Autor: Anónimo.
Hoy recurrimos
a una de esas frases que pretenden zarandearnos con el fin de que nos
despertemos de una buena vez, y que nos debe servir de perfecto estímulo cuando
el ánimo decaiga por la falta de resultados.
Decía Noel
Clarasó que el hombre se dedica a desear en voz
alta aquello que jamás se esfuerza en alcanzar. Lo que deseamos, siento desalentar a quienes
así lo crean, no llega a nuestra vida porque si. Al respecto de eso
podemos engañarnos todo cuanto queramos. Podemos
quedarnos confortablemente instalados en el sofá, rumiando
permanentemente la posibilidad de que algo acontezca en nuestra vida de forma
natural y sorpresiva (milagrosa) y sin poner nada de nuestra parte salvo el
ansioso deseo de tenerlo... y ya veremos el resultado.
Podemos en voz baja o quizá en voz alta, ir repitiendo
una letanía constante al respecto de lo que nos gustaría hacer, tener o cambiar, y quedarnos
simplemente en ese rumiar improductivo. En ese límite en el que tenemos
suficiente coraje para desear (vaya por dios), pero no el suficiente para poner
los medios e ir a por lo que deseamos.
No dejemos que la vida nos marque siempre sus reglas. Impongamos
también las nuestras a la hora de decidir lo que queremos hacer, cómo queremos
hacerlo y cuándo debemos hacerlo.
Y claro, habrá
que intentar alternativas diferentes si hasta hoy no hemos obtenido resultados
en la búsqueda de nuestros objetivos... y no clamar vanamente por nuestra mala
fortuna. Digo yo.
Reflexión final: si no hemos llegado al lugar donde está lo que queremos,
será o porque allí no está, y habrá que buscar en otra parte, o porque lo que
hemos hecho hasta ahora no nos ha servido para llegar. Solo queda o
cambiar de destino o cambiar de táctica
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