Las expectativas son un importante obstáculo interno para
nuestro progreso. Sean expectativas sobre los resultados de las acciones o
sobre el comportamiento de las personas, siempre se manifiestan como una fuerza
que nos dirige y nos controla.
Tener
expectativas genera una actitud enjuiciadora, haciéndome sentir que alguien
debería hacer las cosas de una manera diferente a como las hace. Deberían
hacerlo de la manera que yo pienso que es correcta. Como resultado de estas
expectativas hacia los demás, mi intelecto
se dirige hacia la corrección y la comparación. Cuando comparo y corrijo a los demás,
incluso a nivel mental, experimento agitación e intranquilidad.
Lo que
necesitamos es mantener nuestra espiritualidad interna y para ello generar sentimientos
de amabilidad, de comprensión y de empatía. Sólo cuando tengo estos
sentimientos en mi interior puedo permanecer confortable y en verdadero
bienestar. En realidad, para convivir en armonía con los demás, necesitamos
soltar todas las expectativas. En términos espirituales, mi deber es aceptar a todos, tal y como
son.
Si tenemos expectativas hacia alguien entonces hay un margen
para que surja en algún momento el sentimiento de rechazo. Éste
es un aspecto sutil. Si tengo expectativas, entonces no puedo mantener un
estado estable y calmado en mi mente. Ni tampoco podré cooperar con todos.
Cuando
aceptamos a los demás y somos livianos y cooperativos, entonces les encantará
trabajar con nosotros. Tal persona experimentará éxito a cada paso.
Las expectativas
estropean las relaciones. Un método efectivo es reemplazar las expectativas por
la actitud de apreciación. La apreciación es una cualidad hermosa y
extremadamente valiosa. Cuando valoramos y apreciamos la contribución de los
demás, el vínculo de nuestra relación se fortalece.
Muy buena entrada,
ResponEliminaEstoy de acuerdo en todo lo que comentas de las expectativa. Simplemente son malas para nuestra inteligencia emocional.
Un saludo.
Gracias Rudy!
ResponElimina