Quienes han afrontado una
separación, la pérdida de su empleo o una crisis existencial conocen la
desorientación que se siente al adentrarse en el desconocido territorio de las
posibilidades. Cuando no tenemos un sueño que nos guía, ni siquiera un plan B,
nos asalta el vacío y el temor a que nuestra vida no vuelva a tener nunca más
sentido. El
único remedio para salir de ese bache es hallar otra pasión que nos guíe.
Esto constituye la piedra
angular de la Logoterapia de Viktor
Frankl, quien afirmaba que “la vida exige a
todo individuo una contribución y depende del individuo descubrir en qué
consiste”. Hay pasiones que nos acompañan desde niños y otras
que vamos descubriendo en el camino. Gauguin se volcó en la pintura a los 40
años y Lampedusa, el autor de “El Gatopardo”, no se puso a escribir hasta
acercarse a los 60.
Uno y otro conocieron la
crisis y buscaron un camino propio donde desplegar sus capacidades. Lo hicieron
tomando el control de su propio destino y asumiendo lo que decía el padre de la
Logoterapia: “El ser humano no se limita a existir, sino
que siempre decide lo que será su existencia, lo que va a ser en el próximo
momento”.
¿Qué hacer, sin embargo, cuando no sabemos qué paso
adelante dar, hacia dónde dirigirnos después de un fuerte golpe? ¿Y si no
hay nada que nos gusta o ilusiona? Esta era una pregunta que a menudo le hacían
a Viktor Frankl sus pacientes, y el neurólogo y psiquiatra austríaco les
respondía: “Si no sabes cuál ha de ser tu misión ya
has encontrado una: descubrirla”.
En este vídeo, podremos
disfrutar de un fragmento de un discurso que el Dr. Viktor Frankl impartió a un
grupo de jóvenes, con reflexiones de gran calado cuya utilidad e inspiración
siguen hoy plenamente vigentes, que merece mucho la pena ver (podéis activar
los subtítulos en castellano en la parte inferior de la ventana en la que
aparece el vídeo). Esperamos que lo disfrutéis.
Álex Rovira y
Francesc Miralles
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