Hacía tiempo que no me encontraba con
alguien que transmitiera ideas tan claras y las expresara tan sencilla y
rotundamente. Mike George ha buceado en sí mismo y conoce la mente y el corazón
humano. No promete felicidad a cambio de lecturas o un minuto de tu tiempo. Es
radical y exigente, sabe qué precio se paga por vivir en paz y conquistarse a
uno mismo. "El camino no está fuera, en un sistema de
creencias, sino dentro. No es posible sentirse satisfecho si no se siente amor.
No puedes amar si no estás en paz. Pero cuando el amor da, la energía fluye de
dentro afuera, y soy yo el primero en sentirlo, y eso es poderoso y te da mucha
fuerza; te libera".
—El mundo está en dos lugares. Usted está en dos
lugares para mí.
¿…?
—Está la imagen de usted en mi interior, y usted. Según
percibo el mundo, lo creo y lo proyecto.
—¿Por ejemplo?
—Yo puedo crearle a usted en mi interior con mucho
resentimiento, y ése será el resentimiento que daré al mundo. El
mundo está primero dentro de nosotros y después fuera. Esta es la verdad que nunca cambia.
—Ahora sí lo
entiendo.
—Pero la gente piensa que el mundo está sólo ahí
fuera y no conoce su mundo interior, no crea su mundo interior; la tele y la
publicidad, los otros, lo crean para ella.
—¿Y cuál es el
camino?
—El reconocimiento, ser consciente de quién eres, y
para ello hay que ir hacia dentro.
Porque a medida que me comprendo a mí mismo te comprendo a ti. Según entiendo
lo que soy y cómo soy, entiendo a los demás. Según como me percibo a mí mismo,
así percibo el mundo.
—Comparto lo que
dice, pero no lo alcanzo.
—El puente entre la teoría y que suceda es la
práctica diaria. El compromiso con uno mismo y la voluntad para soltar viejas
formas de pensar y asumir nuevos retos. Me gusta meditar, estar en paz conmigo
mismo, pero también me gusta ir al cine, recibir ese estímulo que me
proporcionan las películas.
—Sí, ¿y?
—Si utilizo el mundo para estimularme, me hago
dependiente de él. Ahora todos dependen de que se les estimule para no sentirse
vacíos. Hay que acceder a los recursos internos. Pero incluso cuando accedo a
la paz y la felicidad en mi interior no es suficiente.
—¡¿Tampoco?!
—No, eso no dura, tengo que entregar la felicidad,
utilizarla, regalársela a los que hay a mi alrededor; eso es lo que sustenta e
incrementa nuestra fuerza personal. Pero para eso hay que revisar primero los
hábitos.
—¿Todos?
—Sí, el
quiero, necesito, deseo. Hay que dejar de tener expectativas. Si alguien no cumple mis expectativas, está
bien; si alguien llega media hora tarde, está bien. Esta es la práctica y es
diaria, por eso pocos lo consiguen.
—Puedes tener la
actitud, pero no puedes controlar el dolor de estómago que te produce.
—Paciencia, práctica, perseverancia,
perfeccionismo, este es el camino. Pero es cierto que todo comienza con el
dolor de estómago, por lo menos esa es mi experiencia.
—Puedes intentar
comportarte de la manera correcta pero seguir perdido.
—Se requiere que te conozcas a ti mismo, esa es la
necesidad más profunda. Y si estás practicando la meditación con seriedad, no
puedes evitarte a ti mismo. Todos viven en un estado de huir y evitarse a sí
mismos: estoy muy ocupado, tengo trabajo, tengo que limpiar, tengo que sacar al
perro... Constantemente consciente de todo lo que debo hacer, excepto de mí
mismo.
—Adictos a la
acción.
—Cuando empiezas a escucharte te das cuenta de que
reaccionar es debilidad (si me insultan, insulto). Es mejor responder desde dentro, y
dentro de todos hay serenidad.
—Intentar y no
lograr.
—Se debe a que el objetivo no está claro. Si yo le
digo que su naturaleza es de paz y por tanto su objetivo es ser pacífico, para
usted es simplemente una creencia. Tenga un poco de fe, confíe en sí misma,
medite y experimentará esa paz, y cuando lo haga dejará de ser una creencia y
se convertirá en una verdad. Objetivo, meta y método claro.
—Dice usted que
estamos equivocados respecto al amor.
—Es un sentimiento lleno de mitos. Le haré una
lista rápida: creer que el amor viene de fuera. No, el amor surge de nuestro
interior. Creer que necesito que me den amor
para experimentarlo.
—¿No?
—No,
para experimentar amor necesitas dar amor. Creer que el amor sucede cuando nos apegamos a algo. No, apegarse es
lo que crea miedo a la pérdida, al dolor, y el miedo es lo opuesto al amor.
Creer que el amor verdadero es exclusivo: no.
—¿Un mito romántico?
—Sí, eso de que hay una persona en el mundo para
mí nos mantiene perpetuamente buscando y perpetuamente decepcionados. El amor
no es exclusivo, sino inclusivo,
el sol no dice voy a brillar para esta flor y para estas no. Creer que el amor
es preocupación, otro error que cometen sobre todo los padres.
—¿También va a
desmitificar esa relación?
—El adolescente se retrasa y la madre le dice: «Me preocupo porque te amo».
Así los padres enseñan a sus hijos esa lección fatal: que preocuparse es amar. Pero preocuparse es miedo. En realidad, nos estamos preocupando de cómo nos sentiremos
nosotros si le pasa algo. Si me preocupo, creo miedo e irradio miedo en la
relación, eso no ayuda a los hijos a fortalecerse. Tus hijos necesitan amor, no miedo.
—Es usted
implacable.
—Creer que el amor hiere, que hay que sufrir para
saber lo que es el amor. Mentira, ese es otro tabú enraizado en la filosofía
cristiana. El verdadero amor no sufre; el amor no te hace llorar; eso es
confundir amor y tristeza.
—Pues nos parece lo
más normal.
—La paz
es, el amor hace, y la felicidad recompensa. No puedes amar si no estás en paz, eso es lo primero. Cuando el amor
fluye es lo más poderoso. Si te abres para dar, eres capaz de recibir. El
hábito más profundo del ser humano es encerrarse, es el ¡mío!
—¿Alguna otra carga
de profundidad?
—¿Vas a
dedicar un rato para ti o vas a pasar el día huyendo de ti mismo?
Me han educado en el temor a no ser capaz de modo inconsciente, claro. Y así he crecido. Ahora a mis 51 años todavía tengo temor a hacer cosas nuevas, por ejemplo, dedicarme a un trabajo que nunca he hecho. Y esta entrevista me confirma lo contrario: Si tengo miedo, tendré dificultad para dar amor, para tener ilusiones y para dedicarme tiempo a mí mismo. Pero lucharé para que mi ego, educado así, no me arruine más la vida.
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