Tengo 49 años. Nací en
Madrid y vivo en Navarra. Tengo cuatro hijos.
Me licencié en Derecho y realicé mi tesis sobre filología. Soy escritor,
crítico literario y profesor de Literatura. Creo en
el liberalismo. Soy cristiano y tengo un Dios personal con el que
procuro hablar
DESNUDOS
Este profesor de Literatura Universal en la
facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra, que ambiciona sin
rendición un amor que no repose en el conformismo, en rendirse a la mutua
compañía formal, sino que aspira a ese amor que nos desnuda, que nos impulsa a
la vida y que nos hace dignos de él, recurre a la gran literatura y al legado
de los sabios para iluminar el camino. Asegura que el amor es luz y que la
senda es ardua, pero que al final es lo único que merece la pena. Su novela No te vayas sin
mí (Ediciones Alfabia) no pretende darnos respuestas, simplemente
nos hace testigos de una gran historia de amor que “bien podría ser la nuestra"
Sostiene usted que en toda relación hay una
tercera persona.
Sí, diversas formas de terceras personas. El amor
entre dos personas ya de por sí genera un tercero, que es la relación, y con
frecuencia son proyectivas a una tercera persona, que son los hijos.
La relación de pareja se modifica con los hijos,
si.
Precisamente el juego está en saber gestionar bien
todas esas terceras personas que no necesariamente son alguien que se cruza en
el camino de uno de ellos.
El amor es un tema sobre el que se ha reflexionado
mucho.
De los grandes clásicos han bebido todos, y yo
destacaría como idea fundamental que nadie posee a nadie.
Ese es un bonito enunciado que pocas veces se
cumple.
Si aprendes las lecciones de los clásicos, la vida
se convierte en algo más difícil, pero a la larga en más vivible porque el
camino es más sabio.
No sé si es un consuelo.
Desde el Cantar de los Cantares hasta Kafka
subyace esa lección de que nadie posee a nadie, pero es algo que no acabamos de
entender y por
diferentes circunstancias nos hacemos prisioneros o guardianes los unos de los
otros.
El amor nos fragiliza
Los extraordinarios escritores japoneses del siglo
XX, como Kawabata, Mishima o Endo, defienden que el amor es más penetrante,
profundo, intenso y duradero cuando se vive desde una posición de debilidad, de
delicadeza, en lugar de fuerza.
¿Cargar al otro con tu debilidad?
No hablo de victímismo. La delicadeza es en parte reconocimiento
de que uno es débil, limitado, de que no posee, esa debilidad es una fuerza, la
de la flexibilidad y la capacidad de escuchar, que me parece otra de
las claves, la vemos muy marcada en Platón.
Un amante del diálogo.
En la pareja, él o ella, se pueden convertir en
tiranos, y la etimología de tirano es precisamente el que no escucha. La postura
tiránica es la de quien desde una posición de poder, que en el caso de la
pareja deviene de la dependencia de amor, no escucha.
Algunas parejas que llevan años juntos tienen poco
que decirse es triste.
Es una habitual fatalidad, pero no tiene que ser
así. Otra cosa que uno aprende de los clásicos es que la vida hay que
gobernarla. Karen Blixen decía que lo importante no es vivir, sino navegar la vida.
¿Y eso en qué se traduce?
En valentía. Uno está con otro a veces por las
circunstancias: los hijos, el piso... Me da lo mismo, si no estoy bien con mi
pareja, ¿de qué les sirve a mis hijos?
Si fuera tan senciIIo.
Hay que actuar con libertad. Que una pareja esté profundamente aburrida
es indigno de cualquiera de los dos.
No hay que resignarse.
No. Pero antes de abandonar hay que luchar: la capacidad de
superar las crisis es la medida de un amor. Uno ha de crear a su
alrededor las condiciones para que haya alegría, vida, fecundidad.
Es muy difictil amar y ser amado...
Sí, pero es lo único que merece la pena realmente
en la vida. A mí me emociona ese último fragmento de Raymond Carver antes de
morir de cáncer. "¿Y conseguiste lo que querías de esta
vida? Lo conseguí. ¿Y qué querías? Considerarme amado, sentirme amado en la
tierra".
El amor nos hace inteligentes, dice uno de sus
personajes.
Porque ilumina desde dentro y calienta, nos predispone a
diseccionar la realidad empezando por uno mismo, todo el ser se
mueve hacia algo positivo, se trata de eso tan bonito que decía Hemingway: "Cuando una
pareja se ama y uno o los dos hacen un buen trabajo, la gente se siente atraída
hacia ellos como los pájaros de noche ante la luz de un faro".
Sí, el amor es luz.
Hemingway mezclaba su trabajo literario con el
amor, y no lo entiendo.
Cuando hay amor en una pareja, amor en serio,
precisamente porque es una fuente de luz, de positividad y de inteligencia, facilita que
cualquiera de los dos resplandezca, es proyectivo, le hace ir hacia delante.
Juega la fortuna: te encuentras o no.
Tropezarte
con alguien adecuado es una suerte a la que todo el mundo en algún momento
tiene acceso;
puede que tuviéramos la oportunidad y la gestionáramos mal.
Eso es duro por su parte.
Dificultades las tiene todo el mundo, y hay que salir
airoso hacia delante. Tiene mucho que ver con estar bien con uno mismo, que es
la clave del amor de pareja. Que lo que te acontece sea negativo,
duro o arduo lo tienes que dar por supuesto.
Deme un pensamiento que a usted le haya hecho reflexionar.
De nuevo citaré a Karen Blixen: "Yo
responderé". Pero eso no
significa que responderé lo que tú quieres oír, sin esa libertad radical el
amor no se puede dar, fracasa. Y esa libertad es la que hay que renovar cada día, y es
una cuestión personal.
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