Tengo 66 años:
soy joven, porque adoro mi trabajo. Soy de Long
Island, Nueva York. Fui un niño fracasado por un problema no de vista
sino de visión. Todos podemos mejorar nuestra
neurovisión y con ella nuestro cerebro con pequeños ejercicios: le sorprenderá
el resultado.
Ver, leer, entenderlo
Agradezco al
doctor Sanet que comparta conmigo la maravillosa sensación de sentirnos útiles.
Antes me he acordado -y me arrepiento- de que en el cole me burlaba de niños
que no sabían leer: sus ojos leían, pero sus mentes no entendían nada. Y se
hundían. Sanet era uno de ellos y hoy se ha consagrado, feliz, a evitar que
otras vidas se malgasten por un defecto neurovisual que se soluciona con unas
horas de ejercicio. Además entrena visualmente a deportistas de élite. Y eso le
da más dinero, pero no tanta satisfacción. Ojalá esta sencilla entrevista sirva
para abrir los ojos -y los cerebros- a muchos otros genios del porvenir que hoy
tienen problemas de lectura.
Míreme a los
ojos.
¿Así?
Bien. Ahora
siga mirándome sólo a mí: ¿cuántas botellas hay sobre la barra del bar de al
fondo a mi derecha?
A
ver...
¡No desvíe la
mirada! Tiene que poder contarlas sólo con su visión periférica sin dejar de
focalizar en mí. Si quiere jugar en el Barça, o tiene una gran visión
periférica o acabará siempre en el banquillo.
Pues
no sé cuántas botellas hay.
Hay 24. Sus
ojos están viendo las botellas, porque usted es hipermétrope y astigmático,
pero también tienen una buena visión. La calibro cuando me mira.
Llevo
gafas, pero me apaño.
Pero nunca ha
ejercitado su visión periférica y, por eso, cuando focaliza en mí, aunque sus
ojos también registran la información de la barra, colapsa la periferia y su
cerebro no es capaz de procesarla: hay 24 botellas.
Ya
mejoraremos.
Si hiciera
ejercicios para reentrenar su cerebro, no sólo mejoraría su fútbol, baloncesto,
golf o tenis... Cambiaría todo en su vida, porque cambiaría su cerebro.
¿Cómo
lo sabe?
¿Recuerda a
James Dean?
Menos
que las chicas.
Tenía un
defecto de visión que le confería una mirada inolvidable, pero también una
personalidad terriblemente insegura que le hacía desgraciado, aunque así
despertara el instinto maternal de señoras y señoritas.
¿Somos
como miramos?
El 70 por ciento de la actividad neuronal se consagra a
interpretar la información visual, por eso acaba determinando nuestra visión de
nosotros mismos y del mundo y, a la larga, toda nuestra personalidad.
¿Aunque no
sufras defectos visuales?
El cerebro es
plástico: acaba
siendo lo que hace y deja de ser lo que no hace. Los miopes suelen
ser introvertidos, volcados en su mundo interior; los hipermétropes acostumbran
a ser extrovertidos. Y luego hay genios como Messi, Nadal o Gasol con una
extraordinaria anticipación neurovisual.
¿Lo
observa en sus pacientes?
Lo he sufrido:
yo era un chico acomplejado que suspendía todo y al que no daban trabajo, y me
costaba hasta conducir. Todos pensaban en el cole que era cortito, y al final
hasta yo mismo acabé convenciéndome.
¿Cómo
llegó a doctor optómetra?
Hasta los 24
años mi mala visión me hacía rendir muy por debajo de mis capacidades. Acudí a
un optómetra, el doctor Schrock, que con una terapia de ejercicios visuales, en
ocho meses -dos días a la semana en consulta y cuarenta minutos al día en casa-
cambió mi vida. Y decidí hacerme optómetra.
¿Tenía
usted mal la vista?
El hardware,
"la vista", la tenía y la tengo estupenda, pero me fallaba "la
visión", el software: mi cerebro no era capaz de interpretar la información
visual que le llegaba. Aunque mis ojos leían, yo no me enteraba de lo que leía.
Ni podía recordarlo.
¿Y
sabía cuál era su problema?
Tardé 20 años
en descubrirlo. Como yo, hay millones de niños, jóvenes y adultos que no están
rindiendo lo que podrían porque, aunque gocen de una vista estupenda, tienen
defectos de visión remediables con terapia para reeducar su cerebro y leer y
escribir y entender y memorizar lo que leen.
¿Se
puede mejorar la visión de adulto?
Antes se
pensaba que el cerebro sólo era reeducable hasta los siete años, pero hoy
sabemos -lo compruebo a diario- que es moldeable desde la cuna hasta la tumba. Es como
aprender idiomas: más fácil a los siete años, pero a los 70 también puedes y
con la ventaja de ser maduro para tener método y persistir.
Buenas
noticias.
Encontrará
ejercicios en internet, y hay optómetras -en Catalunya tiene la Acotv, y en
España también los hay excelentes- que le ayudarán a realizarlos. Pero por
mejorar su visión periférica no jugará como Messi.
¿Qué
lograré?
Con ejercicios
de anticipación visual, seguimiento, coordinación mano-ojo o de equilibrio
visual, entre otros, logrará pleno rendimiento en sus capacidades deportivas.
¿Usted
lo consigue?
Entreno ahora
a varios atletas de élite para que, además, realicen su potencial visual, y ya
fui el optómetra del equipo de voleibol que ganó el oro en Barcelona. Por eso,
le digo que Messi es un genio: le he visto jugar, y su anticipación visual es
diabólica.
¿Y
si quiero aprender lectura rápida?
También podrá,
pero, sobre todo, la optometría comportamental obtiene grandes resultados al
corregir problemas de lectura, equilibrio, conexión ojo-mano, escritura,
memoria visual o anticipación.
Se
está entusiasmando.
Es que
logramos el milagro de devolver la confianza a niños que se creen los burros de
la clase y sólo tienen un problemilla neurovisual. Por eso me siento tan útil.
¿Y
la cirugía correctora para miopía, hipermetropía, astigmatismo...?
Es maravillosa
en el 97 por ciento de los casos, pero el otro 3 por ciento puede acabar
sufriendo graves problemas.
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