Tengo 52 años. Nací en Tremp (PaIIars) y -vivo en Barcelona. Soy
cirujana. Estoy casada y tengo un hijo, Joan (13).
Creo en los políticos con vocación de servicio. Soy
católica practicante. La familia de Emmaús cumple ahora dos años de vida
dando de comer a los nuevos pobres
EMMAÚS
El barrio es la Esquema de l’Eixample
y el comedor está en la parroquia de Sant Eugeni, cerca de la redacción de este
diario.Deseo buen provecho a los comensales, abocados a la soledad, pero ahora
todo aquí respira una atmósfera de gran familia. Hay en Barcelona ya una
cuarentena de comedores sociales- y subiendo. El comedor social Emmaús cumple
ahora dos años, y lo celebran mañana viernes en una Gran Festa Solidária (Gran
vía 2, de diez de la mañana a ocho de la tarde), con tómbola, Scalextric, talleres,
merienda y firma de camisetas por famosos- ¡En qué líos te metes.!, le decían algunos amigos a Rosa,
pero cada día lo dicen menos
Qué bien huele:
Es hora de comer: hay sopa de
fideos, pecho de pavo al limón y patata al vapor...
¿Cada día?
Cada día, un menú diferente.
¿Desde cuándo?
Desde hace dos años. Ahora
servimos unas 1.800 comidas al mes.
¿Para quién?
Para personas sin recursos.
Personas mayores de 65 años, casi todas. Abuelas y abuelos de este barrio, que
es un barrio rico.
Y ahora...
Cada vez hay más gente mayor
necesitada. Entran en una carnicería y piden unos menudillos para el gato... y
no tienen gato.
¿Quién hace aquí la comida?
Un equipo de voluntarios y una
empresa de catering. Cuesta 5.000 euros al mes, gracias a precios ajustados:
seis euros por menú.
¿Y quién los paga?
Nosotros, el comedor social Emmús, con
5.000 euros al mes, a merced de las aportaciones de benefactores particulares,
más cinco hoteles que nos dan 40 menús diarios.
¿A quién se le ocurrió lo del comedor?
Somos cuatro fundadores: el
párroco de la parroquia de Sant Eugeni (mosén Nino Rodríguez), mi marido (el
doctor Joan Orrit), mi hermana Lourdes y yo.
¿Y por qué se les ocurrió?
Nos llegó al corazón esa
necesidad, esa pobreza silenciosa... Yo había estado antes en misiones
solidarias en África.., hasta que descubrí aquí sufrimiento, y cambié el foco.
De lo lejano a lo cercano.
Desde niña me educaron en la
solidaridad. Por eso me hice médico
cirujano: para ayudar. Y el bisturí me ayudó a conocer mejor al ser humano.
¿Cómo es eso?
Descubres la extrema fragilidad
del ser humano, su vulnerabilidad y desvalimiento..., y vives muchas
situaciones en las que descubres que más que con la mano y el bisturí.., curas
con el corazón.
¿Sigue usted operando?
Ya no. He cambiado el quirófano
por el comedor social: ahora ayudo aquí. ¡Y recibo más de lo que doy! Me siento privilegiada por
poder dedicarme plenamente a esto.
¿Junto a quién?
Con mi hermana y otros
voluntarios: vienen cada día por turnos de diez personas, para preparar y
servir menús, en dos tandas.
¿Cuánta gente come aquí a diario?
Casi 120 personas, en esos dos
turnos.
¿Cómo son?
Mayores de 65 años... aunque va
bajando la edad... Son personas como usted o yo, que tenían todas sus
necesidades bien cubiertas... Pero un día pasó algo..., ¡y acabaron sin poder
ponerse un plato a la mesa!
¿Mañana puedo ser yo?
Sí. Cuando me toque a mí, no me
vendrá de nuevo. Lo decimos los voluntarios: hoy estamos aquí, y mañana... ahí. Por eso
digo que todos somos responsables de todos.
¿Así de simple?
Aquí ha comido un modisto que
fue uno de los que cosieron el vestido de la princesa Letizia, así como
personas que poco antes se movían en glamurosos círculos sociales...
¿Y nadie les acoge, no tienen familia?
La familia se inhibe, quedan
desamparados. Algunos que son expoliados por sus hijos, que saquean sus cuentas
corrientes...
No.
Hay quien quiere dejarle el
piso al hijo..., aún sabiendo que le meterán en una residencia. Padecen
carencias físicas y psíquicas.
En eso no pueden ayudarles...
Sí, porque mi marido ha cerrado
acuerdos con centros de asistencia primaria y clínicas. De hecho, descubrimos
algunas tristes situaciones a través de consultas médicas.
¿Y eso?
Muchos ancianos padecen llagas
en los pies... y algunos no sanaban... ¡por falta de proteína en su dieta! Y
eso nos inspiró para fundar este comedor.
¿Y por qué lo bautizaron Emmaús?
Por esa villa pasan dos
discípulos en el momento de máxima desesperación, tras la crucifixión de
Jesús... "Vamos
a cenar", les dice un desconocido, y les da pan físico y
esperanza: ¡era Jesús!
¿Qué le dicen a usted estas personas?
Dignas y pudorosas, al principio les avergonzaba venir. Hoy
conforman una gran familia, forman grupos para ayudarse unos a otros en el
barrio.
¿Cómo transcurren sus
días?
Algunos estaban desahuciados
clínicamente, hundidos psicológicamente... y ahora se sienten más vitales y
alegres pese a afecciones respiratorias, nutricionales, neuronales Ahora
intentamos que compartan habitación en condiciones, con calefacción...
Hábleme de alguno de ellos...
El primero en llegar, un señor
de 78 años, estaba tan fastidiado... que creímos que no duraría mucho. El
comedor le ha dado vida activa, y ya lleva con nosotros dos años.
¿Cuál de sus comensales le ha
conmovido más?
Uno llegó aquí enfadado y
hosco: había sido tarambana, no había cuidado de sus hijos... Y un día me dijo:
"Yo no
merezco esto... Nunca en mi vida me han querido así".
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