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dilluns, 11 de febrer del 2013

¿Por qué te quedas con cara de "no sé qué hacer" en lugar de defender tus derechos?. Patricia Ramírez.


Cuando era pequeña, podría tener diez, doce años, recuerdo que mi padre en casa siempre compraba todas las semanas Cambio 16, Interviú y El Jueves. Mi casa nunca ha sido una casa de censuras, ni de temas prohibidos ni nada parecido. Más bien ha sido un lugar en el que se podía hablar de todo. Así que mi padre nunca me dijo "niña, no leas El Jueves". Y a mí El Jueves me hacía mucha gracia, sobre todo lo que a esa edad tenía más sentido para mí, como Mi Dios y alguna historieta más. Por supuesto con las de Mamen, como no las entendía, desistía. En fin, lo que más me gustaba de El Jueves era la portada, y recuerdo que en el interior había un apartado en el que venían otras portadas alternativas. Rezaba algo así como "Sólo podemos publicar una portada, pero teníamos cuatro más". Pues eso es aplicable a este artículo. Tiene un título, pero se me ocurren todos estos más... "El que no llora no mama", "¿Conoces tus derechos? Pues hazlos valer" y "Tienes lo que te mereces".
El otro día, de viaje a Sevilla, me paré en la A92 a desayunar, y el café no estaba bueno. Nada más ponérmelo el camarero, le dije que me pusiera por favor más leche que estaba raro. Pero añadir más leche no hizo más que empeorar la situación. El café olía y sabía mal. El pobre camarero, amabilísimo, me lo cambió dos veces y me dijo que la leche de la bolsa estaba recién puesta. Total, imbebible, lo dejé y le pedí que por favor me pusiera un zumo de naranja. Todo esto en un ambiente de amabilidad y cordialidad, por supuesto. Se acercó el encargado al ratito y de forma tan educada como el camarero, me dijo que no lo entendía, que acababa de rellenar la lechera.
Y en ese momento, el señor que tenía a la izquierda en la barra, que llevaba casi todo el café bebido, saltó "pues a mí también me está sabiendo mal, pero me da cosa decir nada". Y lo dijo casi sonrojado y con cara de no querer hacer mucho ruido. Y ya su comentario tuvo un efecto dominó y el señor de su izquierda, también manifestó que había decidido no bebérselo porque la leche estaba agria. ¡¡PERO ALMA DE DIOS!! Pensé yo, ¿cómo que te da cosa decir algo, si vas a pagar un euro veinte como mínimo por el café? Y aunque fuera gratis. ¿Te estás tomando la leche agria por no quedar mal? Claro, ahora se entienden muchas cosas, como que la clase política haga el egipcio cada vez que deciden saltarse la escala de valores ¿Cómo no van a robarnos algunos políticos que tenemos, si no somos capaces de protestar por un café? Que antes nos da un diarreazo y nos vamos por el wáter para abajo, que quejarnos por la leche.
Nos quejamos en Twitter, hablamos y hablamos entre nosotros, bla, bla, bla, pero a la hora del uno contra uno, a la hora de cortar el bacalao y decir lo que pasa al responsable inmediato, la mitad se "caga", con perdón. O se caga porque la leche le sienta como un tiro o porque no le sale del pecho reivindicar lo que es suyo.

