Tomás es un alto directivo de una
multinacional. Tiene un sueldo de película y todos los privilegios del mundo,
pero está harto de dedicar 14 horas al día a su trabajo, de pasarse media vida
viajando, de reuniones inútiles y de proyectos frustrados.
Cada vez que compartimos un desayuno
me cuenta algún proyecto, alguna idea que le ronda por la cabeza para poder
cambiar de vida. Algunas son pura fantasía; la mayoría tienen sentido, y las podría
llevar a cabo si se lo propusiera. Pero siempre encuentra un motivo para renunciar a sus
proyectos. Hijos, hipotecas, gastos... siempre
hay algo que le impide explorar seriamente la posibilidad de cambio. Quizá por
eso siempre me cuenta sus ideas con el mismo preámbulo: "Si me tocase la lotería...".
¿PODEMOS CAMBIAR?
"Somos responsables de nuestras propias vidas. Nuestra
conducta es una función de nuestras decisiones, no de nuestras
condiciones" (Stephen Covey)
Todos en alguna ocasión nos hemos
planteado cómo cambiaría nuestra vida si nos tocase la lotería. Pero la lotería
casi nunca toca, y supeditar nuestros planes a que ocurra es engañarnos a
nosotros mismos. Cambiar de vida no depende del azar, sino de nuestra voluntad. Depende, por encima de todo, de que nos lo propongamos
seriamente y de que, una vez convencidos de hacerlo, seamos capaces de trazar
un buen plan, abordando el proceso con el rigor y el método que precisa para
que pueda hacerse realidad y no sea una mera fantasía.
Cambiar de vida supone ser capaces de mirarse por dentro y
revisar todos aquellos aspectos que no nos funcionan y que nos generan
insatisfacción. Supone ser capaces de reordenar todas las piezas para construir
un nuevo guión del que nos sintamos responsables y con el que queramos
comprometernos.
IDENTIFICAR NUESTRO SUEÑO
"No inventamos, sino que detectamos nuestra misión en la
vida" (Viktor Frankl)
Todos tenemos un sueño que nos haría
especialmente felices realizar, y que daría un nuevo sentido a nuestras vidas.
Identificarlo es fundamental para iniciar el proceso de cambio, pero muchas
veces nos es difícil porque nuestros miedos, nuestras dudas y nuestras
responsabilidades nos ofuscan y nos impiden hacerlo.
A veces tenemos nuestro sueño muy cerca, y podremos reconocerlo
en actividades que realizamos de forma esporádica, o complementaria a nuestra
profesión, y que nunca nos hemos planteado como posible opción de vida. Pero no siempre será así. Algunas veces tendremos que ir
más lejos en nuestra búsqueda, mirando atrás en el tiempo e identificando aquellas cosas
que en nuestra vida nos han hecho especialmente felices.
Pero no todos los sueños que seamos
capaces de identificar van a servirnos. Porque para poder cambiar de vida, los
sueños han de ser realizables, y esto
quiere decir que han de cumplir tres criterios: en primer lugar, que sea una actividad que sepamos hacer bien (es mucho más fácil destacar en algo en lo que tenemos
una especial habilidad, que adquirir una mínima competencia en algo que no
sabemos hacer); en segundo lugar, que podamos vivir de ello (hemos de descartar ideas románticas que no constituyan un
medio de vida, a no ser que la tengamos resuelta), y en tercer lugar, que sea algo que nos haga felices (hacer lo que a uno le gusta es la mejor garantía de
hacerlo bien).
REORGANIZAR NUESTRO TIEMPO
"Lo que más importa está enterrado bajo capas de problemas
apremiantes y preocupaciones inmediatas". (Stephen
Covey)
Para perseguir nuestro sueño
necesitamos reorganizar nuestro tiempo. A menudo nos decimos a nosotros mismos
que no tenemos tiempo para hacer muchas de las cosas que nos interesan, pero en
realidad lo que sucede es que lo utilizamos equivocadamente. Debemos
replantearnos el uso que hacemos de nuestro tiempo. Y esto significa dar
prioridad a todas aquellas cosas que contribuyen a que nuestro sueño pueda
hacerse realidad. Moverse por prioridades es el secreto del dominio del tiempo.
Debemos dejar de perder el tiempo en
tareas inútiles y en compromisos sin sentido. Pero sólo lo conseguiremos si
aprendemos a decir no a todo aquello que no contribuya a
nuestro proyecto vital. Nos cuesta mucho decir no, porque queremos quedar bien con
todos y no decepcionar a nadie. Pero pagamos un precio muy alto por ello, y es
no poder hacer lo que verdaderamente queremos hacer. Sin darnos cuenta, renunciamos a
nuestros proyectos en beneficio de tareas y compromisos que no nos interesan.
