¿Cómo afrontar entonces
el futuro? ¿Qué hacer para no paralizarnos? ¿Cómo gestionamos la incertidumbre?
Una cosa es que no
podamos predecir el futuro, y otra, que no podamos construirlo desde el
presente para estar preparados.
Lo más importante de la
decisión es avanzar en ella, adaptarse y estar listos para obstáculos y
sorpresas.
La gran mayoría de nosotros
acertaríamos con las predicciones cotidianas, pero no aportan información
relevante. Sin embargo, alguien aún no sabe que mañana lunes le sonará el
despertador a las 7.30, se levantará diez minutos más tarde y al ir a tomar un
café se cruzará con un amor que transformará su vida. Este acontecimiento es lo
que Nassim Nicholas Taleb denomina
un cisne negro, es decir, algo inesperado y extraño, absolutamente impredecible y
de un impacto tan extremo que cambia el rumbo y el devenir de la existencia.
Desde la primavera árabe hasta la irrupción de Internet, pasando por cómo
llegamos a conocer a la persona con la que hemos tenido un hijo. Da igual. Si
pensamos en las cosas más significativas y relevantes de nuestra existencia,
veremos que se tratan de auténticos cisnes negros, es decir, total y
absolutamente impredecibles, fuera de todo plan o propósito previo.
“Voy a dar un pronóstico
para el partido de mañana: puede pasar cualquier cosa” (Ron Atkinson)
A pesar de ello, seguimos
sumidos en la ilusión de la predicción. Trazamos planes en función de suposiciones erróneas, nos
adelantamos a problemas que nunca existirán y nos aferramos al análisis de
datos incompletos para tratar de dilucidar el futuro. ¿Por qué?
Porque necesitamos tenerlo todo bajo control, pero si algo se puede decir del
futuro es que, afortunadamente, es incontrolable.
Lo
inesperado nos produce ansiedad. Pero en el fondo tampoco es deseable
en absoluto una vida predecible, una pareja predecible, un trabajo predecible…
Pocas personas querrían conocer exactamente lo que va a ocurrirles en los
próximos años, incluso en los próximos días. Sería trágico y, lo que es peor,
aburrido. Vivimos inmersos en esta paradoja. Sin embargo, el futuro es una
herramienta para avanzar. Una cosa es que no podamos predecir el futuro, y
otra, que no podamos construirlo desde el presente para estar preparados. El futuro es
impredecible, pero no es incontestable.
El que fuera entrenador del
Atlético de Madrid en la temporada 1988-1989 soltó en una rueda de prensa la
aparente perogrullada con la que titulamos este epígrafe. Pero en el fondo
encierra una profunda lección. Fijémonos en cómo prepara un equipo de fútbol un
partido cualquiera. Desde que el árbitro señala el principio del encuentro
hasta el final puede pasar cualquier cosa. ¿Qué hacen, pues, los equipos? ¿Qué
preparan durante toda la semana? Su capacidad de respuesta tanto para administrar una
posible ventaja inesperada como para remontar una situación adversa.
De eso dependerá el éxito o el fracaso.
Nosotros debemos entrenar
igual. Nuestros partidos de fútbol están en las manos de nuestra capacidad para
no dilapidar una ventaja y en la fortaleza para no venirnos abajo en una
situación adversa. Desde que nos despertamos hasta que nos vamos a dormir,
puede pasar de todo. Lo importante es estar preparados. Así, nuestro plan de
entrenamiento debería incorporar los siguientes conceptos:
Ser
conscientes de nuestros puntos débiles y entrenarnos en ese tipo de jugadas
hasta que estemos seguros de que si sucede, estaremos preparados para
responder.
Aceptar
nuestras fortalezas.
Todos tenemos puntos fuertes, zonas de confort en las que nos sentimos seguros.
Es importante explotar esas características y ser conscientes de ellas para
usarlas como recursos.
Saber
adaptarse es fundamental en nuestra vida cotidiana. Ser
flexibles, saber acomodarse a los acontecimientos y desde ellos responder de la
mejor manera. No intentar en vano forzar a que todo se ajuste a nuestros gustos
preestablecidos. Levantarse, reaccionar y seguir jugando el partido aunque nos
hayan pitado un penalti injusto.
Parálisis
por análisis
“Si abordas una
situación como asunto de vida o muerte, morirás muchas veces” (Adam Smith)
Podemos actuar desde el
presente para estar preparados y disfrutar o reaccionar ante los cisnes negros
que nos encontremos. Sin embargo, en ocasiones se nos exige tomar una decisión.
¿Qué hacer cuando nos encontramos frente a dos caminos y tenemos que escoger
uno? Decidir
es tratar de predecir qué será mejor para nosotros, y si las predicciones
acostumbran a fallar, ¿qué se supone que debemos hacer?
Las
posibilidades
“Lo hicieron porque no
sabían que era imposible” (anónimo)
Después de todo, y como hemos
visto, es una auténtica suerte que aquellos acontecimientos importantes en
nuestra vida sean impredecibles. Eso significa que cada día está lleno de posibilidades y
oportunidades. Depende de nosotros saber detectarlas, aprovecharlas
y, en cualquier caso, estar preparados para responder. Si pudiéramos predecir
el futuro con más o menos efectividad, seríamos aburridos y, claro,
predecibles. Pero no solo eso. Además habría objetivos que no nos propondríamos
simplemente porque los predeciríamos como imposibles.
Lo cierto es que lo más
importante no es qué debemos hacer, sino qué no debemos hacer: no decidir.
Este es el peor y más común de los errores. Quedarse atenazado por la ansiedad,
caer en lo que los especialistas denominan parálisis por análisis.
Ante
dos caminos, elija el que tiene corazón. Esta frase, extraída de Las
enseñanzas de Don Juan, de Carlos Castaneda, nos recuerda que en el fondo
sabemos aquello que conecta con nosotros, nuestros principios y expectativas. Siempre hay un
camino que reconocemos como el nuestro. Si somos conscientes de que
una vez elegido un camino deberemos estar preparados para reaccionar ante
situaciones imposibles de presagiar, tomaremos nuestras decisiones con más
tranquilidad, objetividad y serenidad.
Lo
importante siempre escapa al análisis. Los científicos las llaman
intangibles o variables ocultas. Existen circunstancias que por más vueltas que
les demos, escapan a nuestro control. Por esta razón es tan importante que hagamos caso a nuestro
corazón o, para los menos románticos, nuestra intuición.
Adáptese
al camino.
Lo que sí podemos predecir es que, una vez que hayamos elegido, deberemos seguir andando.
Tal vez nos encontremos con cruces inesperados, tal vez no salga todo como
falsamente preveíamos, eso no importa. Una vez más, lo importante de la decisión
es avanzar en ella, adaptarse a las circunstancias y estar preparados tanto
para los obstáculos como para las sorpresas que nos depara el viaje.
LO
QUE IMPORTA ES SEGUIR
Libros
– ‘El cisne negro, el impacto de lo altamente improbable’, de Nassim
Nicholas Taleb. Ediciones Paidós.
– ‘El libro de las posibilidades’, de Albert Liebermann. Editorial
Urano.
Película
– ‘Minority report’. Un clásico de la ciencia ficción basado en un
relato de Philip K. Dick y dirigido por Steven Spielberg en 2002. Incluso en el
futuro, las predicciones fallan.
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