Autor:
Isaac Asimov.
"La curiosidad es
un sistema emocional-motivacional positivo, asociado con el reconocimiento y la
persecución de experiencias nuevas; precursora del aprendizaje y del
crecimiento personal." (Todd Kashdan)
Desde dicha perspectiva es una
excelente cualidad. Sin embargo, deviene en defecto, cuando se centra en el
ámbito equivocado y se emplea para conocer, lo que ni se debe conocer ni
tampoco importa el conocerlo. Siempre deberíamos preguntarnos: ¿Qué me supone eso que quiero saber y en qué medida estoy
concernido por ello? Si las respuestas son: nada y en ningún modo, ¿para qué
queremos saberlo?
Ahora bien, empleada en su más
estimable acepción, la curiosidad es un elemental motor de crecimiento.
Recuerdo una frase de Arnold Edinborough:
“La
curiosidad es la base misma de la educación y si usted me dice que la
curiosidad mató al gato; el gato murió noblemente.” Es decir: la
curiosidad bien manejada y enfocada a objetivos positivos, como el afán de
aprender y crecer, es una buena inversión mental y emocional... y además,
contribuye a la felicidad.
Las personas que muestran altos
niveles de curiosidad, según un estudio, experimentan mayores niveles de satisfacción en la vida que el resto de las
personas. Mientras que los menos curiosos obtienen más placer instantáneo y,
por tanto, perecedero, las personas curiosas parecen encontrar un mayor significado
a la vida, lo cual es un buen 'predictor' de la felicidad a través del tiempo.
El estudio fue presentado en la Annual Positive Psychology Summit.
Y por si fuera poco, la curiosidad pospone el envejecimiento. Alguien
curioso mantiene su jovialidad y con ello el proceso de inevitable 'oxidación'
que nos amenaza cuando perdemos el interés por descubrir nuevas emociones. Nos
dan la vida para vivirla en toda su plenitud y en el oficio de vivir entra el
de preocuparse por conocer cuanto nos
rodea y cuestionarse cada dogma o doctrina establecida, para así poder
llegar a conclusiones propias y no heredadas; nuestra visión del mundo.
Hace algunas semanas leí que la
versión original de la anécdota más célebre de la ciencia, la historia de Newton y la manzana, había sido
recuperada para su publicación de los archivos de la Royal Society.
La anécdota de la manzana fue
contada poco antes de su muerte, en 1727, por
Newton a su amigo William Stukeley.
"Después de cenar, como hacía buen tiempo, salimos al
jardín a tomar el té a la sombra de unos manzanos", escribe Stukeley.
"En la conversación me dijo que estaba en la misma situación que cuando le
vino a la mente por primera vez la idea de la gravitación. La originó la caída
de una manzana, mientras estaba sentado, reflexionando. Pensó para sí ¿por qué
tiene que caer la manzana siempre perpendicularmente al suelo? ¿Por qué no cae hacia arriba o hacia un
lado, y no siempre hacia el centro de la Tierra? La razón tiene que ser que
la Tierra la atrae. Debe haber una fuerza de atracción en la materia; y la suma de la
fuerza de atracción de la materia de la Tierra debe estar en el centro de la
Tierra, y no en otro lado. Por esto la manzana cae perpendicularmente, hacia el
centro. Por tanto, si la materia atrae a la materia, debe ser en proporción a
su cantidad. La manzana atrae a la Tierra tanto como la Tierra atrae a la
manzana. Hay una fuerza, la que aquí llamamos gravedad, que se extiende por
todo el universo".
Reflexión final: "Millones vieron caer la manzana, pero Newton se
preguntó por qué." (Bernard
Baruch)
Muy buenoooo!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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