Comenzamos con nuestra serie de héroes cotidianos,
personas que han compartido su experiencia vital y qué han hecho para
reencontrarse con ellos mismos o superar obstáculos. La sección la inaugura
Eduardo. Su historia nos hace comprender cuál es el precio de la intensidad o
del olvido de sí mismo llevado a una adicción. Gracias a un acontecimiento
importante, abre lo ojos y comienza su camino de superación. Sin duda, es un
gran ejemplo de cómo las dificultades pueden despertarnos y cómo es importante
pedir ayuda para afrontar nuestros desiertos y aprender a reinventarnos.
“Me
anestesiaba bebiendo y trabajando… nada raro en el mundo de la gran corporación
donde un alto porcentaje de ejecutivos son alcohólicos funcionales”. Es la
experiencia de Eduardo Espinosa, ex
directivo de multinacional, que llegó a ser vicepresidente de la filial
mexicana de una de las grandes tecnológicas, gracias a sus excelentes
resultados. Sin embargo, su gran reto no fue lograr más beneficios, sino
cambiar la creencia en la felicidad de las cosas materiales por la felicidad
asentada en la
tranquilidad, el amor a sí mismo y a los demás.
Antes de asomarse al abismo, Eduardo se sentía un
dios del Olimpo: viajes en Business Class, hoteles de lujo por toda América y,
ocasionalmente, por Europa y Asia, en un trabajo que él vivía como un desafío
tecnológico, generación permanente de estrategias comerciales y entretener a
clientes en largas comidas o cenas. Tenía el empleo de sus sueños en la mejor
empresa del mundo. Se sentía envidiable y si le preguntaban cómo se sentía, su
respuesta no tenía fisuras: feliz. “Creí que el éxito profesional era lo único que contaba. En
el mundo corporativo te premian por lo que nos hace fracasar en la vida.
Fui creando una imagen ficticia de mí… no sé cuándo me perdí y dejé de ser yo”.
Hasta que un día su esposa le enfrentó con la otra
realidad: divorcio.
A Eduardo le costó comprender que su mujer no quisiera seguir con él, ¡si no le
faltaba de nada! Lo tenía todo… excepto a él. Cuando se dio cuenta cómo había
provocado una segunda separación y perder a su familia, llegó a pensar en el
suicidio. Había arruinado todo lo que había prometido cuidar, -rememora.
“En
esos días, una psicóloga con más ética que ambición económica me dijo que ella
no podía con mi caso. Que mis problemas de estructura de personalidad eran tan
serios que mi única esperanza era vivir una “experiencia” a la cual me invitaba
a asistir. Yo pensé que era una torpe y
que era inconcebible que se atreviera a decir “no puedo””. A pesar de
sus resistencias, Eduardo asistió y vivió una experiencia originalmente
concebida para adictos dentro del programa de Alcohólicos Anónimos (AA), que le
permitió revisar y sanar a fondo su historia personal. Comenzó su verdadero
camino hacia la felicidad.
Regresó a su casa, pidió perdón y una nueva
oportunidad pero desde la certeza de que podría sobrevivir a cualquier decisión
de su esposa, que aunque le doliera se recuperaría. Su mujer accedió y hoy
Eduardo reconoce que vive lo que nunca hubiera creído posible en una relación
de pareja “en la que se pone el corazón por delante”.
Desde entonces, 2009, los cambios han sido muchos.
Trabaja en una empresa mucho más pequeña, “integrada por personas de buen corazón y con una forma
de vida basada en la ética”. Cinco años después, sigue asistiendo a
un grupo de AA para seguir trabajando sus temas de vida. “Ahora creo empezar a ser un hombre que
sabe amar y se deja amar”.
Eduardo, ¿qué te dió la voz de alarma?
Me empecé a dar cuenta que mi relación con mis
padres era casi nula, tenía pocos amigos de verdad y la alerta más seria fue
cuando mi esposa ya no quería vivir conmigo.
¿Da vértigo dejar el éxito?
