Dicen que Buda paseaba por los cielos a la orilla
del lago de la Flor de Loto. En las profundidades del lago, Buda podía ver eI Naraka
o infierno. Mirando por allí se dio cuenta de que un hombre llamado Kantaka que
había muerto hacía unos días, luchaba y sufría en aquel infierno. Buda, lleno
de compasión, quiso ayudarlo, ya que siempre ayudaba a quienes hubiesen hecho,
al menos una vez en su vida, una buena acción. Kantaka, a pesar de ser ladrón,
una vez había actuado generosamente al dejar vivir conscientemente a una araña
que estaba a punto de pisar. Buda vio en esta acción generosa un espíritu bueno
y, para ayudarlo, lanzó a las profundidades del Naraka un hilo de araña largo
que llegó hasta donde estaba él.
Kantaka se dio cuenta de que el hilo era como una
cuerda de plata muy fuerte y, como deseaba salir del infierno, se aferró al
hilo, a pesar de ser consciente de que la escalada era muy peligrosa porque el
hilo podía romperse por su peso. Así que empezó a subir y subir, ayudado por
manos y pies.
La escalera era larga. Cuando llegó a la mitad
miró hacia abajo y se dio cuenta de que una multitud de gente subía por el hilo
detrás de él buscando también su liberación. El pánico se apoderó de Kantaka:
-Esta cuerda
no aguantará tanto peso y por culpa de todos ellos acabaremos todos en el
infierno
-dijo.
Y continuó pensando:
-Sería mejor
que todos cayeran de nuevo en el infierno y me pudiera así liberar de su peso.
¿Por qué me han tenido que seguir?.
En aquel momento preciso el hilo cedió exactamente
a nivel de las manos de Kantaka, y todos cayeron nuevamente en las
profundidades tenebrosas del lago.
Buda miró entristecido hacia abajo. Y es que nadie puede
salvarse solo, prescindiendo de los demás.
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