Fue a mediados de la década de los 80, con
las investigaciones de Hazan, Shaver y
Bradshaw (1987-1988) sobre el apego en las relaciones amorosas, y los
estudios de Kaplan, Main y Goldwyn
(1985) sobre los estilos afectivos adultos, cuando comienzan a aparecer las
primeras teorías relevantes en el área del apego adulto. Según estos estudios,
se definieron los estilos afectivos que se pueden clasificar en: seguro,
preocupado, huidizo alejado y huidizo temeroso.
ALEJADO
Son
aquellas personas que mantienen unas relaciones sociales caracterizadas por la
distancia afectiva y la frialdad emocional. Las personas huidizas recuerdan sus
experiencias afectivas de la infancia con poco afecto, con una clara actitud de
rechazo. Debido a que sus necesidades de apego en su infancia no fueron
satisfechas, en la vida adulta prevalece la valoración del logro al tiempo que
niegan sus necesidades afectivas y las de los demás.
El
estilo huidizo alejado se caracteriza por no tener necesidades de apego personal, un alto sentido
de la eficacia y por la preferencia hacia los objetos. Mediante la
minimización de las conductas de afecto y sentimiento, mantienen a los demás
suficientemente alejados de sus vidas para mantener su coraza de
autosuficiencia. Es decir la autosuficiencia emocional actúa de mecanismo de
defensa ante el posible rechazo de los demás. La persona huidiza
alejada tiene un modelo mental positivo de sí mismo/a pero negativo de los demás,
presentan una alta incomodidad con la intimidad. Son los tipos de personas que
más dicen desean enamorarse pero después se sienten tremendamente ligados y
huyen. Generalmente
van y vuelven a una relación según sus necesidades de apego aumentan o disminuyen.
TEMEROSO
Se
caracteriza por poseer un modelo mental negativo tanto de sí mismo/a como de los
demás, manifiestan una alta incomodidad con la intimidad, necesidad de
aprobación. Consideran las relaciones como algo secundario y debido
a la baja confianza en sí mismos/as y en los demás manifiestan un elevado miedo
al rechazo.
Para
poder mantener una consideración positiva de sí mismo/a, necesita la aceptación de los demás.
Es decir, el huidizo temeroso, obtiene su principal fuente de seguridad a través
de la aprobación de los demás. Necesita la afirmación y el reconocimiento de
los demás pero tiene un gran temor al rechazo, por lo tanto las relaciones de
amistad o vida social son mínimas. Aunque necesita estas relaciones para poder
tener más confianza en sí mismo/a, el gran miedo al rechazo, hace que eviten mantener estas
relaciones por mucho tiempo.
SEGURO
Las
personas seguras se caracterizan, principalmente por presentar recuerdos de su
infancia, positivos, cálidos y afectivos y por el valor positivo
que conceden a las relaciones afectivas a lo largo de su desarrollo.
Las
personas con estilo afectivo seguro son seguros de sí mismos, abiertas a
conocer, con una alta autoestima y una imagen positiva tanto de sí mismos como de los
demás, un sentimiento de autoeficacia elevada y un adecuado equilibrio
entre las necesidades afectivas y su autonomía personal.
Tienen
una gran autonomía en diferentes áreas de su vida, como son el trabajo, la
familia, los amigos, los retos personales; pero al mismo tiempo buscan apoyo
emocional en sus figuras de apego cuando lo necesitan. Suelen ser
personas con un modelo mental positivo, confían en ellos y tienen una
autoestima sólida. Viven las relaciones íntimas con comodidad, demostrando
contacto con la otra persona (caricias, besos, abrazos).
PREOCUPADO
También
se le denomina ambivalente o dependiente. Se le caracteriza por un modelo mental
inseguro. Muestra una confusión respecto a las experiencias pasadas,
presentando conflictos
sin resolver con sus figuras de apego y falta de reflexión sobre la
influencia que sus relaciones de infancia tuvieron en su desarrollo adulto.
El
estilo afectivo preocupado se caracteriza por tener una falta de valía personal que
deriva en una actitud dependiente y unos enormes deseos de conseguir la
aprobación de los demás. Muestra una gran preocupación por las relaciones y demanda constante
de atención. La persona preocupada desarrolla un estado de ansiedad
y un sentimiento de ineficacia personal elevado, no sintiéndose lo suficientemente
querido. La constante insatisfacción les convierte en personas que continuamente
buscan la confirmación de que son queridos porque se creen incapaces
de hacerse querer de modo estable, de ahí su temor al abandono o rechazo.
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