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dijous, 2 de maig del 2013

“EL MATRIMONIO ES UNA PEQUEÑA CIVILIZACIÓN DE DOS” . William Boyd, escritor. La Contra de la Vanguardia. 22/06/10

William Boyd, escritor (‘Un buen hombre en África’, ‘Bambú’) y guionista (‘Chaplin’)


Tengo 55 años: en mi vida ya he sido varios hombres. Nací en Ghana: fui niño colonial. El secreto de disfrutar de casi todo es no ambicionar casi nada. Debo admitir que dependo tanto de la suerte como de mí mismo. La suerte no es el destino: con la suerte se puede negociar.

LOS INGLESES
“Los ingleses –dice Boyd– somos excelentes soldados, pero malos manifestantes, porque adoramos el orden. Por eso nuestras manifestaciones son una birria comparadas con las de los franceses. La última vez que estuve en Francia me quedé atrapado en una carretera diez horas por una huelga..., ¡Dios mío!, ¡de ambulancias!
Y no es que los ingleses tengamos miedo, pero nos sentiríamos incómodos coreando consignas con las sirenas. Sólo una ambulancia francesa puede manifestarse sin sentirse ridícula. Sin embargo, reconozco que los futbolistas franceses hablan, o incluso insultan, en buen francés: sólo un futbolista inglés habla el inglés peor que su entrenador portugués”.

Si usted hubiera llevado un diario desde que aprendió a escribir... ¿Qué descubriría al leerlo?

¿...?
Que creía ser uno, pero en realidad ha sido muchos hombres.

¿Cómo lo sabe?
Porque yo he escrito ese diario y no me reconozco en todos los hombres que hay en él. De adolescente, fui un tipo tranquilo, relajado, auto indulgente...Y a los 30 años, en cambio, no me permitía el menor error, por lo que vivía atormentado: si era el segundo, por no ser el primero; y si era el primero, por no haber sido el primero antes.

¡Qué estrés! ¿Y ahora?
Vuelvo a tolerar a los demás y a mí mismo, porque sé que sólo hay una cosa por la que vale la pena preocuparse... De verdad.

...
Tu salud y la de quienes amas. Lo demás es pura vanidad prescindible. Desde que lo descubrí, puedo estar días sin pegar golpe.

¿No pegar golpe es terapéutico?
Mucho, pero requiere aprendizaje, esfuerzo, constancia y paciencia. Una buena nada no la hace cualquiera así sin prepararse.

¿Cómo sé que hago bien nada?
Porque si lo haces a conciencia, si aprendes a no pegar pero ni un palo al agua durante días, enseguida te vienen ganas de hacer algo. A mí, por ejemplo, a los tres días de dura vagancia, me vienen ganas de escribir.

Parece usted un autor de autoayuda.
En esta vida puedes creerte el mantra del capitalismo salvaje (“Tú haces con tu vida lo que quieres”); el del integrismo (“Dios hace contigo lo que quiere”) o el de Chejov...

¿...?
“Haces con tu vida lo que puedes”: la vida es una suma de buena y mala suerte a la que te vas adaptando con más o menos acierto.

¿Eso deduce de leer su diario?
Cualquiera que repase su propia vida con sinceridad verá que dependemos más de las circunstancias que de nosotros mismos.

Al menos por igual.
Esa visión del mundo te hace humilde, al contrario que quienes creen haberse hecho plenamente a sí mismos.

Pero no tanto como los siervos deDios.
Chejov te deja ahí en medio, al albur de lo que suceda, intentando adaptarte a los vaivenes de la fortuna.

¿Ahí se acaba el mundo según Chejov?
Su otra virtud es que nunca juzga a nadie: se limita a observar, explicarlo y tolerar a todos sin condenar a nadie: tiene amigos en la extrema derecha siendo él un libertario.
Todos tenemos un poquito de verdad, pero nadie la tiene toda, la verdad. Chejov cree en la fortuna, que no es el destino. Con el destino no negocias: o lo aceptas y mueres en silencio o no lo aceptas y mueres enfadado. En cambio, con la fortuna se puede negociar: coquetear, jugar, sobrellevarla, disfrutarla, soportarla o engañarla.

¿Puede ser más concreto?
Yo remo con convicción hacia la orilla, pero –¡la vida se da la vuelta de repente!, ¡por cualquier cosa, porque pierdes un tranvía!– y entonces, tras el bandazo, remo con igual entusiasmo en la dirección opuesta.

Sin perder la compostura.
O perdiéndola... ¡Qué le vamos a hacer! A veces al leer novela histórica me imagino viviendo el boato de Ramsés o Julio César...

Todos lo hemos soñado alguna vez...
... Pero entonces pienso en una palabra: anestesia. ¿Se imagina los dolores que pasaron los emperadores en el dentista?

Si ya se pasan con anestesia.
Pero, donde verá claro que la suerte lleva la mitad del timón de la vida es en la pareja.

O suena la música o no suena.
Yo fui al teatro un día solo y allí había otra chica que fue sola y salimos juntos y llevamos 37 años sin separarnos. Eso es suerte.

Y algo de maña.
El matrimonio es una pequeña civilización de dos: algo de pasión y tolerancia, complicidad. Y mucha paciencia. Es un mundo para dos que lo transforman en lo que quieren.

Amor y mucho humor.
En humor es lo único en que le exijo que aún reconozca la superioridad británica.

Pues a cambio defina el humor inglés.
La ironía inglesa siempre empieza contra uno mismo. Es nuestra mejor vacuna contra la soberbia. Y cada uno se la aplica a sí mismo, por lo menos, para empezar.

En eso admito todas sus lecciones.
Es mejor que te rías de ti mismo tú solo y te sorprenderá cómo se te unen enseguida tus amigos... Con más crueldad, por supuesto, pero también con más gracia y puntería. Lo que ganas al suicidarte tú primero es que duele menos cuando los demás disparan.

En cambio, los latinos solemos reírnos de los demás y a gritos.
El humor británico brota, como una erupción súbita, ante cualquier intento de darse importancia y triunfa ante la petulancia y la vanidad: siempre fáciles de ridiculizar.

Una fuerza positiva, pues.
Una fuerza para el bien que nos mantiene pegados a la realidad y evita muchos disturbios ególatras. Yo diría, además, que el humor británico no busca víctimas...

Es lo primero que buscan los latinos.
... Sino ocurrencias. Y, como la petulancia y la soberbia son sus enemigos naturales, los intelectuales son su objetivo preferente.

En Francia se pondrían las botas.
Los franceses no se distinguen precisamente por su falta de pedantería, pero envidio como sus intelectuales pueden hablar horas en la tele sin que nadie se ría.


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