Dietrich Grönemeyer, catedrático, médico y padre de la microterapia
59
años. Alemán. Casado, tengo 3 hijos y 2
nietos. Soy el titular de la cátedra de Radiología
y Microterapia de la Universidad Witten/Herdecke y dirijo mi propio instituto
de investigación en Bochum y mi propia clínica en Essen. En política y
espiritualidad creo en la unidad
Médicos de futuro
Interrumpe a menudo la entrevista
preocupado por mi palidez y me hace llegar desde Alemania unas vitaminas en las
que ha escrito "¡Salud!". Con más médicos como él la gente sanaría antes y a mitad de
coste: harían falta menos medicinas y quirófanos. Considerado el padre de la
microterapia, su especialidad son los huesos y pequeños tumores: "Entro en el cuerpo con una
cámara y opero con instrumentos de un milímetro. El impacto es mínimo". Tiene una fundación para enseñar a los niños hábitos saludables,
está recopilando el conocimiento de todas las medicinas del mundo y ha escrito
un libro para reflexionar: Vive con corazón y alma (Plataforma).
Sólo los peces muertos nadan a favor de la corriente.
O como decía Sten Nadolny: la vida es demasiado
valiosa para que la echemos a perder con una actitud acomodaticia.
Sea bueno, doctor.
Deseo romper una lanza a favor de los individuos
autónomos, de los que han alcanzado la mayoría de edad. Uno ha de encontrar
su propia fuerza para seguir su camino.
¿Y dónde se halla esa fuerza?
Tómese tiempo, no se
robe la vida a sí mismo. Nuestro tiempo es
limitado, deberíamos conducirnos amorosamente con el tiempo que nos queda:
cantar, jugar, encontrarnos, reunirnos para comer con los que amamos lejos del
televisor.
Es que nos perdemos en laberintos de preocupaciones.
En Alemania, el 30% sufre dolores de espalda, en
el mundo la diabetes sube de manera estrambótica y también los infartos en
jóvenes de entre 20 y 30 años. Tenemos que empezar a ser más dueños de
nosotros mismos, mejorar nuestra calidad de vida.
Pero el sistema...
Nacemos sin
prejuicios ni preocupaciones, esa inocencia es poder, es libertad, y eso es lo
que como adultos debemos recuperar.
¿Cómo lo hace usted?
Paseo por el bosque para calmar mi mente, y me
gusta ir a los lugares de culto en los que se canta colectivamente, esa
resonancia de las voces te llena de paz. Me gustaría que los jóvenes lo
experimentaran, recuperaran esa comunión.
¿Qué dice la ciencia de cantar y bailar?
Que los niños que aprenden en movimiento y
cantando tienen niveles de concentración mucho más elevados, retienen más y
durante más tiempo. En Alemania, entre el 30% y el 40% de los niños de entre 3
y 5 años son incapaces de dar tres saltos hacia atrás sin caerse y todos ellos
tienen dificultades para la resta. El equilibrio y las disciplinas abstractas
como las matemáticas están muy relacionados.
Todos precisamos juego y calma.
Hagamos lo que
hagamos, si lo hacemos sosegadamente y no dejamos que nada nos distraiga, la
experiencia será de eternidad. Y de este modo
conseguimos reunir las fuerzas que necesitamos para vivir. Este es el misterio
del trato con nuestro tiempo.
Un paso hacia atrás, dos hacia delante.
Necesitamos más
tiempo para pensar en todas las consecuencias de nuestras decisiones. Hay que reunir fuerzas mediante la lentitud y
avanzar después con decisión.
¿Qué nos vuelve locos, doctor?
Quien no sabe
reflexionar corre el peligro de caer enfermo. Estoy convencido de que parte de lo que llamamos demencia está
relacionado con la necesidad de desconectar, es una respuesta a la sobrecarga
de nuestra vida. Hay que entender que sólo hallamos descanso en
nosotros mismos.
¿El miedo enferma a las personas?
¿Se ha fijado en que la gente en el ascensor
aparta la mirada y clava la vista en el suelo?
Sí, y no sólo en los ascensores.
Hay temor al
contacto emocional. El miedo se apodera
de nosotros cada día un poco más. Tememos envejecer, perder los ahorros, que nos
despidan, que nos dejen... Y la angustia se contagia como una epidemia. Hablar
de miedo es hablar de enfermedad.
¿Cómo puedo espantarlo?
La cercanía y el
cariño son una terapia que convierte una nada química en un proceso bioquímico. Hay estudios que revelan que ante situaciones de
mucho estrés si alguien te coge la mano las hormonas del estrés bajan. Los que
cultivan relaciones sociales estrechas son más felices y están más sanos.
¿Y mientras intentas cultivarlas?
Una modificación consciente de la postura
corporal puede ser de gran ayuda: corregir hombros caídos, ensanchar pecho... Y
la movilidad corporal también tiene que ver con la movilidad interior: en eso
consiste la vivacidad. Muévete hasta que te mueras.
¿Qué es cuidar?
Está estrechamente
relacionado con escuchar. Según un estudio, en
EE.UU. los pacientes son interrumpidos por el médico tan sólo 18 segundos
después de haber comenzado a contarle lo que les sucede.
¿Si compartes la pena sufres menos?
Sí, de la misma
manera que la felicidad compartida nos aporta el doble de dicha.
Hasta que llegan las discusiones.
Todos tendemos a
situar nuestro punto de vista por encima de los demás. Hay que aprender a discutir constructivamente y
ser conscientes de que el lenguaje es limitado (por eso es tan difícil la
comunicación); hay que captar al otro.
Y sobre todo disfrutar.
Quien no disfruta con nada se vuelve
desagradable. La alegría es un proceso de aprendizaje. Supone lidiar con el
sufrimiento. Tras superar cualquier crisis nos queda un
sentimiento de gratitud por haber conseguido salir adelante, y creo que ahí
está la clave de la alegría y la felicidad.
¿Gratitud después de sufrir?
Para estar sano
-decía el médico y filósofo Heinrich Schipperges- , uno tiene que decir sí a la
vida como un todo. Disfruta de la vida, es más tarde de lo que crees.
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