Hay cosas que se extrañan pero es muy placentero
simplificar la vida al hacerla menos glamurosa.
¿Qué aprendiste en los programas AA?
En AA he aprendido a ser más humano, a compartir el
dolor de otros y a dar más que a recibir. He aprendido, sobre todo,
que soy uno más y que eso está bien… que hay un plan superior que es perfecto y
que soy parte de él. Me defino como alcohólico, adicto a relaciones
destructivas y adicto al trabajo. En AA esas enfermedades son de por vida. No
hay algo tal como un ex alcohólico o ex adicto al trabajo… es un programa de
paradojas que han ayudado más que cualquier otra forma de ayuda (al menos, a adictos).
¿Qué te ha enseñado la vida?
Que
la felicidad es la única meta a perseguir; que la respuesta a todo es el amor y
el perdón; y que dando es como recibimos.
¿En qué se diferencia tu felicidad de hoy de la de
tus años de éxito?
Antes mi felicidad era obtener cosas materiales y
lograr reconocimiento. Hoy mi felicidad se basa en la paz interior, en el amor a mí y a los demás,
en conocer quién soy de verdad y aceptarme así. Dice el Paso 12 del programa de
AA: La verdadera ambición no es lo que creíamos que era. La verdadera ambición
es el profundo deseo de vivir útilmente y de andar humildemente bajo la gracia
de Dios.
¿Qué has descubierto con este cambio?
Qué la vida es mucho más simple y placentera.
¿Qué es para ti lo realmente importante?
Lo
realmente importante en la vida no se compra con dinero. Es poder
disfrutar estar solo conmigo mismo. Es poder disfrutar esos ratos de compañía
con mis seres queridos.
¿Qué dirías a otra persona de éxito pero con una
vida vacía?
Que despierten y no sigan comprando el engaño de
creer que somos aquello que las corporaciones piden. Que recuperen la inocencia del niño que fuimos
y que hacía las cosas que realmente amaba. Que vivan creyendo que se puede
vivir en equilibrio y que al final, lo que nos llevamos en el corazón es lo más valioso
(no lo que se puede guardar en una cuenta de banco o colgar en una pared).
¿En qué consiste tu felicidad?
Hoy mi felicidad es tener equilibrio entre mi vida familiar,
laboral y espiritual. Es hacer las cosas que disfruto y estar con
las personas que amo.
¿Qué haces para alargar tu bienestar?
Continúo trabajando en grupos de autoapoyo con
base en los principios de AA, compartiendo mi experiencia de vida y acompañando
a otros en su proceso de despertar. Al
hacer esto, me puedo seguir conociendo y aprendiendo a amarme yo mismo. Mi
bienestar se alarga por si solo pues aplicando la filosofía de AA, yo solo me ocupo
del día de hoy.
¿Se puede ser feliz pase lo que pase en la vida?
Sí. El ser en equilibrio es independiente de las
circunstancias. La estabilidad emocional se pone a prueba cuando las
cosas no van bien, pero es posible transitar por lo más difícil y mantener el
equilibrio. Esto no quiere decir que la tristeza y la ira nunca existirán, pero
puedo ser
feliz aun cuando las circunstancias me lleven a estos estados emocionales. La gente sigue muriendo y traicionando, pero
mi equilibrio emocional no depende de eso.
Sí lo creo. Se ha dicho mucho que la felicidad no
es un lugar sino un camino. Uno puede diseñar la felicidad y yo creo que puedo
decidir ser feliz ahora mismo. Aceptando mis circunstancias y quien soy, soñando
realidades deseadas y poniéndome en acción para lograrlas. La
felicidad no es algo que pueda verse en futuro, la felicidad siempre es en
presente.
¿Sabes ser feliz?
¡Estoy aprendiendo! Y cada día me sale mejor…
¿Dirías que eres feliz?
¡Sí! Hoy soy feliz de muchas formas… al ser un motivo
de las sonrisas de mi hija y de la paz de mi esposa. Al permitir que mi niño
salga a jugar cuando bailo con mi hija…
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