Si hiciéramos una lista de las
cosas que necesitamos para ser más felices, es posible que incluyéramos tener
pareja, casarnos o evitar una posible separación. La ciencia se ha remangado y
ha analizado si toda esta lista de cosas maravillosas realmente nos aportarían
la felicidad que buscamos. Y los datos son concluyentes: parece que son más
mito que realidad. Vamos a continuación a analizarlos tomando como referencia
las conclusiones de la doctora Sonja
Lyubornirsky, profesora de Psicología de la Universidad de California:
1. Seré feliz cuando me case con la persona
adecuada:
Casarse nos hace felices (al
igual que genera un estrés no siempre valorado a priori, pero eso da para otro
tipo de análisis). El problema no es contraer matrimonio, la dificultad surge
cuando uno lleva casado más de dos años según la psicología. En 2003 investigadores europeos y americanos
monitorizaron a un grupo de 1.761
personas que se casaron y cuyo matrimonio duró al menos quince años. Los resultados
fueron claros: los matrimonios recientes experimentan una gran felicidad
durante los dos primeros años. Pasado ese tiempo, los niveles de felicidad
regresan al mismo nivel en el que se encontraban. Este estudio ha
sido replicado obteniendo resultados similares en varias ocasiones. Así pues, lo importante
no es casarse sino mantenerse feliz pasado el momento del entusiasmo de los
primeros años.
2.
No puedo ser feliz cuando mi relación se ha roto.
Otro mito en la felicidad.
Cuando rompemos nuestras relaciones sentimentales, ocurren dos fenómenos al
mismo tiempo: por un lado, sobrestimamos lo vivido. En ese momento nos
martilleamos con todos los bonitos momentos que hemos perdido, instantes,
músicas, palabras dichas… y dejamos aparcados los amargos (nunca sabré si
hay algo de disfrute en esa extraña tortura a la que nosotros solos nos
sometemos). Y por otro lado, subestimamos nuestra capacidad de resiliencia,
es decir, de saber remontarnos de situaciones difíciles. El escenario que se
construye en nuestra cabeza está relacionado con la vida que dejamos de tener,
que creemos que va a ser mucho mejor que la que el futuro nos depara. Una vez
más, la ciencia investiga sobre nuestra predisposición a la felicidad en este
tema. Sonja Lyubornirsky nuevamente concluye: dos años antes de separarnos
registramos los momentos de menos felicidad y a los cuatro años de divorcio en
situaciones realmente complicadas, nos encontramos significativamente más
felices de lo que fuimos mientras estuvimos casados. No está mal para desmontar
un mito.
3.
Necesito una pareja.
Muchos de nosotros pensamos que
el hecho de no tener un compañero o compañera sentimental nos hará infelices
para siempre. Personalmente, creo que Hollywood se encarga de ello porque
curiosamente casi todas las películas terminan en el momento del encuentro y
obvian la rutina de la pareja. Pues bien, hay estudios que demuestran que no existen
diferencias en los niveles de felicidad entre las personas solteras y las
casadas, y que las solteras encuentran más felicidad y significado
en otras relaciones y ocupaciones. Ahora bien, aquí vale la pena remarcar una
idea. Si uno no se da cuenta de la ventajas de la soltería, puede embarcarse en
relaciones poco satisfactorias o de poco peso, como demostró en su libro Bella DePaulo y como seguro más de uno
habrá vivido en sus propias carnes.
Fórmula:
Casarnos, evitar una posible
separación o tener pareja no nos hacen felices necesariamente.
Recetas:
Reflexiona sobre cuál es tu
situación en el mundo de la pareja y qué te dices a ti mismo que crees que
aumentaría tu felicidad: tener a alguien, separarte… ¿Cuáles son tus propios mitos?
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