PERO, ¿POR QUÉ NO TE QUEJAS?
Unas veces no lo haces porque no sabes si tienes derecho a la queja. Pues no te preocupes, que además de todo lo que pone en la Constitución, te voy a dar algunos siete puntos más par que sepas a qué tienes derecho.
Otras veces porque te da pereza. Fatal, fatal, así nos va. ¿Cuánto individuo hay suelto que no fue a votar y no para de maldecir el sistema, lo que no funciona y a los que nos mangan? Tienes derecho a votar y a no hacerlo, pero hombre, sé coherente. Si tienes ideas, PARTICIPA. Si no te gusta lo que tienes, responsabilízate del cambio, mueve el culo y ve a las urnas.
Y otras veces porque no sabes cómo. Bueno, pues para eso existen los entrenamientos en habilidades sociales. Nos enseñan cómo pedir las cosas, a hacer crítica constructiva, a decir lo que no nos gusta de los demás sin humillar ni herir a la persona, a anteponer tus derechos y necesidades antes que la tiranía de otros, y a ser una persona socialmente activa en cuanto a tus emociones y a la defensa de tus derechos.
Otro motivo que te paraliza ante la crítica es el miedo y el evitar los conflictos. Pues los conflictos la mayoría de las veces no son agradables, pero sí necesarios. Te permiten posicionarte y no comulgar con lo que no deseas. Si tú no te pones en tu sitio, ¿quién lo va a hacer por ti? Nadie. Piensa que no debes evitar un conflicto sobre aquello que para ti es importante; igual lo que deberías hacer es gestionarlo con inteligencia. Tener un conflicto no es sinónimo de gritar, querer ganar siempre y salirte con la tuya, NO. Tener un conflicto implica querer un cambio, un cambio que puede negociarse, a veces con un poco de tensión, pero tratando de que las dos partes salgan beneficiadas.
Aquí tienes siete derechos básicos que tienes como PERSONA. Consigue que te los respeten.
Tienes derecho a que te traten con respeto, eres digno de ser respetado, desde la persona que convive contigo hasta tu jefe. Si permites que los demás te ninguneen, te griten o humillen, si das esa imagen, nadie se apiadará de ti. Les estarás transmitiendo que te sientes un mierdecilla y por lo tanto, pueden tratarte así como te sientes. Ponte en tu sitio. Cuando alguien te falte el respeto, házselo saber, di frases como "no me hables alto, no me gusta que me grites, me siento incómodo", "no utilices esos términos conmigo, si no me respetas y me hablas insultándome, cortaré la comunicación hasta que me trates con respeto", "no sé si te das cuenta que estás gritando, por favor, para". Por supuesto, predica con el ejemplo, y di esto en un tono conversacional, con cara de querer dialogar y sin insultar.
Tienes derecho a decir que NO sin sentirte culpable o egoísta. Piensa que el que te pide un favor, cuenta con esa alternativa. No te comprometas si no quieres. Decir que no es desagradable, porque tú crees que le estás fallando a alguien. Pero es preferible pasar este mal rato a que te impliques y luego sufras porque no tienes tiempo para hacerlo, porque te cambia los planes o porque hubieras preferido hacer otra cosa. Las personas se acostumbran a pedir a quienes siempre están disponibles, y no piensan que "a ti te gustaría hacer otra cosa", porque imaginan que si de verdad es así, lo dirás. Ellos tienen el derecho de pedir y tú de rechazar. Y si no lo entienden, allá ellos. Aprende también a vivir con la idea de que tus decisiones no siempre les van a parecer bien a todo el mundo.
El derecho a estar solo cuando tú lo escojas. Puedes decidir qué hacer con tu tiempo sin sentirte culpable. ¡Ojo! No confundas este derecho con apartarte de tu vida familiar, desatender tus obligaciones como madre/padre y como miembro de la familia. Significa que no todo tiene que ser "juntos", que tienes derecho a tener tu espacio, tu deporte solo, tu tiempo de lectura. Las personas posesivas terminan por asfixiar la relación, no solo las de pareja, sino las de amistad y las de familia. Tú tienes necesidades y son tan importantes como las de los demás.
El derecho a hacer con tu cuerpo lo que quieras, las actividades que deseas, y no ser juzgado por la escala de valores de los demás. Hay gustos como colores, ni los tuyos son mejores que los de otro y ni los de otros son mejores que los tuyos. Haz lo que te apetezca siempre y cuando no faltes el respeto o hagas daño a los demás.
El derecho a protestar por lo que has pagado y por lo que te mereces. Eres un usuario y un cliente, que recibe servicio y paga a cambio. Si no recibes aquello por lo que has pagado, dilo, es tuyo. Si no te sientes bien tratado, dilo, con educación y buenas maneras, pero dilo. Si no terminarás con una úlcera en el estómago, de tanto callar y callar; por algún lado reventarás.
No eres perfecto, tienes derecho a cometer errores... y por supuesto, responsabilizarte de ellos. Una forma de aprendizaje es el ensayo-error. Sé valiente, es mejor pedir perdón que pedir permiso. Hay veces en las que tienes que tomar decisiones, liderar un proyecto, proponer ideas, ser creativo. Es preferible tener alguien que lo intenta que a alguien que por no equivocarse, se queda en la retaguardia. Ese tipo de personas no enriquecen nada. No se equivocan, pero tampoco avanzan.
Tienes derecho a no responder a las expectativas de los demás, a sentirte a gusto con la forma en que te vistes, con tu personalidad, tu peso y con cómo eres. Sólo tienes que cambiar si tú determinas que el cambio es bueno para ti, porque te hace ser mejor persona, porque te gustaría tener otro aspecto físico, porque te mejoraría tus condiciones laborales, por el motivo que sea. Sea el que sea, que lo elijas tú. Bastante difícil es cambiar como para hacerlo sólo por agradar a los demás.

La forma en cómo defiendas estos derechos es clave:
Sé directo, si quieres algo, llama a la persona y di lo que necesitas, tanto por defecto como por exceso. No esperes a que nadie adivine qué necesitas, eso no es una conducta asertiva.
No hables alto, no grites, mantén un volumen de voz conversacional.
Deja de lado la ironía y el cinismo, solo empeoran y ponen a la defensiva al otro.
No hagas juicios de valor ni critiques a la persona. De ella te molesta su comportamiento, no su persona.
Pide las cosas por favor, crea un ambiente relajado para negociar y hablar de temas que generan tensión.
Respeta el turno de palabra, deja que el otro se exprese, no adivines lo que va a decir, como si ya estuvieras de vuelta de todo. Lo que la otra persona tiene que decir también es importante; si escuchas con atención e interés, descubrirás muchas cosas que no sabías y entenderás puntos de vista que ahora desconocías.
No trates de humillar ni estar por encima de nadie, eso no te hace ser una buena persona.

No tengas gestos agresivos, no señales con el dedo, ni levantes la mano.
Mantén la mirada y sonríe, estáis hablando, no peleando.
Para la conversación si crees que puede acabar en pelea. No es el momento, recupérala cuando estéis en una situación más tranquila.
La próxima vez que te sirvan algo que no esté en condiciones, recuerda, es mejor perder la amistad con el camarero que tu barriga.

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