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dilluns, 1 de juliol del 2013

"Tengo una confianza ciega en el intercambio de miradas". José Luis Cuerda. la Contra de La vanguardia.

José Luis Cuerda, cineasta.
66 años. De Albacete, vivo en Madrid. Viudo de Esperanza, tengo dos hijas. Urge que todos los ministros tomen conciencia seria y rápidamente de que son empleados nuestros, y que siguiendo su lógica liberal podríamos ponerlos de patitas en la calle. No creo en la metafisica

LA CABRA DE CUERDA
Hacía diez años que no veía a Cuerda, pero hay gente de la que no te desprendes, continuas en el punto en el que lo dejasteis. Y no es mérito mío: Cuerda es inteligente, afable, divertido, sorprendente y entrañable (virtud poco en boga pero esencial). "Ya que estamos aquí -dice-, vamos a contarnos cosas que nos distraigan. Y con ese ánimo ha escrito Si amaestras na cabra, llevas mucho adelantado (Martínez Roca). Pensamientos, reflexiones y dibujos, finto de sus conversaciones con esa cabra que llevamos dentro y a la que no logramos amaestrar del todo. "Si te dicen: 'Mira, un burro volando', mira. No seas tonto. No pierdes nada. ¿Y el día que veas un burro volando?".

Qué le ha pasado en estos últimos diez años?
He tenido un infarto cerebral que me dejó el lado izquierdo patidifuso de pata y brazo.

Vaya.
También he hecho varías películas, he escrito varios guiones, me he quedado viudo, he visto crecer en sabiduría y belleza a mis dos hijas... Y no me quejo salvo del mundo en que vivimos, que no me gusta un pelo.

La vida no es ji ji ja ja.
No, y sin embargo es mejor que nosotros. Si supiéramos adaptarnos a los resortes que mueven la vida, que son más sabios que los que nosotros hemos impuesto culturalmente, mejor nos iría.

Compara usted al humano con el escarabajo pelotero.
Todos los excedentes económicos que dejamos en este mundo cuando morimos son el fruto de mover y acumular una bola enorme de mierda que luego no te puedes comer.

Trastos, coches, dinero, casas…
Acumulación innecesaria y ofensiva para los demás. Lo que pasa es que la mierda luce mucho. Esta sociedad se sostiene sobre tres patas. Una es la apariencia: importa un soberano carajo lo que se es, lo que importa es lo que otros ven de ti. Y los demás te ven en titulares, echan un vistazo y dicen "este es un..:'. Las otras dos patas son la percusión y la reiteración: molas más si se te ve más y si repites y repites y repites lo mismo.

Los hay profesionales.
El qué dirán es uno de los valores supremos de la estupidez.

¿Cuál es su modelo de vida?
Tener la suerte de conseguir lo suficiente para satisfacer mis necesidades reales. Y mucho cariño, que te acaricien. Salud física y política: que no te traten de imbécil.
¿Qué ha aprendido de esencial?
Los espejos deberían romperse cuando nos miramos en ellos por la mañana si el día y la noche anterior no hemos sido personas.

Menudo presupuesto en espejos.
A mí no me compensa no creer en la gente. Incluso me creo lo que dicen los políticos en campaña, y el que no lo cumple considero que ha roto el contrato que había establecido conmigo y lo trato de indeseable.

¿Qué más?
A menudo la verdad no te ennoblece, te hace más mezquino. En las relaciones sentímentales a veces es mejor mentir. Cuando me dicen: "Tengo que contarte una cosa..." pienso: "Mejor que no me lo cuentes"_ Con la confesión te quedas libre de pecados, es decir, te liberas y cargas sobre el otro tu mala conciencia.

Y dice usted que le gusta querer mucho. ¿Tipo hasta el tuétano?
Un abrazo sintetiza lo mejor de lo que somos capaces. Pero el mecanismo de autoengaño del corazón es como un reloj suizo. A partir de los 30 años uno debería intentar saber por qué piensa lo que piensa, A partir de los 40, por qué siente lo que siente. Pregúntese por qué se ha enamorado.

Las mujeres solemos enamorarnos de quien nos hace reír.
Eso decís, yo por eso suelo ser bastante cachondo, por si es verdad. Pero yo no quiero enamoramiento, ese estado de interdependencia me resulta molesto. A mí lo que me cambió la vida fue tener hijas; es de lo único que me siento responsable al cien por cien.

"No permitas que te mire un niño sin ver una sonrisa en ti", escribe.
Ellos no han pedido nacer. Nosotros somos culpables de todo. Hay que facilitárselo.

Y de las mujeres, ¿qué ha aprendido?
¡Un huevo! Pero estoy hablando de mujeres inteligentes y sensibles, porque las hay acémilas, que llevan al extremo lo del trípode (apariencia, percusión, reiteración). Y se ajustan la blusa y se ponen rellenos porque el hombre es tan tonto que ver dos globos inflados potencia su entusiasmo. A mí vuestro arrojo me resulta emocionante.

Elija usted otro tema.
Cuando me hablan de mi carrera les digo que nunca he participado en ninguna carrera, por gordito o porque no me ha dado la gana. Los primeros, los número uno, son antipáticos, esa búsqueda de la excepcionalidad me parece patética. Así que ver que en una ley de educación el elemento básico es la competitividad me pone malo.

Dice en su libro: "En esto de la evolución debieron tirar para hombres los monos más tontos".
Sí, los que más necesitaban las cosas. No sé por qué lo primero que aprenden los niños es "mío". Será innato, pero la cultura está para civilizarnos. La naturaleza mata, pero mata mucho más el odio y la ambición de poder.

¿En qué consiste el sentido de la vida?
Estamos en ella, arrojados. Mi norte son los raticos y el calorcillo. Un cruce de miradas de ocho segundos equivale a un discurso, un ruego, una amonestación, una expresión de dos deseos, pudor, admiración y acuerdo. Yo tengo una confianza ciega en el intercambio de miradas.

¿Y mañana?

Mira al doblar la esquina. ¡A que creías que lo habías visto todo?

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