Claudia viene a terapia después de romper con su
pareja. Llevaban cinco meses juntos pero para ella había sido una relación muy
intensa porque continuamente estaba pensando en él. A pesar de lo importante
que era para Claudia él en ningún momento dio signos de estarse tomando la
relación tan en serio. Ella lo describe como una persona con mucho carácter y
con convicciones fuertes, esto era lo que más le atraía de él. Dice que le
gustan los hombres fuertes y con las ideas claras.
Ella es una chica atractiva y con éxito
profesional. Está acostumbrada a que muchos chicos le vayan detrás pero
raramente se interesa por lo que muestran interés por ella. Dice que los ve
como peleles. Como consecuencia de esto siempre termina enamorándose de hombres
a los que siente que puede admirar: emocionalmente distantes y rígidos de carácter.
Todo fue bien durante el primer mes pero desde
entonces él le dijo que quizás estaban yendo demasiado deprisa y que se sentía
agobiado porque ella lo llamaba mucho. Ella acepto no llamarle tanto y que se
vieran menos a menudo a pesar de que eso le suponía sentirse continuamente
ansiosa e insegura respecto a la relación. Él cada vez fue mostrando cada vez
menos interés en verla y finalmente rompió la relación porque había conocido a
otra persona. Desde
que no está con él, ella se ha sentido muy decaída anímicamente y ansiosa,
hasta el punto de intentar reanudar la relación varias veces.
Cuando habla sobre su historia de parejas
anteriores todas
tienen un perfil muy parecido al de su ex. Ha ido alternando parejas
más serias con algunas que considera menos significativas pero que la ayudaban
a reponerse después de una ruptura, nunca ha estado un periodo prolongado sin
pareja. La pareja con la que estuvo más tiempo fue un chico al que perdonó una
infidelidad y con el que luego formó una pareja abierta, permitiéndole que
tuviera relaciones sexuales con otras mujeres. Ella nunca estuvo con otro
mientras duró la relación y dice que consentía con la idea de tener una
relación abierta para que él no la abandonara.
El caso de Claudia es un caso de dependencia
emocional dañina. Éste es uno de los temas más complejos en una
relación de pareja. Al fin y al cabo todos dependemos de nuestras parejas y en
general de todas las personas a las que amamos. Con este artículo intento
explicar la diferencia entre las formas de dependencia saludables en una
relación y aquellas que generan dolor en los dos miembros de la pareja.
Una pareja sana está formada por dos individuos
independientes capaces de apoyarse mutuamente. Podemos considerar a
las personas individuos independientes en la medida en que su historia de vida
les ha permitido serlo, es decir en la medida que sus necesidades emocionales
se han visto lo suficientemente satisfechas a lo largo de sus vidas.
Erróneamente podemos pensar que la dependencia
emocional es un fenómeno unidireccional con un miembro débil y dependiente y un
miembro aparente fuerte e independiente. Normalmente en la base de las
relaciones de dependencia emocional se encuentran por un lado personas abiertamente
dependientes como Claudia que esperan encontrar una persona fuerte que en su
fantasía será capaz de sostenerlas emocionalmente y por personas aparentemente
independientes, pero que sin embargo necesitan ser continuamente admiradas y
valoradas. Desde este punto de vista, la dependencia emocional es el producto
de una fantasía
compartida de que la otra persona saciará mis necesidades y completará mis
carencias.
En
una pareja sana los dos miembros se alternan para darse apoyo. Cuando uno
de los dos miembros falla al realizar lo que el otro esperaría, las
desavenencias pueden solucionarse mediante el compromiso, la negociación y la aceptación.
En una pareja emocionalmente dependiente los dos miembros se encuentran
rígidamente atrapados
en las expectativas y deseos inconscientes del otro. En el momento
que estas expectativas no se cumplen el agravio se convierte en algo
inadmisible para la pareja. La reacción a ese agravio contempla todo un abanico
de respuestas: Maltratos, reproches y culpabilizaciones en parejas que siendo
profundamente infelices no pueden separarse, conductas de huída como
tener aventuras sexuales o caer en adicciones, depresiones o enfermedades
psicosomáticas de alguno de los miembros, etc. Detrás de muchos conflictos de
pareja y de muchos síntomas aparentemente individuales se encuentra la reacción
ante el agravio que se produce cuando la fantasía de la dependencia emocional
se ha roto.
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