Autor: Antonio Muñoz Molina
Hoy toca hablar del desarraigo.
Según la RAE: el efecto de separar a alguien del lugar o medio donde se ha
criado, o cortar los vínculos afectivos que tiene con ellos. Dicho de una
persona que ha perdido los vínculos afectivos o culturales con su país,
familia, etc. ¿Sabías que el
desarraigo deriva, en muchos casos, en una enfermedad y que, de hecho, existe
un mal que afecta a los inmigrantes llamado el "Síndrome de Ulises"?
Fue el psiquiatra Joseba Achótegui, profesor del
Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos de la
Universidad de Barcelona, quien acuñó el término en el año 2003 , porque,
según él mismo explicaba, en La Odisea
de Homero,
los naúfragos describían unos síntomas parecidos a los que padecen actuales
inmigrantes europeos: una soledad enorme al estar alejados de sus familias;
un sentimiento de fracaso al no encontrar sentido a un viaje tan duro (muchas
veces no obtienen trabajo de ningún tipo); una lucha por la supervivencia; y
sufrir miedo (cuando no pánico) a la hora de enfrentarse a una sociedad
desconocida.
Marcharte de tu propio país es
una decisión difícil, aunque en un tan angustioso momento de crisis
económica como este, muchos sean los jóvenes (y ya no tan jóvenes) que se
lo planteen, como la única manera de poder acceder
a un futuro ya no solo mejor, sino simplemente viable. Pero
partir de tu país de arraigo, implica, se quiera o no, una quiebra, un
conflicto interno difícil de sobrellevar y que a veces, justo por no poder dar
una respuesta adecuada, deriva en problemas de carácter médico. Los pacientes de "Síndrome
de Ulises" experimentan síntomas físicos como un agudo y persistente dolor
de cabeza y otros síntomas de carácter psicológico como la depresión.
Hay algunos ignorantes (no me
sale llamarlos de otro modo) que critican a los inmigrantes acusándolos, de
manera muy injusta, de perezosos que no hacen nada por integrarse y por
aprender la cultura local. Nada más lejos de la verdad, porque la única manera
en la que un inmigrante puede sobrevivir en un nuevo país, es no siendo justamente perezoso y
aprendiendo con solvencia los entresijos de la nueva cultura para encajar con
rapidez.
Nostálgicos de su tierra natal,
los inmigrantes, como Ulises, se sienten agotados, irritables y deprimidos
llegando a sentirse solos, desesperados y arrepentidos. Sus
sueños se convierten en pesadillas, su autoestima sufre, sobre todo si no han
sido capaces de encontrar puestos de trabajo que se ajusten a sus habilidades o
a sus antecedentes. Se preocupan por el futuro y sus vidas se consumen en la
mera lucha por la supervivencia. Para la psicóloga Doris Saslavsky el “mudarse de país” implica un
'duelo' angustioso y doloroso, pero que si se logra 'simbolizar' se puede
superar. Es imprescindible
que se tenga asumida la decisión, que se haya podido hablar, que se haya
pensado de manera consciente para poder simbolizarla y así,
atravesarla de manera normal y no caer en patologías”, explica
la especialista.
El psicólogo Federico Romano -que coordinó varios talleres dedicados a esta
temática con jóvenes provenientes de diferentes países-, ha explicado
recientemente que lo más importante es la contención, porque las personas
suelen en un primer momento estallar de euforia por la novedad, pero que
el siguiente paso a esta euforia inicial es la depresión.
No siempre se analiza el fenómeno
de la inmigración desde una perspectiva individual, centrándose en la persona y
en los sufrimientos que comporta dejar el país de origen e intentar integrarse
en otro de acogida, en ocasiones bastante poco hospitalario.
Lo que podemos hacer aquellos que
acogemos en nuestros países a quienes desean integrarse en el nuestro, es
ayudarles y facilitarles la tarea al máximo posible. Entender que
si por ellos fuera jamás hubieran emprendido este viaje porque les duele echar
de menos su tierra y sus gente. Comprendiendo y respetando su idiosincrasia y
no pretendiendo que se sumen por la fuerza, y menos rápidamente, a
nuestras costumbres y nuestro modo de entender la vida. Siendo humanos, no más.
Y ello en la confianza de que seremos tratados igual llegado el caso.
Buscando
visa para un sueño (¡oh!)
buscando
visa para un sueño
Buscando
visa, la necesidad
buscando
visa, qué rabia me da
buscando
visa, golpe de poder
buscando
visa, qué más puedo hacer
Buscando
visa, para naufragar
buscando
visa, carne de la mar
buscando
visa, la razón de ser
buscando
visa, para no volver.
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