Hay muchas etapas en nuestra vida
que nos ponen en la tesitura de tener que tomar elecciones importantes, elecciones
que nos pueden llevar a luchar por un sueño o a la comodidad de lo que vendrá,
al miedo de si podré alcanzarlo o dejarlo de antemano por perdido.
El miedo atrofia los sueños, los empequeñece, los
aísla y los hace menos valiosos a la vista de tus propios ojos pues cambiar
cuesta, a veces produce ansiedad y uno tiene que decidir entre la comodidad y la seguridad que
ofrece quedarse uno como está, o la valentía de dar un paso hacia ese sueño que
puede ser un riesgo.
Entonces, uno tiene que cuestionarse qué es lo que
desea hacer, qué es lo que espera de la vida y hacerse la gran pregunta para la
que todo el mundo no tiene respuesta “¿Para qué vives?” Podríamos planteárnoslas de
otra manera pero siempre llegando al mismo punto: cuál es la finalidad de tu vida, qué es lo
que esperas de tu vida, qué quieres hacer con el tiempo en el que estés aquí.
Podríamos pensar que son simples preguntas
existenciales pero van más allá del mero hecho de hablar por hablar, de pensar
en algo rápido y seguro que no nos comprometa. Para ahí. Piénsalo bien y
detente, porque el temor no es comprometerte ante los demás, el auténtico
temor puede ser el de comprometerte ante ti mismo y darte cuenta de que puedes
o no alcanzar ese sueño o utopía que alguna vez has tenido en tu pensamiento.
Hay personas que cuando se dan cuenta de esto
deciden exigirse menos a sí mismas, así uno nunca puede defraudar ni
defraudarse porque si uno hace poco, poco puede obtener y se mantiene dentro de
esos rangos de comodidad que antes hablábamos pero ¿Eso es lo que verdaderamente desea,
comodidad y no sus propios objetivos?
Esto nos llevaría de nuevo a preguntarnos qué es
lo que esperamos de la vida y qué es lo que deseamos hacer mientras respiremos.
Como dije en un principio, no tiene porqué resultar sencillo encontrar
respuestas a estas preguntas y si respondes demasiado rápido, detente y tómate
tu tiempo para reflexionar de nuevo.
Procurar
vivir cada día para alcanzar ese sueño es algo que puede resultar ansiógeno
para algunos y tranquilizador para otros, pues están en camino.
Sólo cada uno puede dar los pasos necesarios para
ir al encuentro de sus propios sueños, no importa si a veces uno camina hacia
atrás, si se echa a correr en dirección contraria o hacia su objetivo. A veces,
lo que resulta más complejo es encontrar la respuesta, veremos el camino cuando estemos preparados
para dar los pasos necesarios hacia él enfrentándonos a los obstáculos que la
vida ponga en él.
¿De qué forma
quieres vivir tu vida?
Luchar por los sueños y contra los miedos o quedarte en la deriva a la espera
de lo que pueda alcanzarte. El miedo no es eterno, el miedo limita e inquieta, el
miedo marchita los sueños pero si uno se escucha así mismo, se
conoce o se da el permiso para pensar sin límites, puede conocer qué es aquello
que desea y darle un sentido a su vida, luchar por algo que sabe que le pueda hacer grande porque
podrá sentirse orgullo de sí mismo, porque será todo aquello que desea ser.
No olvides que
los grandes límites son los que se autoimpone uno mismo.
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