ELEGIR EL EQUIPAJE IMPRESCINDIBLE
"Buscamos la felicidad en lugares equivocados" (John
Powell)
Debemos decidir qué necesitamos para
abordar nuestra nueva vida, y prescindir de todo lo que podamos prescindir.
Solemos tener y querer muchas más cosas de las que necesitamos. Algunas veces,
porque buscamos en las cosas que compramos la compensación a nuestra
infelicidad en el trabajo, o al estrés y la tensión. Otras veces, porque la
presión externa nos hace creer que son cosas que verdaderamente necesitamos.
Sin embargo, nada es tan bueno como nos parece antes de tenerlo, y la ilusión
de conseguirlo se desvanece en muy poco tiempo.
Además, cuantas más cosas tenemos,
más trabajo y más preocupaciones conllevan. Hay que mantenerlas, cuidarlas,
repararlas, buscarles un espacio para guardarlas... A base de comprar objetos inútiles
que en su momento nos parecían imprescindibles, nos acabamos convirtiendo en
esclavos de todas esas posesiones.
Debemos revisar qué necesitamos para nuestro proyecto. Es bueno
que hagamos el viaje con el equipaje imprescindible y nos deshagamos de todo lo
que no necesitamos. Nos ahorraremos preocupaciones,
simplificaremos nuestra vida y así seremos capaces de buscar la felicidad donde
realmente debemos buscarla.
ELEGIR A LOS COMPAÑEROS DE VIAJE
"Somos tan felices como lo son nuestras relaciones"
(James Hunter)
Cuanto más nos obsesionamos por nuestro trabajo, cuanto más nos
centramos en nosotros mismos, más desatendemos nuestras relaciones y más nos
alejamos de la gente. Resulta paradójico ver cómo somos
capaces de dedicar tiempo y esfuerzo a relaciones de puro compromiso, a costa
de aquellos que más queremos y que representan nuestras relaciones más
valiosas. Debemos cuidar y mimar nuestras relaciones, dedicarles tiempo y
esfuerzo, ya que sólo a través de ellas podemos crecer y desarrollarnos como
personas. La construcción y reparación de relaciones es, como nos
recuerda Stephen Covey, una gran inversión a largo plazo.
Hemos de elegir a quienes queremos
como compañeros de viaje en nuestra nueva vida. Serán aquellos con quienes nos
sentimos bien y a quienes hacemos sentir bien. Que nos ayudan y a quienes ayudamos. Pero necesariamente tendremos
que ser selectivos. Sellar compromisos de amistad con demasiadas personas es la
mejor garantía de no poder cumplir ninguno y de que el esfuerzo nos agote por
el camino.
Construir y reparar relaciones
significa también ser capaces de abandonar resentimientos, pasar página de conflictos y dejar de sentir rencores. Necesitamos hacerlo para liberar espacio para las
relaciones que de verdad nos interesan, ya que al sentir rencor hacia alguien
le estamos concediendo un auténtico poder sobre nosotros, pues nos acompaña en
nuestra mente mañana, tarde y noche.
Es bueno que nos concentremos en apreciar lo mejor de cada persona y
dejemos de fijarnos en sus defectos. Todos
tenemos una cara positiva, y ver a los demás en positivo nos ayudará muchísimo
a disfrutar de todas nuestras relaciones.
MIRAR AL MIEDO A LOS OJOS
"Cuando conquistas tu miedo, conquistas tu vida" (Robin S.
Sharma)
El miedo es el gran freno para
cualquier cambio de vida. Nos sorprende en el peor momento y de la peor manera,
exhibiendo ante nuestros ojos todos los peligros a los que nos exponemos y
colapsando nuestra capacidad de decisión.
El miedo nos hace perder un montón de oportunidades. Debido al miedo, nos encerramos en nuestro círculo de
seguridad y renunciamos a afrontar nuevos retos. Perdemos nuestra vitalidad y
nuestra capacidad de afrontar nuevos retos.
Debemos mirar al miedo a los ojos y
no dejar que nos condicione la vida. No podemos (ni debemos) deshacernos de él,
pues nos ayuda a estar alerta de los peligros, pero hemos de identificar sus
signos y ser capaces de pararlo a tiempo. Hemos de dejar que nos proteja, pero
no dejar que nos anule.
Si controlamos nuestro miedo, seremos
capaces de explorar nuevos horizontes, intentar hacer las cosas que siempre
hemos querido hacer, pero que nunca nos hemos atrevido, y empezaremos a liberar
nuestro verdadero potencial humano. Controlar nuestro miedo hará posible el cambio.
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