Muchos no
entienden que no les retribuyan todo lo que han entregado en una relación.
Existen aquellos que lo dan todo, los que lo toman todo, los que dan solamente
mientras les dan, los que cobran lo que dan, los que apuntan lo que dan en una
libretita, los que siempre están recordando al otro lo que les debe como si
fuera una deuda, los que creen que merecen recibir todo y solo pagan con su
presencia, los que retiran lo que dieron si se sienten defraudados… Inspirados
por un pragmatismo propio del neoliberalismo económico, los psicólogos llegamos
incluso a recomendar que no se entregue más del 70% en una relación amorosa si
se desea que esta funcione saludablemente. Hemos
fabricado un concepto de amor basado en el “toma y daca”. Cada vez tardamos
menos en pasar cuentas para comprobar quién da más y quién da menos en las
relaciones de pareja para finiquitarlas si no salen los números. De ahí quizá
provenga la fugacidad de las nuevas uniones. En realidad, una de las cosas que
más valoramos en la otra persona es su capacidad potencial de cubrir nuestras
necesidades.
La palabra
amor ha tenido tantos alcances, ha sido tan vapuleada semánticamente, que
habría que proponer seriamente que se inventara otra que nos acotara su
significado de un modo más fiable.
Amor privado y
amor universal.
Mientras
nuestra cultura occidental nos decanta hacia estas disquisiciones, la tradición
oriental invita a considerar el amor de pareja como una forma más del amor
universal.
Como consecuencia natural de una cualidad personal que nos produce
bienestar y armonía y que nos aleja del sufrimiento. Es sugerente la imagen de
una flor que exhala su aroma mientras vive, sin discriminar a nadie ni a nada,
sin evaluar si el que la huele se lo merece o no, o si le va a devolver el
favor. Así debe ser el amor, algo que se
desprende de nosotros como el aroma de la flor, como una condición inherente a
nosotros mismos, que nos transforma en seres afectuosos y amables.Pero no es así como vivimos normalmente el amor. Lo experimentamos como un valor susceptible de ser invertido y recuperado. Además no estamos dispuestos a perder en la transacción.
El monje
budista Thich Nhat Hanh nos acerca en su libro “Enseñanzas sobre el amor” al concepto desapegado del amor.
Los aspectos
del verdadero amor (Thich Nhat Hanh)
- Sin
comprensión el amor no es verdadero amor. Identificar y
comprender las necesidades, las aspiraciones y el sufrimiento de la persona
amada. Para eso es necesario observar y escuchar profundamente para saber qué
debemos hacer o no hacer para que los demás sean felices. El comprender a
alguien en profundidad, aunque ese alguien nos haya herido, conduce al
amor.
- La intención
y la capacidad de aliviar y transformar el sufrimiento y aligerar los pesares
del otro. Es lo que se ha llamado compasión en nuestra tradición, empatía que
implica un profundo interés por los demás, escuchar y observar el sufrimiento
del otro para poder entender y sentir su dolor.
- La alegría
espiritual, la felicidad que se aprecia al ver que los demás son felices. La valoración
de nuestro propio bienestar. El antídoto de la envidia y los celos.
- La
ecuanimidad para considerarnos de igual valor que los demás. La habilidad
de considerar a las otras personas como a uno mismo, sin discriminar entre
nosotros y los otros. Despojarse de la división y el prejuicio. Eliminar las
fronteras entre nosotros y el mundo. Ponernos dentro de la piel del otro y
volvernos una unidad con todo. Eliminar las imágenes previas al
relacionarnos.
- El no-apego. La persona que
amamos es lo mismo que una nube, la brisa o una flor. Si se la aprisiona en una
lata de conserva, morirá. Vivir una relación de pareja sin apego consiste en
comprender las aspiraciones, necesidades y dificultades de la otra persona y
mantener la libertad de ambas personas para ser ellas mismas.
Apego y
amor.
Deepak Chopra,
autor de numerosos libros, médico y divulgador de la medicina ayurveda, así
como guru de la Nueva Era en los Estados Unidos, dedica un capítulo de su libro
“El
camino hacia el amor” al apego y a cómo éste puede confundirse con el
amor. Para él, el apego se define como el deseo de estar con alguien especial. Una relación
basada en la necesidad es solo ego expandido. Poder fundir el ego
con el de otra persona brinda una ilusión de seguridad y justifica el egoísmo,
porque es un egoísmo compartido. El apego potencia la idea de que “nosotros”
tenemos nuestra manera de hacer las cosas, nuestras preferencias y aversiones y
favorece la percepción de que somos algo aparte de los demás. El apego
incluye y excluye al mismo tiempo. Chopra plantea finalmente estas diferencias
entre apego y amor:
- El amor da al
amado libertad de ser distinto. El apego pide conformidad con nuestras necesidades
y deseos.
- El amor no
impone exigencias. El apego expresa una exigencia abrumadora: “Hazme
sentirme completo”.
- El amor se
expande más allá de los límites de dos personas. El apego trata de
excluir a todo lo que no sean esas dos personas.
Eliminar la
necesidad para amar mejor.
Volviendo a
nuestro comienzo, y contestando a aquél que quiere amar y ser amado, cabría
alentarle a que se concentrara en aprender a amar y en transformarse en un ser
amoroso que irradia amor. El amor no es un bien escaso
cuando se transforma en actitud. Sustituir el sustantivo por el verbo, pensar en
el amor como acción. De este modo es imposible sentir la soledad, ya que solo
sintiendo el amor, es posible estar unido íntimamente a todo lo que nos rodea,
experimentar la verdadera felicidad, y atraer magnéticamente el amor de otros
seres que aman de igual modo.
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