Tengo 46 años: he corregido algunos fallos. Nací en Nebraska: allí dicen que si no tienes nada
agradable que decir, no digas nada. Tres hijos: valiosos críticos. Soy demócrata católica y casada con un republicano
protestante: los dos investigamos conflictos. Colaboro con Iese
AMOR: QUÍMICA
Y AÑOS
Woody Allen me decía aquí que el amor es química
y, si no la tienes, no hay terapia de pareja que valga: es mejor buscarla en
otra; y Robert Redford recordaba que, cuando el derecho romano creó el
matrimonio, la esperanza de vida era de 38 años. Hoy es de 83 (ellas 87)-
esperar que el amor dure 60 hasta que la muerte nos separe es creer en Santa Claus.
La mitad de las bodas acaban en divorcio. Heen defiende a la otra mitad y -gran
negociadora- usa el argumento Allen para rebatirlo: gozar de una relación de
años produce oxitocina, que predispone al sexo: mengua con los desengaños y se
repone al corregir errores juntos. Y así hasta el clímax de la plena aceptación
mutua.
Cuanto más poder tienes, más tiempo dedicas a
negociaciones difíciles.
Si gozas de una vida plácida, es que no pintas
nada.
Y el gran problema de los que mandan es que nadie
les dice sus defectos, por eso suelen darse cuenta de ellos cuando ya es tarde
para corregirlos
Y para salvar el cargo.
O la pareja, o la amistad, o el respeto de los
demás. Por
eso es tan importante aprender a discernir qué hay de cierto en una crítica.
¿No hay que saber también ignorarlas?
Siempre hay algo de verdad en ellas: incluso en
los insultos de tu hijo de 11 años en una rabieta, y has de aprovecharlas para mejorar.
Tomo nota.
Pero la mayor parte de las reacciones que provocan
tus defectos son mudas.
¿,,,?
Son ese correo que no te enviaron, porque
despreciaste a la secretaria y ella "se olvidó" de ponerte en lista;
o esa reunión a la que nadie te convocó por lo que llegas a berrear cuando
alguien te lleva la contraria; o la fiesta a la que nadie te invitó por tus
chistes de mal gusto cuando te tomas dos copas...
Casi mejor no enterarme.
Queremos
que nos quieran tal como somos, pero también aspiramos a ser mejores.
¿Son dos deseos irreconciliables?
La
madurez es saber conciliarlos. Ser capaz de admitir una crítica sin
dejar de confiar en ti mismo y discernir y aprovechar lo que hay en ella de
cierto para corregirte.
¿Cómo?
Hemos observado tres tipos de reacciones a una
crítica. Hay quien simplemente la niega: "Yo no soy así". Si usted es
negacionista, recuerde que tal vez haya un uno por ciento de verdad en esa
ignorancia: aprovéchelo.
También hay mucho mal bicho suelto.
Hay
personas que buscan su seguridad en provocar tu inseguridad. Hacerte sentir
débil les hace sentirse a ellas fuertes. Establecen así relaciones tóxicas,
pero si es usted capaz de no ofenderse, esos malos bichos le darán valiosa
información sobre sus errores.
Casi prefiero autoanalizarme...
No basta: hay cosas esenciales de ti mismo que sólo te pueden decir
los demás. Y no sólo con palabras: a veces sólo con gestos.
Pero sin faltar, ¿eh?
La segunda reacción frente a la crítica es negar el quién
o dudar de la relación con quien la pronuncia: "No me quieres" o "Esa gente
me odia, por esto o lo otro...".
¿Quién aprovecha mejor las críticas: ellas o
ellos?
En la reacción a la crítica no hay diferencias
entre hombres y mujeres. Los más inteligentes saben escuchar la crítica y
corregirse sin que afecte a su autoestima.
¿Cómo se aprende a mejorar así?
La reacción ante la crítica, tercera categoría,
también depende
del estado emocional en que la recibes. Cuando estás de buen humor,
las críticas apenas te afectan, pero si tienes un mal día, una pequeña ironía
sobre tu peinado te puede hundir en la miseria.
¿Cómo evitarlo?
Distancia
y foco.
Recordar que las críticas sólo se refieren a una parte de ti, pero que tú eres mucho
más que lo criticado. Es el modo de conciliar tu amor propio con la
aceptación de las críticas para corregirte: la habilidad clave en el liderazgo.
El jefe no sabe sus defectos; su equipo, sí. Y si quieren triunfar con él, se
los dirán para corregirlos.
¿Por qué lidera quien sabe corregir?
Porque sentimos simpatía hacia quienes luchan por
mejorar. Quien demuestre que está luchando va tiene media victoria.
Habrá diferencias culturales.
Mi marido es neoyorquino y suelta las críticas
directas y a bocajarro; yo soy del Medio Oeste, donde nos repetían: "Si no
tienes algo agradable que decir, no digas nada".
Aquí vivimos la cultura de la queja: criticar y
estar enfadado es lo habitual.
Criticar
no es negativo; el modo puede serlo. Hay que saber criticar si es que
quieres mejorar -no destruir- al criticado. Un predictor de la duración de una
relación es la disposición a aceptar las quejas del otro. Cuando tu pareja,
amigo o equipo deja de criticarte, es que ya ha decidido dejarte.
Las asiáticas se quejan poco en pareja.
Por eso te llevas una sorpresa el día que se van.
También lo hemos estudiado.
¿Por qué juzga mejor una relación de por vida que
unas cuantas?
Te casas con una persona y acabas conviviendo con
varias, porque va cambiando. Así, con los años, ganas una historia compartida
con esa persona que sabe cómo eres y cómo eras y también que muchos de esos
cambios los ha hecho ella por ti y tú por ella hasta sentiros plenamente
aceptados.
Y corregidos.
No
hay aceptación madura sin correcciones compartidas. Lo demás se
acaba pronto.
Yo diría que nos quieren más por nuestros defectos
que por nuestras virtudes.
Corregir juntos afianza la perspectiva de relación
a largo plazo, que genera oxitocina, la hormona del bienestar, que predispone
para el sexo. Si
no hay progreso compartido, la hormona se disipa, pero si mejoras en la
relación, se va reponiendo.
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