos tirar cuando lo necesitamos. Son las
emociones las que nos hacen sentir vivos, las que nos dan esas alas para volar
en los momentos en los que más lo necesitamos.
Para ello tienes que buscar lo que te motiva:
música, pensar en el resultado final cuando entregues lo que tienes pendiente,
verte como licenciado, o conduciendo tu propio coche cuando te saques el carné,
o celebrando un título, una medalla, un ascenso o esa preciada permanencia.
Visualiza ese momento, con sus emociones, con los abrazos, con el sentimiento
de orgullo, sabiendo lo que te ha costado y lo que has invertido. Vivir el lugar
al que quieres llegar, saber que llegar depende en gran parte de ti, es un
potente motivador. Piensa también en las personas queridas a las que
vas a hacer feliz, cómo te mirarán y el abrazo apretado que vas a recibir.
Busca vídeos que saquen esa fuerza de ti, personas que
fueron capaces de superar esos momentos duros. Imítales, tú también eres capaz.
Si no has vivido la experiencia de estar alguna vez al límite, vive y empatiza
con la experiencia de otros. Es otra forma de aprendizaje. Ellos han podido, tú también.
Busca tu motor, no tiene por qué coincidir con lo
que motiva a otros. Cada uno tiene el suyo, pero por lo menos uno tienes que
tener. El motor es ese empujón en el PREPARADOS, LISTOS, YA.
TERCERO. Ahora que ya
sabes lo que tienes que hacer y lo que necesitas sentir, ahora es cuando puedes tirar de la
actitud, de tu fuerza de voluntad o los famosos órganos masculinos
"cojones"... que por cierto deben estar hasta las narices
de ser utilizados con este fin. Es el momento de actuar. Deja de postergar,
nadie lo va a hacer por ti. Deja de buscar excusas, tarde o temprano te tendrás
que enfrentar. Deja de no responsabilizarte porque eres el único que puede
iniciar y acabar tu objetivo. Puede que sea aburrido, difícil, tedioso, coñazo,
pero es el tuyo y seguro que sirve para algo. PONTE, YA. Darle vueltas no te
hará encontrar el camino fácil, acertar los números de la lotería o atraer la
suerte. Darle
vueltas y rumiar lleva al final a incrementar la ansiedad con la situación, a
sentirte mal contigo mismo por perder el tiempo, pero no lleva a las
soluciones.
Ya lo hemos hablado en otras
ocasiones o artículos. El diablito es muy capullo, se las sabe todas, tiene un
hilo argumental increíble. Lleva toda su vida entrenándose para convencerte de
lo que no te conviene. NO LE ESCUCHES. SOLO TIENES QUE DECIR "CARTUCHO,
CARTUCHO, QUE NO TE ESCUCHO" Y ACTUAR.
CUARTO. Planifica. Pon
fecha de inicio, fecha de finalización y describe por escrito todo lo que
tienes que hacer. Lo que pones por escrito aumenta el compromiso con lo que
tienes que hacer. Trata de escribir la HISTORIA A TU MANERA, porque así la
condicionas.
Escribe:
- QUÉ quieres hacer.
- POR QUÉ lo quieres hacer.
- CON QUÉ recursos dispones.
- ACTÚA. Ponte en marcha. Nadie más lo va a hacer por ti.
Y por último te dejo unas
frases motivacionales. Utiliza las que más te gusten, a diario, repítetela y
deja que te empuje.
1. Puedo con este
desafío.
2. Si yo lo deseo, no
hay límite que valga.
3. La única batalla que
se pierde es la que se abandona.
4. Yo me esfuerzo para
alcanzarlo todo.
5. Sin techo, sin
límites.
6. La satisfacción de
saber que lo he dado todo.
7. El poder está en el
presente. Es un error pensar que tengo tiempo.
9. Da todo lo que tengas
en todo lo que hagas.
10. La diferencia entre
la excelencia y la mediocridad está en tu nivel de entrega.
VA,
VA, VA... EN GRAN PARTE "TIENES LO QUE TE MERECES".
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