Tengo 71 años: luchamos contra la
discriminación por los derechos civiles. Hoy sólo luchan los
ricos por el derecho a serlo más. Nací en el Bronx, pero tuve una excelente escuela pública. Ningún
píxel manda sobre otro y forman la
imagen. Colaboro con la Fundación Art Aids
Para la dignidad
Weiner
luce barba de profeta y una voz campanuda con la que redondea frases de
calado que cosquillean en las neuronas. Y al evocar su pasado de estibador se
siente “iluminado
por las luces de los barcos que cruzan la noche". Su madre, al
enterarse de que Lawrence quería ser artista, le dijo: "Eso es de ricos y mujeres”.
Erró, porque su hijo ha sido pobre y artista, pero también orgulloso camarero,
peón o estibador. Hasta exponer en los grandes museos. De lo que es incapaz el
padre del arte conceptual es de una frase sin sentido. Y apunta a su escultura con
monolito por las víctimas del sida: "Si puedes dar dignidad a una piedra también se
la puedes dar a una persona"
Aún cree que la explosión de una bomba es una
escultura?
No era una bomba. Era dinamita. Una bomba es
terrorismo; la dinamita puede ser una forma de arte, porque, manipulada con
precisión, es capaz de crear formas y vacío.
Se jugó usted la vida por el arte.
Yo no sería tan pretencioso. En uno de mis trabajos
de peón había conseguido una licencia para comprar dinamita. Y la usé.
¿Y le dejaron usarla artísticamente?
Me llevó años llegar a la conclusión de que podía
servir para el arte. La policía no compartía el concepto, así que mi grupo y
yo acabamos ante el juez del condado.
¿Les creyó?
A los cinco minutos, el pobre juez vio que no éramos
terroristas sino un puñado de beatniks chiflados y buscó el modo de
librarse de nosotros. Nos puso una multa para empezar, pero nos declaramos
insolventes.
¿A la cárcel?
Nosotros, encantados, pero el juez lo último que
quería era que nos quedáramos rondando por el condado, así que se dirigió a mi
en tono paternal y me pidió por favor que me largara con la dinamita a otra
parte.
¿Cómo aprendió a usar la dinamita?
Me compré un libro. Usted también podría aprender. Todos podemos
aprender a hacer de todo si nos lo proponemos.
Y usted siempre ha tenido un pie en el tajo: en la
obra, en la mina, en el puerto...
Como todos. Sólo un diez por ciento de los americanos
puede permitirse vivir sin trabajar. Mis padres fueron obreros en el South Bronx,
excepto durante la guerra, en que mi padre fue soldado en el Pacífico.
Pero usted, además, quiso ser artista.
Antes fui activista por los derechos contra la
discriminación racial y de las mujeres.
Buen trabajo.
Y trabajaba en los muelles, embarcado en un
petrolero... Empecé a los 16 años de camarero por las noches. Así, en los
bares del Soho conocí artistas y quise ser uno más.
¿Sus padres le ayudaron?
Cuando se lo dije, mamá lloró: "Vas a romperle
el corazón a tu padre... ¡Artista! Eso sólo es para mujeres y para
ricos!". Y acertaba.
...
Sólo los ricos deciden el arte en los consejos de
los museos qué vale y qué no vale. Ellos y quienes trabajan para ellos. El
resto de los americanos simplemente no pueden llegar a tener criterio porque no
pueden pagarse la universidad.
¿Y la enorme clase media?
En realidad es sólo mi diez por ciento. Los demás se
limitan a sobrevivir como pueden.
¿Qué es ser artista?
Yo soy bueno para
definirlas relaciones entre un trozo de plástico y otro de madera. Y al verlas
en la obra, tal vez alguien pueda entender su propio sitio en el mundo.
¿Cuál es el suyo?
Si yo me entendiera del todo a mí mismo, no
necesitaría arte.
Pues ha tenido retrospectiva en el Wldtney y en
grandes museos de EE.UU.
En el Whitney me pidieron que colgara explicaciones
de las obras, porque la gente no las entendería. Me negué. El arte se explica a sí mismo. ¡Demonios!,
no sé sí comprendieron o no, pero vinieron miles.
Bien.
Yo no explico nada; lo muestro. Es mejor decir algo
haciéndolo que explicándolo.
¿Cómo aprendió usted?
El Bronx no era barrio fácil, pero McCarthy castigó
a los intelectuales rojos de la universidad y nos los envió a las escuelas públicas
de los barrios: ¡Magníficos profesores!
Y gratis.
Nada de gratis. Pagábamos impuestos. Además en
Nueva York se hablaban 20 idiomas y podías discutir de filosofia con los
jesuitas y los budistas en una misma calle. Así aprendí que ética y estética es
lo mismo.
Demuéstrelo.
Mire mi obra sobre el sida para Art Aids en el
mercado de Santa Caterina.
Sólo es una piedra.
Si puedes dar
dignidad a una piedra, también se la puedes dar a un ser humano. Entre
ética y estética, el error es creer que si tu madre es bella y es buena, los
que no son como ella son feos y malos.
¿Algo bello lo es en todo el mundo?
El arte puede
precisamente demostrar que la belleza y la bondad pueden expresarse de muchas
formas diversas y todas igual de buenas y bellas.
Pero no todos servimos para todo.
¿Ve los pixeles de la pantalla de ese móvil con el
que está grabando la conversación?
No los veo, pero sé que están ahí.
Ningún píxel cree
ser mejor que el otro, por eso todos trabajan juntos sin que les importe el
color o el lugar o el origen. Cada vez que usted usa su móvil está demostrando que
la jerarquía no hace funcionar las cosas, sino que se sirve de que funcionan.
En el móvil hay chips que mandan.
No mandan, tienen
otra función. Hay quienes saben hacer unas cosas mejor y otros otras,
pero eso no hace ni mejor ni peor a nadie. Una enfermera no es ni mejor ni peor
que un cirujano. Pero una buena enfermera es mejor que un mal cirujano.
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